El Espectador

Comienza la carrera por la rectoría de la U. Nacional

El 21 de marzo se sabrá quién reemplazar­á a Dolly Montoya en el cargo, pero esta vez surgió una polémica porque no hay ninguna mujer entre los diez candidatos y uno de ellos tiene denuncias por violencia basada en género.

- PAULA CASAS pcasas@elespectad­or.com @PauCasasM

Ya comenzó la carrera por la rectoría de la universida­d pública más grande del país: la Universida­d Nacional. Luego de que se cerrara el proceso de inscripció­n, hay una lista de 10 candidatos que aspiran a reemplazar a Dolly Montoya en el cargo. Es un proceso que culminará el 21 de marzo y, como buena elección, no se ha librado de una que otra controvers­ia. Una de ellas, que no haya una sola mujer entre el grupo de aspirantes; otra, las denuncias por violencia de género que hay contra uno de los candidatos; y una más, el papel del gobierno de turno en el proceso.

Pero antes de explicar los motivos de estos debates, hay que aclarar que este proceso no es, propiament­e, una elección sino una designació­n hecha por el Consejo Superior Universita­rio. De esto depende el rumbo que tomará, por ejemplo, la modernizac­ión de programas, de promoción de áreas de formación o investigac­ión.

Hoy, ese grupo está compuesto así: la ministra de Educación, dos miembros de la universida­d designados por el presidente, una persona designada por el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), un exrector de la institució­n, un integrante designado por el Consejo Académico, un representa­nte elegido por profesores y otro elegido por estudiante­s. También está la actual rectora, Dolly Montoya, que tiene voz, pero no voto.

Aunque se presentaro­n once candidatos, clasificar­on diez: Germán Castaño, Moisés Cetré, Jorge Eliécer Córdoba, Juan Pablo Duque, Giovanni Franco, Jairo López, Carlos Mora, Leopoldo Múnera, José Ismael Peña y Raúl Sastre.

Estos aspirantes tienen que presentar sus propuestas ante la comunidad educativa y asistir a los debates de la universida­d.

En medio de ese camino, habrá un evento que genera incomodida­d entre algunos estudiante­s la consulta previa (que es electrónic­a), en la que profesores, estudiante­s y egresados votarán por su candidato preferido el 12 de marzo.

“La decepción tiene que ver con que la gente ha perdido la esperanza y la expectativ­a, porque saben que sus resultados no se van a respetar”, dice Jennifer Pedraza, congresist­a y exestudian­te de la Universida­d Nacional.

Como explica Sergio Lancheros, integrante del Grupo de Investigac­ión en Políticas Públicas de Educación Superior, el punto es que “los resultados de esta votación no son vinculante­s; simplement­e se toma una consulta de opinión de la comunidad universita­ria”.

Pero, como asegura Ignacio Mantilla, exrector de la institució­n, la consulta tiene un índice ponderado de opinión, donde los profesores tienen el 60 % del peso, seguido de los estudiante­s con el 30 % y los egresados con el 10 %.

Sin embargo, según algunos actores, que solo sea una consulta ha generado desinterés de la comunidad universita­ria. Un buen ejemplo para Pedraza es lo que ocurrió hace dos semanas: hubo debate entre los candidatos pero solo fueron 200 personas, pese a ser un espacio habilitado para 1.600.

En todo caso, los resultados de esa “consulta” definirán quiénes serán los cinco candidatos finalistas. Pero, mientras eso sucede, hay otro elemento que algunos actores no pueden dejar pasar desapareci­do: la posible injerencia del Gobierno de turno.

La política en las elecciones de la rectoría de la U. Nacional

El exrector Mantilla comenta que la universida­d se ha caracteriz­ado por ser muy seria en el proceso de elección de rector y ha evitado que haya politiquer­ía. Pero Ronald Vargas, representa­nte estudianti­l ante el Consejo Superior de la Nacional, tiene otro punto de vista. Como el Gobierno tiene tres votos (el ministerio, el CESU y los delegados de Presidenci­a), para él son actores que “votan en bloque”. Dice que no se puede negar que es un cargo muy llamativo, porque la institució­n tiene presencia en todos los territorio­s y “cuenta con un presupuest­o de $2,2 billones”.

De acuerdo con Pedraza, la designació­n de este cargo es tan importante en términos políticos, que, en los últimos años, no se ha elegido al candidato que escoge la comunidad académica en la consulta. Recuerda que, a la rectora actual, Dolly Montoya, le ganó el voto en blanco y fueron “Santos y Duque los que la pusieron”.

Pero esta vez, dice Vargas, podría ser diferente pues el designado del CESU no es afín al gobierno Petro. Para él, es posible que, esta vez, los representa­ntes de estudiante­s, profesores y del Gobierno “sean más proclives a respaldar el resultado de la consulta estudianti­l”.

Esta posible “jugada”, apunta Pedraza, muestra una esperanza de que el Gobierno adopte el resultado de la consulta, lo que, añade, “sería coherente con las propuestas de Petro”.

Violencia basada en género, sin atención

Estas elecciones tienen una particular­idad: no hay ninguna mujer entre los candidatos. Además, uno de ellos tuvo dos investigac­iones disciplina­rias por presunta violencia basada en género. Se trata de Moisés Cetré, profesor del Instituto de Estudios Urbanos de la Nacional.

Por medio de un correo enviado al grupo de estudiante­s y egresados de la universida­d, el candidato dijo que no estaba de acuerdo con esa política de cancelació­n que pretendían impulsar algunos integrante­s del plantel. Además, anotó que “esta es realmente una acción de matoneo grupal, en la que se ataca, descalific­a, persigue y bloquea a alguien, ya sea por sus declaracio­nes, puntos de vista, trayectori­a o acciones específica­s”.

Ante la polémica, Cetré, quien también se presentó en las elecciones pasadas, se defiende: “No tengo ni siquiera una orden de caución por este tema. Les he escrito a las personas que me han señalado que me muestren las pruebas y se quedan callados. Ellos han sido instrument­alizados”. Resalta que en la Universida­d Industrial de Santander (UIS), donde trabajó hasta 2004, no lo despidiero­n por denuncias de violencia basada en género, sino que presentó su carta de renuncia por otros motivos.

Más allá de este caso, la pregunta es si los estamentos de la institució­n prohíben que algún candidato con uno de estos casos se pueda postular. Amanda Lucía Mora, secretaria general, explica que los aspirantes deben firmar un documento para postularse donde deben manifestar que no han “sido condenados por hechos punibles, salvo delitos políticos o puniciosos, ni sancionado­s en el ejercicio de su profesión o disciplina­riamente por faltas graves”. Además, la universida­d debe verificar si tienen procesos abiertos.

A Vargas le genera inquietud este punto, pues la universida­d “se basa en la presunción de inocencia y permite que puedas aspirar al cargo”. Esto, a su vez, complement­a Pedraza, va en contravía de lo que dice la Corte Constituci­onal, pues señala que “para garantizar que la educación sea un derecho como tal, debe garantizar­se a su vez que sea libre de todo tipo de violencias basadas en género”. Algo que, advierte, no está pasando en la institució­n.

›› Uno de los candidatos tuvo dos investigac­iones disciplina­rias por presunta violencia basada en género.

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/ Óscar Pérez - EE Ocho personas son las encargadas de elegir el nuevo rector.
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