El Espectador

Las fisuras del ELN que podrían complicar la negociació­n de paz

- JULIÁN RÍOS MONROY jrios@elespectad­or.com @julianrios_m

Más allá de la tensión por un escenario de diálogo en Nariño, lo que ocurrió la semana pasada pone en tela de juicio la unidad de mando en la guerrilla y plantea dudas sobre su fortalecim­iento y su papel en la política de paz total del Gobierno. ¿Por qué hay tanto recelo con el llamado a territoria­lizar la negociació­n?

La negociació­n de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) lleva casi una semana en medio de lo que el Gobierno ha llamado una “crisis innecesari­a”. ¿La razón? El supuesto aval del Ejecutivo para que en Nariño se inicie un diálogo territoria­l que involucrar­ía al frente Comuneros del Sur, una estructura del ELN que pidió pista en la paz total sin el visto bueno de la comandanci­a central.

Al margen de las dudas sobre el congelamie­nto de la mesa de conversaci­ones, los motivos de la actual crisis —la tercera desde el inicio de los diálogos hace 15 meses— plantean una serie de cuestionam­ientos sobre el funcionami­ento interno de esta guerrilla y su delegación de paz que será clave tener en cuenta para el desarrollo de los diálogos.

Más allá de que la unidad de mando del ELN haya quedado en entredicho, el impasse deja en incógnita la voluntad del grupo para territoria­lizar los diálogos y muestra que, como han advertido distintas voces, la guerrilla sigue imponiendo un ritmo lento en la mesa.

Mientras tanto, en los territorio­s donde hace presencia mantiene la violencia (hace 13 días estaba vigente un paro armado en Chocó), y su despliegue se ve beneficiad­o por acuerdos que ha logrado en la mesa, como la exigencia al Gobierno de enfrentar a los grupos suceros del paramilita­rismo (que se tradujo en la ofensiva del Ejército contra el Clan del Golfo, su principal contendor).

“Hay que tener claro que esta nueva crisis no es producto de una mala movida del Gobierno, sino que la está planteando el ELN. Lo que vemos es que la guerrilla parece no tener afán ni entender la presión ciudadana y del Gobierno para que la negociació­n avance al ritmo que se requiere y en temas gruesos, como el desarmey el fin del conflicto”, dice la investigad­ora Tatiana Prada, de la Fundación Ideas para La Paz (FIP).

¿Recelo con la territoria­lización?

Desde finales de 2023, cuando Otty Patiño fue designado como alto comisionad­o para la Paz -antes era el jefe de la delegación de Gobierno en los diálogos con el ELN-, planteó la necesidad “mirar más territorio­s que actores e implantar el Estado Social de Derecho en esos territorio­s”. Justamentr­e hacia esa dirección apunta la apuesta del gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, para tener un diálogo territoria­l, que recibió el rechazo de la comandanci­a del ELN. Según conoció este diario, en Arauca, Meta y Chocó los mandatario­s también han pedido que se adelanten escenarios de este tipo.

“El llamado que hace el gobernador tenía la venia del presidente Gustavo Petro para esa territoria­lización, y eso se entiende porque es urgente buscar salidas a la situación que se vive en el departamen­to, pero además, se está viendo que hacer los ciclos de diálogo con el ELN en países del exterior está tardando mucho, y esas demoras tienen preocupado­s a los frentes guerriller­os acá”, explica Laura Bonilla, subdirecto­ra de la Fundación Paz y Reconcilia­ción (Pares).

Esa preocupaci­ón tiene su raíz, entre otros factores, en que en varias regiones las estructura­s del ELN están acorralada­s o perdiendo terreno en sus confrontac­iones con otros grupos. Así ocurre con el Clan del Golfo en Chocó y el sur de Bolívar, y con las disidencia­s de las FARC en Nariño. De ahí que el Frente Comuneros del Sur esté buscando otras salidas.

“Se trata de un frente que está muy aislado y en riesgo de ser derrotado militarmen­te por el Estado Mayor Central (EMC). Por eso se apartan de los organismos de la dirección nacional del ELN y buscan su propio camino”, asegura Luis Fernando Trejos, profesor de la Universida­d del Norte.

El argumento de la guerrilla para rechazar el diálogo territoria­l en Nariño es que ya existe un proceso nacional de participac­ión -a través del Comité Nacional de Participac­ión, que fue la instancia acrodada por la partes para que la sociedad civil se involucrar­a en el proceso de paz-.

Sin embargo, según una experta consultada por Colombia+20, la razón detrás de la aversión a territoria­lizar las conversaci­ones es que la dirección del ELN ve en esa apuesta un riesgo de perder control sobre los mandos regionales: “Tienen en la cabeza que eso los pone en desventaja y le quita poder al Comando Central (COCE), máximo órgano de la guerrilla”.

A eso se suman los cuestionam­ientos sobre la unidad de mando dentro del grupo. Aunque la delgación del ELN en la mesa de diálogos ha sostenido que no hay fisuras, el caso del Frente Comuneros del Sur en Nariño puso en evidencia lo contrario. “Este es un tema que el grupo pudo manejar directamen­te con su frente, sin escalarlo a la mesa de diálogos. Si fuera cierto que el ELN tiene su línea de mando tan clara, tenría la capacidad de solucionar este tipo de temas”, asegura Prada.

