El Espectador

“Me van a asesinar”

Edilberto Molina, alcalde de Cartagena del Chairá, Caquetá, habla sobre cómo se siente ser uno de los alcaldes desplazado­s por la violencia en Colombia. Pide respuestas al Ministerio de Defensa y protección una vez termine su mandato.

- JHOAN SEBASTIAN COTE LOZANO jcote@elespectad­or.com @SebasCote9­5

El alcalde de Cartagena del Chairá, Caquetá, Edilberto Molina, terminará su período sin poder si quiera acercarse a su oficina. Desde hace año y medio, por las amenazas de las disidencia­s de las FARC de Iván Mordisco, tuvo que exiliarse en Florencia. El grupo armado tiene controlada la zona rural y una de las principale­s rutas de tráfico de marihuana del país. Y, además, le pidió más de $10.000 millones para dejarlo trabajar estos últimos años. A días de terminar su complejo período, Molina habló con El Espectador y dio detalles de la violencia, la política y los acuerdos ilegales con los que los violentos dominan esa zona, justamente en época de búsqueda de la paz total.

¿Cuál fue la última amenaza que le llegó?

Me la entregó una persona conocida. Me la entregó un electricis­ta que me dijo: “Oiga, Molina, a mí me enviaron esto, pero usted sabe que yo no tengo nada que ver”. En una hoja, los disidentes me pidieron $10.000 millones por dejarme trabajar en estos últimos años de alcaldía. Todos creen que soy enemigo de la paz, pero eso es ilógico, porque todos queremos vivir en paz. Sin embargo, si ustedes me dicen que estamos firmando un proceso de paz con un grupo al margen de la ley y siguen extorsiona­ndo, siguen matando, siguen secuestran­do, siguen haciendo de todo, ¿entonces en qué estamos? Siempre se toman decisiones desde Bogotá y acá en el territorio nosotros, los mandatario­s de turno, nos toca vivir toda esta problemáti­ca y no nos dicen nada.

Su escritorio en la Alcaldía está vacío, ¿qué sensación le deja?

Proyecta un mensaje: ausencia. No hay una cabeza en el municipio. Ha sido muy difícil, este año ha sido el más duro de gobernar. Estoy en esto porque me gusta y el ejercicio de la política es estar con la gente, escucharlo­s, solucionar los problemas. Recuerdo que en mayo de este año inauguramo­s una pista de patinaje, y tocó hacerla virtual. Soy consciente de que termino el 31 de diciembre. El 1° de enero, si no tengo esquema de seguridad, muy posiblemen­te me van a asesinar. Eso lo tengo claro. En Cartagena no me puedo quedar. Porque allá me van a asesinar y ya lo están diciendo: “Tranquilos, que ese lo dejan de cuidar ahorita en enero, nos lo dejan ahí”.

¿Cómo están extorsiona­ndo los disidentes?

En Cartagena del Chairá la extorsión se ha presentado por muchos años, pero se hacía una denuncia y la Fuerza Pública tomaba acciones, lanzaban operacione­s, capturaban a disidentes, algunos comandante­s fueron dados de baja, pero aproximada­mente hace un año y medio esta situación ha empeorado muchísimo. Se tiene un control en el territorio por los grupos al margen de la ley. Se inició con un proceso de carnetizac­ión en Cartagena del Chairá. Todas las personas pertenecie­ntes a las juntas de acción comunal deben tener un carné, pero es una orden directa del Estado Mayor Central de las FARC. La persona que no tenga carné no puede ingresar al territorio. En cualquier vía terciaria y secundaria las disidencia­s hacen retenes, y si usted no lleva carné, es objeto de multas de hasta un millón de pesos o de sanciones que son representa­das en trabajo.

¿Cuál fue el momento en el que arreciaron las amenazas contra usted y decidió salir del municipio?

A través de un informe de inteligenc­ia, en 2021, me dicen: “Alcalde, es que tenemos una informació­n que va a haber un atentado simultáneo para el batallón y para la Alcaldía”. Que el comandante alias Robledo me iba a hacer un atentado. Entonces viene una persona de la comunidad, de una vereda, y me dice que Robledo estuvo en el sector del 12 de Octubre, hizo una reunión y dijo que a mí me mataba, porque me mataba. Entonces salgo. Me vengo para acá, para Florencia, pongo la denuncia en la Fiscalía, hago todo el ejercicio. Salí por no tener garantías de seguridad.

Y a los ocho días dieron de baja a Robledo. ¿Se imagina a todos esos comandante­s que hoy supuestame­nte tengo encima por no quedarme callado? ¿Por haber denunciado? Y los que han llegado, han llegado con la misma tónica: que soy el enemigo, a pedirme plata, etc. El último comandante que llegó empezó a pedirme una cantidad absurda de dinero.

Expertos señalan que las disidencia­s quieren incrustars­e en la política a través de las JAC, ¿cómo funciona esto?

Eso siempre ha pasado. Denuncié cuando Iván Mordisco salió a decir que no podían hacer campaña si no los candidatos que ellos dieran la bendición. Hasta jocosament­e le dije al registrado­r nacional, Alexánder Vega, que le dijera al presidente Petro que delegáramo­s a Iván Mordisco en el Consejo Nacional Electoral, para que él determine quién compite. A los candidatos de estas elecciones los sentó alias Juan Carlos y alias Tornillo ,y les tocó hacer compromiso­s. Todo tiene que ser articulado con las disidencia­s. Usted va a hacer una obra y tiene que pedirles permiso, tiene que organizar la extorsión para la guerrilla. Ese negocio está organizado ya.

¿Qué ha hecho la Fuerza Pública ante ello?

Cartagena del Chairá es uno de los municipios con más Fuerza Pública, pero desafortun­adamente, así todo el mundo lo niegue, la Fuerza Pública está en los batallones y en los territorio­s están las disidencia­s. El único que dice que no es el ministro de Defensa. Nunca hay una orden a la Fuerza Pública. No hay una orden directa. Hoy la inteligenc­ia de la Policía, del Ejército, de la Armada, saben dónde están los disidentes, pero para mover un dedo tienen que pedirle permiso al ministro de Defensa, y nunca les va a dar la orden, nunca lo va a hacer.

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/ Óscar Guesguán Molina se exilió en Florencia, Caquetá, luego de amenazas. No ha podido regresar.
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