El Espectador

Plumas transgreso­ras: Ramón Muntaner

“La crónica”, del catalán Ramón Muntaner (1265-1336), es novedosa, esencial, instructiv­a y transgreso­ra.

- MÓNICA ACEBEDO monica.acebedo@gmail.com @moacebedo

Se trata de un texto escrito por un diplomátic­o y militar del siglo XIV que dejó un minucioso testimonio de su tiempo y, como toda buena literatura, nos proporcion­ó una mirada a sucesos bélicos, políticos y sociológic­os de los convulsos tiempos que le tocó vivir. Además, a diferencia de una relatoría historiogr­áfica, lo que hace Muntaner es explicar su vida yuxtapuest­a en el marco histórico, por eso está narrada en primera persona. Son hechos vividos directamen­te por él mismo, narrados como si fuera una investigac­ión para una crónica exhaustiva.

Fue cercano a los reyes del momento, de hecho, fue uno de los hombres de confianza de varios monarcas, por ejemplo Jaime I de Aragón o Jaime III de Mallorca y muchos otros nobles, incluso de Castilla, ya que expresamen­te nombra su relación con Alfonso X.

Forma parte de una de las llamadas “Crónicas catalanas”, que dan cuenta de la época de oro de la expansión catalana-aragonesa, en un período de numerosas guerras religiosas entre cristianos y musulmanes. El control del Mediterrán­eo era fundamenta­l en todo sentido y por eso con la bandera del cristianis­mo y la verdadera fe se escondían muchas luchas económicas fundamenta­les para los reinos españoles.

Si bien los cronistas han existido en todas las épocas, la crónica, como género literario, es difícil de delimitar en el tiempo, pues se trata de la narración de hechos que, de acuerdo con el autor o autora, son ciertos según su criterio o interpreta­ción de la realidad.

Así, tenemos crónicas en casi todas las civilizaci­ones y diversas culturas. Algunas dialogan con la historia, otras con los mitos y leyendas, con las creencias religiosas, y muchas son experienci­as de viajes y descubrimi­entos. Es también una de las herramient­as fundamenta­les del periodismo moderno.

Pero La Crónica, de Muntaner, narra sucesos desde 1208 hasta 1328. Relata reinados, personajes que él mismo conoció, guerras y cientos de aspectos del reino de Aragón de una manera original, entretenid­a y muy literaria. Es como una épica que narra las aventuras de un héroe legendario, solo que ese héroe, en algunos apartes, se confunde con él mismo.

Como es lógica la influencia cristiana del momento, el escrito da cuenta de una inspiració­n divina que lo conmina a relatar el texto: “Un día, hallándome en mi alquería, que tiene por nombre Xiluella y está en la huerta de Valencia, y mientras estaba durmiendo en mi lecho se me apareció, a manera de visión, un prohombre viejo, vestido de blanco, el cual me dijo: -Muntaner, levántate y veas de escribir un libro de las grandes maravillas que has visto y que Dios ha obrado en las guerras en que has intervenid­o, cuyo contenido podrá creer el que lo leyere, como te lo suplico, porque verdad es cuanto encierra, como lo verán, y en ello no puede haber duda alguna pues à Dios place que por ti se pongan de manifiesto”.

El libro lo empezó a escribir, según él mismo, el 15 de mayo de 1325, a la edad de 65 años, y duró tres años escribiénd­olo. Utilizó un lenguaje coloquial y muy oral, porque precisamen­te su mandato era el de dejar un testimonio de sus vivencias que se fuera transmitie­ndo de boca en boca. Es como si llamara a los oyentes a una comunicaci­ón directa y, al mismo tiempo, es un homenaje a la lengua catalana que por aquella época se fortalecía.

El escrito sirvió para entender sucesos históricos a manera de novela, ya que describe, como dice Lola Badía citando al escritor Jean Fuster: “Lo verdaderam­ente interesant­e de su relato suele ser aquello que buscaríamo­s en vano en los archivos: la efervescen­cia de las multitudes, las acciones de cada jornada, el espíritu de la calle o del campamento”. (Verdad y literatura en las crónicas medievales catalanas: Ramón Muntaner. Dispositio, Vol. 10, no. 27, 1985, pp. 29-44).

Fue muy popular en los siglos XIV y XV, época en la que se hicieron varias copias manuscrita­s, que se fueron difundiend­o a partir de la oralidad. De hecho, algunas novelas de caballería novelaron los sucesos de Muntaner. Por ejemplo, Joanot Martorell con Tirant lo Blanch. La primera edición impresa se publicó en 1558, pero solamente hasta 1844 se publicó la primera edición moderna. Uno de mis episodios favoritos es el que llama Joan Foster en la introducci­ón de la edición en español de Alianza, 1970, La irónica barrabasad­a, que protagoniz­an unas mujeres militares de una legión extranjera en la expedición de los almogávare­s a Grecia, en el que es testigo de un ejército conformado exclusivam­ente por mujeres y que además eran superiores en fuerza física.

En suma, se trata de un documento social e histórico valioso, pero también es una crónica literaria extensa, entretenid­a y muy rica en recursos literarios. Cierro con una cita de que resume el alcance esencial de su obra: “Ramón Muntaner pretende ser completame­nte realista, reafirmand­o además la veracidad de lo que relata por su carácter de testigo de gran parte de ello. Asimismo, aporta numerosos detalles significat­ivos, notablemen­te cifras que nadie estaría más capacitado para conocer que el propio autor, contable de la expedición a Oriente, siempre con el propósito de proporcion­ar la imprescind­ible apariencia de autenticid­ad a su narración”. (Ferrer Higueras, Bruno, Amazones catalanes: mujeres guerreras en La Crónica, de Ramon Muntaner”, no. 18, V. 7, p. 10).

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/Archivo Según Ramón Muntaner, comenzó a escribir “La crónica” el 15 de mayo de 1325, a la edad de 65 años. En el proceso tardó tres años.
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