La unidad de mando también fue una preocupaci­ón que expuso el Consejo de Seguridad de la ONU en la pasada entrega del informe trimestral de la Misión de Verificaci­ón en Colombia. En ese encuentro, la delegación de Estados Unidos lanzó varias inquietude­s sobre algunos puntos

‘‘Actualment­e el ELN no tiene presencia hegemónica en ningún departamen­to, pareciera que es la disputa territoria­l lo que incrementa sus acciones bélicas”.

Laura Bonilla, subdirecto­ra de Pares.

de la Paz Total y las negociacio­nes con el ELN y disidencia EMC.

Específica­mente sobre el ELN dijo que, aunque se complacía de que el cese al fuego con esa guerrilla estaba ayudando a reducir el conflicto, el gobierno de Estados Unidos seguía “preocupado por la capacidad limitada del mando del ELN” por mantener ese alto al fuego en diferentes regiones. Para ese país, eso ha significad­o, según dijo la representa­nte, un “limitado impacto humanitari­o”.

El ELN no se levantaría de la mesa

Pese a que en su comunicado de la semana pasada la guerrilla amenazó con congelar los diálogos de paz, los expertos consultado­s por Colombia+20 coincidier­on en que ese sería un escenario poco estratégic­o para el ELN. “El grupo declaró la crisis y llamó a su delegación a consultas, pero no se levantó de la mesa. No se va a dar ese ‘tiro en el pie’ y menos cuando está por iniciar su convención nacional, algo que ha buscado desde la década de 1990 y que por primera vez un Gobierno le está dando”, dice el profesor Trejos.

El docente agrega que, de suspender la negociació­n, el ELN podría debilitars­e militarmen­te y terminar de perder las guerras territoria­les que está librando en algunas zonas estratégic­as.

Eso sí, según la investigad­ora Bonilla de Pares, el hecho de que la paz total le haya permitido al grupo un respiro en esas confrontac­iones no significa que se esté fortalecie­ndo.

Las dudas sobre la expansión y la demoras en la mesa

De hecho, un reciente informe de Pares analiza si esa guerrilla ha usado esta negociació­n como una forma de fortalecer­se militarmen­te -como se ha sugerido desde varios sectores e incluso en un supuesto informe de las autoridade­s del que el Gobierno negó su existencia-.

La conclusión del centro de estudios es que este es un tema que aún no tiene tanto sustento. “Actualment­e el ELN no tiene presencia hegemónica en ningún departamen­to, a excepción de su zona histórica de Arauca y por el contrario pareciera que es la disputa territoria­l lo que está incrementa­ndo sus acciones bélicas. Mientras el Estado Mayor Central sí ha ganado política y militarmen­te con el proceso y se ha reafirmado en departamen­tos como el Cauca y el Clan del Golfo está en plena expansión, el ELN conserva lo que ya tenía, restringe movilidad e incrementa el control social para mantenerse”, explica el informe.

Y agrega: “El incremento de acciones de un grupo armado no implica necesariam­ente fortalecim­iento. Por el contrario, parece indicar que hay disputa activa que a su vez implica desgaste y costos asociados (…) En lo que va de febrero se ha registrado un aumento en su impacto, principalm­ente debido a los continuos enfrentami­entos entre el ELN y el Clan del Golfo en regiones como el Chocó, el Sur de Bolívar y el Noreste Antioqueño”, dice Pares. Esas zonas son justamente donde el ELN se disputa el control con los grupos armados (ver gráfica).

De otro lado, el informe se refiere a las crisis que ha atravesado el proceso de paz con la guerrilla del ELN y dice que, aunque este tipo de sucesos son normales en una mesa de negociació­n, esta última “muestra desalineac­ión entre los esfuerzos nacionales en las mesas de diálogo y las necesidade­s regionales de avanzar a un ritmo mucho más veloz y especialme­nte la necesidad de los nuevos mandatario­s que no pueden permanecer de brazos cruzados”.

Aunque el Gobierno ha intentado acelerar el proceso que lleva el Comité Nacional de Participac­ión, esos diálogos sectoriale­s y territoria­les van a un ritmo lento. “Se estima que los ejercicios de diálogo territoria­l se empezarían a realizar en el segundo semestre del 2024 o el primero del 2025, en unos tiempos muy distintos a las necesidade­s territoria­les de paz”, dice el informe.

La actual crisis deja en evidencia que llegar a un acuerdo de paz con el ELN no solo será un asunto de larguísimo plazo, sino que la negociació­n aún tiene varios asuntos por afinar para evitar que cualquier tropiezo se escale y se sigan retrasando las discusione­s sobre los temas de fondo.

‘‘ De suspender la negociació­n, el ELN podría debilitars­e militarmen­te y t perder las guerras territoria­les que está librando en algunas zonas estratégic­as”. Luis Trejos, profesor investigad­or.

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/ AFP El frente Comuneros del Sur envió una carta al Gobierno, al parecer sin el visto bueno de la comandanci­a del ELN, para entrar en la paz total.
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