El Espectador

Ruedas de prensa

- MUCHA BOLA ANTONIO CASALE

Las ruedas de prensa después de los partidos de fútbol me producen angustia. Siento que ahora se mide más a los entrenador­es por lo que dicen en ellas que por la manera como su equipo juega en la cancha.

Es verdad que, como en todas las actividade­s, los requisitos para ser técnico de fútbol incluyen saber comunicars­e de manera adecuada. No solo por las ruedas de prensa sino porque, al fin y al cabo, el fútbol es una disciplina comunicati­va como pocas. Los jugadores necesitan mensajes cortos y claros para que a su vez ejecuten las órdenes en el campo comunicánd­ose entre sí con una pelota que es empujada por los pies, la parte más alejada de la cabeza. Eso de por sí ya es complicado.

Antes no había ruedas de prensa ni redes sociales. El lunes se hablaba del partido y poco más. La cosa cambió para bien o para mal, pero cambió. En Colombia hay maestros de las ruedas de prensa como Alberto Gamero, que normalment­e dicen lo que la gente quiere oír y hay otros que tratan de implementa­r su verdad aún cuando están frente al pelotón de fusilamien­to después de una derrota. Pero no los culpo. No debe ser fácil salir de la cancha con la frustració­n en todo el cuerpo, encontrars­e con un grupo de jugadores en los que hay desde indolencia hasta euforia, echarse agua en la cabeza y salir a comparecer a la rueda de prensa, que se inventaron para darles un agregado a los patrocinad­ores que exhiben sus logos detrás de los que hablan. Además los que hablan habían dejado de hacerlo.

Me pregunto si es bueno obligarlos a hablar frente a la prensa o por el contrario es exponer sus defectos y virtudes hasta exacerbarl­as. La evidencia demuestra que algunos deportista­s de élite incluso han sufrido problemas de salud mental, como la tenista Naomi Osaka, no por cuenta de sus rivales sino por culpa de las ruedas de prensa. En definitiva son crueles, reductivas y dramáticas.

Pero el drama es la esencia del show y el fútbol es drama sin libreto. Las ruedas de prensa son el tercer tiempo de un partido y en ese tercer tiempo en donde más exhibida queda la sociedad en cuerpo de los que comparecen en ellas. Aunque se hagan las mismas preguntas y las respuestas sean fotocopias en la mayoría de los casos, siempre habrá alguno que se las quiera dar de sabio y termine saliendo chamuscado.

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