El papel de la ONU en la lucha contra la corrupción
EL 9 DE DICIEMBRE CONMEMORAmos el Día Internacional contra la Corrupción, una fecha que nos invita a reflexionar sobre un fenómeno que, de forma constante pero a veces invisible, vulnera los cimientos de nuestras sociedades y amenaza permanentemente la justicia, la equidad y el progreso.
La corrupción no es un problema nuevo, mucho menos aislado, ni circunscrito a un país o región en particular, por lo que su alcance y consecuencias son motivo de preocupación global.
Precisamente, en el 2003, hace 20 años, la comunidad internacional se unió para adoptar un acuerdo histórico: la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC). Desde entonces, un total de 190 Estados se han comprometido con las obligaciones del instrumento, lo que demuestra un reconocimiento universal de lo que implica la buena gobernanza, la transparencia y el compromiso por enfrentar este fenómeno.
A partir de la implementación de la Convención, son muchos los logros que en dos décadas se han alcanzado a nivel global: el fortalecimiento de las legislaciones internas para prevenir y enfrentar la corrupción en el sector público y privado, la creación de agencias especializadas anticorrupción, la promoción de la transparencia y el fortalecimiento de canales bilaterales y multilaterales de cooperación internacional, por mencionar algunos.
Sin embargo, debemos admitir que persisten una serie de retos y desafíos significativos para lograr la aplicación práctica de las disposiciones de la Convención, especialmente en América Latina, que permitan lograr un régimen eficaz contra la corrupción basado en los principios fundamentales del Estado de derecho.
En nuestra región presenciamos un momento crítico; en muchos de los países la confianza en las instituciones está en entredicho y la pobreza y la desigualdad parecen no tener respuestas efectivas, siendo la corrupción una de las principales causas que impiden el desarrollo integral humano.
Ante este panorama, hago un llamado, como representante regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), a reconocer la importancia de avanzar en la construcción de una iniciativa regional anticorrupción que se adapte al contexto de cada país y se fundamente a partir de otros esfuerzos vigentes que puedan garantizar la aceleración en la implementación de la Convención.
Esto permitirá no solo apoyar el desarrollo de estrategias nacionales anticorrupción que tengan en cuenta los vínculos con otros delitos de alto impacto, sino también mejorar la prevención, sensibilización y el establecimiento de redes locales y regionales que fomenten la cooperación y el intercambio de buenas prácticas entre las autoridades nacionales.
Es claro que no podemos trasladarle a un instrumento internacional la responsabilidad de enfrentar por sí solo la corrupción; sin embargo, la Convención (UNCAC) es una herramienta valiosa que incluye y destaca el rol que todos los sectores de la sociedad tienen a la hora de prevenirla. Solo a través de la integración efectiva de los gobiernos, el sector público y privado, la sociedad civil y la ciudadanía podremos avanzar hacia la consolidación de instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas.
El Día Internacional contra la Corrupción no debe verse solo como una fecha en el calendario, sino como un recordatorio de nuestra responsabilidad de construir un mundo más transparente y sostenible. Si bien la corrupción es una amenaza constante, no es invencible.
* Representante regional de UNODC, región Andina y Cono Sur.