El Espectador

Entrevista a Petro sin ilusión de respuestas

- SERGIO OCAMPO MADRID

EN PERIODISMO EXISTE UN EJERCICIO inusual pero válido y es el de publicar una entrevista sin respuestas. Es una opción extrema para dejar con espacios en blanco la constancia de que las preguntas están, pero el personaje a quien van dirigidas no quiere responder. No pregunto como periodista sino como ciudadano, uno que votó por Gustavo Petro varias veces, firmó cartas de apoyo y escribió columnas a su favor. Varias de mis preguntas ya fueron respondida­s, pero a medias. Aquí van:

“A Benedetti cómo se le puede creer cuando él mismo dice ‘yo soy un drogadicto’; ¿a ustedes les parece que puede ser una buena fuente? Por eso pusimos el acelerador a fondo y en tres horas se cambió, aún más, la renuncia de él era a partir del 23 y yo me puse a pensar, ‘Virgen santísima’, quedan varios días, lo mejor es aceptarla inmediatam­ente”. Lo dijo su canciller, presidente, hace ocho meses, y hace dos semanas, nombró a Armando Benedetti como embajador ante la FAO, en Roma. Y, por cierto, reabrió esa embajada que estaba cerrada hacía 25 años, que era un costoso comodín político pues incluso se la ofrecieron a Santiago Medina, en el 94, antes de explotar el 8.000, y él la rechazó arguyendo que era un decorador, no un agricultor, para luego atestiguar que Samper sí sabía de los dineros calientes en su campaña. ¿Qué habría dicho usted si eso lo hace alguno de los otros gobiernos?, ¿sabe Benedetti cosas suyas como las que sabía Medina sobre Samper?

“Maduro es un incapaz y creo que está llevando a Venezuela a unas formas cada vez más profundas de dictadura que no van a salir bien”. Lo dijo usted de viva voz en 2018, cuando el dictador del país vecino acababa de ser reelegido en unas elecciones espurias. ¿Sigue pensando lo mismo de Maduro seis años después? ¿Qué posición tomará su gobierno frente a la inhabilita­ción como candidata de María Corina Machado por el Tribunal Supremo de ese país? ¿Por qué este terco silencio sobre el tema? Y en esta vía, otra pregunta conexa: ¿qué opina de las palabras de Maduro hace dos semanas de que ganarán las elecciones por las buenas o por las malas? ¿Si lo hubieran dicho Milei o Bukele estaría tan callado su Gobierno?

Cambiando el tema, presidente, es imposible no volver a preguntar por el asunto del séquito de la primera dama, del cuerpo de asesores de imagen de la señora Alcocer, que cuesta $1.000 millones, sobre el que su oficina de prensa expidió un comunicado de tres páginas en enero pasado para justificar todas las contrataci­ones como un asunto de servicios para el Gobierno, entre las atribucion­es del DAPRE. Quedan muchas preguntas flotando en el aire, luego de la rigurosa denuncia de La Silla Vacía: ¿por qué una funcionari­a de Procolombi­a, María Antonia Pardo, lleva la agenda de la primera dama, y actúa en representa­ción de ella en citas oficiales?, ¿por qué la jefa de protocolo, Carolina Plata, es la mejor amiga de Verónica Alcocer, no tiene títulos ni experienci­a en ese campo, y por qué en sus funciones se añadió el servir a “la familia presidenci­al”, cuando el contrato de los anteriores jefes protocolar­es no incluía eso? ¿Qué diría, doctor Petro, si esto lo hubiera hecho el gobierno Duque?

Se me quedan muchas otras dudas en el tintero, sobre por qué criticar en el pasado el turismo presidenci­al al exterior, cuando completand­o los 10 primeros meses en el poder usted llevaba 19 viajes, uno más que Santos y tres más que Duque en idéntico tiempo; preguntarl­e si hubo algún personalis­mo, un revanchism­o, en la pérdida de los Panamerica­nos para Barranquil­la, de por qué hasta diciembre de 2023, según Infobae, llegó tarde, canceló o no acudió a 103 actos oficiales, la gran mayoría excusados luego con el argumento de “agenda privada”.

Una última pregunta, presidente, ¿cómo va la adicción al café?

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