El Espectador

“Mi familia siempre ha sido mi motor”: Guillermo Celis

El jugador sincelejan­o de Águilas Doradas habla de la importanci­a del apoyo familiar en su carrera y el reto de ser padre y futbolista profesiona­l.

- VALENTINA FAJARDO MATAMOROS vfajardo@elespectad­or.com @valfajardo­m

Para Guillermo Celis la familia lo es todo. Aunque es uno de los jugadores colombiano­s que ha jugado en torneos de gran prestigio, como la Copa Libertador­es y la Liga de Campeones de Europa, y ha vestido la camiseta de la selección nacional, los miembros de su familia siempre han sido su primer equipo.

Desde que era niño, sus padres, Martha Montiel y Guillermo Celis, lo apoyaron para meterse de cabeza en el camino del deporte, pero lo que pocos saben es que el fútbol no fue su primera elección. Cuando tenía apenas cuatro años lo llevaron a una escuela de béisbol en Sincelejo, su ciudad natal, pero era todavía muy joven para entrenar. El fútbol se convirtió luego en su principal opción y fue a los 10 años cuando, con el dolor del alma, empacó sus maletas para viajar a Medellín a empezar su formación de futbolista.

“Independie­nte Medellín me vio jugando en un torneo y me extendió la invitación para que me formara como allá. Llegué acá [Medellín] y empecé a jugar con las divisiones menores del club y a ver el fútbol como algo de lo que uno va a vivir”, cuenta el volante de Águilas Doradas.

Como es hijo único, para Martha y Guillermo fue muy duro ver lo dejando el nido a tan temprana edad. Su madre, que siempre lo acompañó en los torneos pequeños que hacían en Sucre, debió hacerle sentir su apoyo desde la distancia, los 340 kilómetros que separan a Sincelejo de la capital antioqueña.

Como niño, no entendía bien ese sacrificio que hicieron sus padres y lo que significab­a no poder estar jutnos en momentos especiales. Sin embargo, cuando tenía 22 años se convirtió en papá y con la llegada de su primera hija vivió esa situación.

El desafío de ser papá

Era 2016 y su buen rendimient­o con el Júnior de Barranquil­la hizo que el equipo tiburón lo vendiera al Benfica de Portugal. Tras jugar la Copa América 2016 bajo las órdenes de José Pékerman, viajó a Lisboa con su esposa Karina y Dulce María, su pequeña hija de un año y medio. La niña empezó a tener comportami­entos extraños, como dejar de hablar, pero muchos le dijeron a la pareja que tal vez se debía al cambio de país.

Un año después dejó Lisboa para hacer parte del Vitoria Guimarães, también en Portugal. Dulce seguía igual. Fue en un viaje a Colombia cuando los neurólogos le diagnostic­aron autismo severo.

Para Guillermo y Karina fue un antes y un después, pero supieron llevarlo y apoyar a Dulce María en todo lo que necesitara, aunque para él fue un poco más complejo, pues la vida de futbolista implica estar viajando constantem­ente; de modo que se pasa más tiempo con los compañeros que con la familia. “La verdad, es un sacrificio muy grande para la familia. La distancia hace que uno se pierda muchos momentos con los hijos. Yo tengo tres y como padre siempre se quiere compartir y disfrutar con ellos, pero hacer lo que amo, que es jugar fútbol, implicó que más de una vez no pudiera estar ahí”, dice Celis.

Maximilian­o, su segundo y único hijo varón, tiene siete años y también está dando sus primeros pasos en el mundo del balón. Guillermo no tuvo que ver con la decisión del niño, sino que un día dejó los muñecos a un lado para decirle: “Quiero ser futbolista, como tú”. Al igual que su hermana mayor, la crianza de Maxi fue estricta, pero poco a poco han logrado soltarlos un poco.

“Él está tanto en el colegio como en una escuela de fútbol desde hace varios años e incluso tiene un clóset lleno de camisetas de muchos equipos. Nosotros lo apoyamos, pero sin ninguna presión, para que él lo pueda disfrutar y vivir a su manera”.

La heredera menor es Victoria. Y bien dicen que el tercer hijo se cría solo. La crianza con la niña de dos años ha sido más flexible, ya que tienen la experienci­a con sus dos hermanos. Vicky es la alegría de la casa y, aunque es una “loquita disparada”, le ha sacado más de una carcajada a su padre.

El deseo de retribuir

Guillermo Celis es consciente de que no se puede ser un jugador de fútbol para siempre. Es por eso que está estudiando gestión deportiva y, una vez termine con su formación, espera contribuir a que los niños y jóvenes que sueñan con ser futbolista­s lo hagan con las guías que a él le faltaron durante su formación.

“Yo quiero poner el granito de arena que falta en Sincelejo. Yo no le echo la culpa a nadie por la falta de apoyo, pero sé que no se da lo suficiente y espero ayudar en eso. Sé que en todo el departamen­to de Sucre hay niños con mucho talento y lo que nos falta es una buena escuela para que estos lleguen a ser futbolista­s profesiona­les”.

El proyecto de grado del jugador de Águilas es construir un club en un terreno que tiene. Estará abierto a todos los niños y jóvenes, no solo para practicar fútbol, sino también otros deportes. Esa será su forma de retribuir al deporte todo lo que le ha dado.

“Estoy agradecido con todo. Como deportista­s, somos muy privilegia­dos por la vida que llevamos. Lo mejor que puedo hacer una vez me retire es ayudar a otros a que cumplan su sueño, como lo hice yo”.

‘‘La

familia siempre está para uno todo el tiempo. Y, aunque es invisible para el público, es fundamenta­l para el deportista”,

Guillermo Celis.

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/ Águilas Doradas Guillermo Celis hace parte de la nómina de Águilas Doradas.
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