El Espectador

Triunfo agridulce tras el plebiscito en Chile

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LOS CHILENOS RECHAZARON POR segunda vez en dos años una propuesta de Constituci­ón, esta vez redactada por la derecha y la extrema derecha. El resultado del plebiscito, que da un respiro al Gobierno de centroizqu­ierda del presidente Gabriel Boric, está lejos de ser un triunfo para el oficialism­o, pues la Carta Magna que continúa vigente es la de 1980, heredada del dictador Augusto Pinochet. Como lo expresó con claridad la expresiden­ta Michelle Bachelet, se trataba de escoger entre algo malo y algo pésimo.

Con este resultado el país austral queda en tablas. El centro, cuya visión ecléctica hubiera podido integrar mejor los intereses y las expectativ­as de toda la sociedad, quedó marginado frente a la pugna de los dos extremos. Tanto el Gobierno, que considera que las urgencias son otras, como la candidata de la derecha para las próximas elecciones, la alcaldesa Evelyn Matthei, consideran cerrado el proceso constituye­nte. José Antonio Kast, líder del Partido Republican­o de extrema derecha y el mayor impulsor de la fracasada propuesta del domingo anterior, reconoció la derrota.

Para los analistas, quedó en entredicho la invocada extrema urgencia de un cambio al texto constituci­onal como respuesta a los problemas más acuciantes que viven los chilenos; en adelante, el actual Gobierno debe ocuparse de su resolución. Así lo había dado a conocer Boric al señalar: “Independie­nte del resultado del plebiscito, vamos a trabajar por las prioridade­s de la gente”, para lo cual tiene hasta marzo de 2026. Los problemas son varios y preocupan a la mayoría de los ciudadanos que desean verlos resueltos: la creciente insegurida­d —con un aumento de la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes de 4,5 a 6,7 en los últimos cinco años—, una economía que lleva más de 10 años sin crecer, la reforma al sistema educativo, la crisis en el sistema de salud, la lucha contra la corrupción y la inmigració­n ilegal que se ha presentado en los últimos años.

Las grandes protestas que se dieron en 2019, demostrand­o el descontent­o existente frente a la forma en que Chile estaba siendo conducido por el entonces mandatario

‘‘Chile

ha hecho gala de un profundo respeto por la institucio­nalidad y la solución de los problemas dentro del marco de la democracia”.

Sebastián Piñera, pusieron sobre el tapete la necesidad de urgentes cambios en el país. Así lo entendió y decidió la clase política. El más importante fue conformar una Asamblea Constituye­nte que reformara la Constituci­ón. En la votación que condujo a la elección de sus integrante­s, la centroizqu­ierda y la izquierda obtuvieron un resultado abrumador, lo que permitió que el nuevo texto redactado incluyera una serie de aspectos que generaron una gran preocupaci­ón en buena parte del electorado.

El Gobierno de izquierda de Boric, que reemplazó a Piñera y llevó al poder a los jóvenes que habían liderado las protestas, se jugó a fondo para sacar adelante la propuesta de la Constituye­nte. El rechazo del electorado en 2022 llevó entonces a conformar un Consejo Constituci­onal que definiera un nuevo texto. Para integrarlo, triunfaron los sectores de derecha y de la extrema derecha de Kast. Su contenido fue puesto a votación el domingo pasado y también fue rechazado.

Desde el retorno a la democracia en 1990, Chile ha hecho gala de un profundo respeto por la institucio­nalidad y la solución de los problemas dentro del marco de la democracia. Este proceso fallido de reforma constituci­onal fue la respuesta a los graves problemas que se evidenciar­on en 2019. Cerrada esta etapa, es el momento de que el actual Gobierno dé solución a estos requerimie­ntos sociales.

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