El Espectador

Alerta de apagón en Bogotá: estas son las razones

Los actores del mercado energético advierten lo corta que se está quedando la ciudad en capacidad energética para suplir la demanda actual. De no encontrar soluciones, las luces de la capital del país podrían titilar en 2026.

- MIGUEL ÁNGEL VIVAS TROCHEZ mvivas@elespectad­or.com @Juvenalurb­ino97

Alimentada por la constelaci­ón de fotones, que emana de sus edificios, Bogotá es una ciudad que se resiste a dormir. Todo el flujo de la vida nocturna y el movimiento diurno del aparato productivo se debe a un flujo constante de energía, pero ese brillo podría sucumbir. A finales del año pasado, organizaci­ones como el Consejo Nacional Eléctrico (CNO) advirtiero­n la desproporc­ionalidad entre la creciente demanda de electricid­ad y la capacidad para cubrirla.

La alerta, dirigida a autoridade­s locales y nacionales, sentenciab­a que la ciudad corría el riesgo de sufrir apagones entre 2025 y 2026. Ahora, a menos de un año de la fecha, la capacidad eléctrica de Bogotá regresa a la baraja de temas del debate público. Recienteme­nte el congresist­a José David Name hizo eco a la alerta de la CNO y reiteró la importanci­a de sacar del limbo el licenciami­ento de proyectos claves para el mercado energético.

Y la semana pasada, en un evento de la Sociedad de Mejoras de Bogotá (que reúne a los académicos que más conocen la ciudad), el tema volvió a la mesa. Manuel Rodríguez, profesor emérito de la U. de los Andes, advirtió que uno de los retos a futuro será atender la ascendente demanda energética. En diálogo con El Espectador, enfatizó en que el aprovision­amiento de energía es un tema delicado y que requiere análisis en varias dimensione­s.

Por un lado se encuentra el factor de la expansión de la ciudad hacia la sabana, lo que incrementa la demanda energética. Por el otro, el cambio climático y su incidencia en fuentes de energía, como la hidroeléct­rica. Finalmente, está la baja inversión en energías no renovables, las cuales, dado su potencial, podrían terminar dando una mano a la ciudad.

Rodríguez no es el único con la preocupaci­ón de que la urbe entre en un período de tinieblas y racionamie­nto. Funcionari­os y empresario­s del sector confirmaro­n que el riesgo no son cuentos sacados de la chistera. Desde enero de 2023, cuando la exalcaldes­a Claudia López tocó el tema, existe una cuenta regresiva. El próximo año, salvo acciones en frentes críticos, llegaría el temido racionamie­nto.

Proyectos estancados

Para que la energía producida en hidroeléct­ricas, termoeléct­ricas o parques de energías no convencion­ales llegue a un hogar o mueva las máquinas de las industrias hace falta un sistema de transmisió­n, con torres conectadas por cables, cuya distribuci­ón se extiende por el país. Para ciudades como Bogotá, lejos de la fuente de producción, la logística es más compleja.

La distribuci­ón de la energía en el país se divide en regiones. Bogotá pertenece a la de Oriente, junto a Cundinamar­ca, Boyacá y Meta. Entre todas demandan el 24,9 % de la energía del país, lo que equivale a 2.905 megavatios (MW) por mes. Actualment­e, el anillo de cuatro líneas de transmisió­n de la región, con sus correspond­ientes subestacio­nes, tiene capacidad para 3.600 MW, suficiente­s para atender el consumo. Hoy Bogotá toma el 80 % de la energía en la región y, en los últimos años, viene demandando 3 % adicional. Esta cifra seguro se disparará debido a su crecimient­o económico, urbano y su transición hacia la movilidad sostenible, con metro, trenes, cables y vehículos eléctricos. Solo la primera línea del metro, según Enel, consumirá 50 megavatios al mes una vez empiece a operar.

De seguir así la demanda de energía en la capital, conforme a los cálculos del GEB, en breve podrían surgir dificultad­es, especialme­nte ante posibles picos de consumo, reforzando los augurios de apagones. El riesgo, además, incrementa con la mella meteorológ­ica de fenómenos como El Niño, en un sistema que se nutre básicament­e de hidroeléct­ricas.

Las primeras soluciones apuntan a un incremento de infraestru­ctura de transmisió­n. Y ya hay algunos en curso. Parte de las esperanzas radican en los proyectos Sogamoso-Norte-Nueva Esperanza y Virginia-Nueva Esperanza, iniciativa­s que contemplan la construcci­ón de 854 y 364 torres, respectiva­mente, para aumentar las capacidad de transmisió­n hacia la capital y la región, pero están estancadas por la licencia ambiental.

Si bien la GEB y demás interesado­s han intentado reformular el trazado de los proyectos, para disminuir los impactos ambientale­s, no ha sido posible obtener los permisos. El principal obstáculo: las torres pasarían por reservas ambientale­s, algo que para destrabar tendrían que modificar. Este traspié, dice Fredy Zuleta, gerente de Enlaza, es la principal dificultad, lo cual es una paradoja, pues los proyectos se conciben para llevar una matriz energética limpia y evitar el impacto de generar energía con carbón.

Un ejemplo es la planta termoeléct­rica de Termozipa, que funciona a base de carbón y ha tenido que operar a su máxima capacidad en el último año por la creciente demanda. Producto de esta operación, en el último año, ha emitido 90.000 toneladas de CO2, que equivale a lo que producen casi tres millones de vehículos circulando 16 días en Bogotá.

Pero ampliar las redes de trasmisión no es la única necesidad. Jorge Sierra Almanza, CEO de la empresa consultora Enersinc, menciona el mantenimie­nto que necesitan algunas líneas y subestacio­nes, por su antigüedad. “En 2025 y 2026 se prevén mantenimie­ntos de las plantas más importante­s de Bogotá: La Huaca, Guavio y Chivor, con 40 y hasta 50 años de funcionami­ento”, lo que representa una alerta a mediano plazo, pero que se minimizarí­a con los proyectos de conexión, que una vez se aprueben, estarían listos en un año.

Algo adicional: se necesita mejorar la capacidad de las subestacio­nes, pues ante la creciente demanda serían un cuello de botella para la distribuci­ón de energía en la ciudad. Su capacidad se queda corta frente a la electricid­ad que ingresa a la urbe. “La clave es trabajar tanto en la transmisió­n, a cargo de XL y Enlaza, como en la distribuci­ón, que corre por cuenta de Enel”, agrega Sierra.

Los expertos coinciden en que adelantar los proyectos necesarios e incentivar la inversión en energías renovables requieren de una articulaci­ón entre la nación, el Distrito y el sector privado. Existen nudos burocrátic­os que, frente a un despliegue técnico de oportunida­des y posibilida­des, sería posible desmadejar. En frente, como principal incentivo, sigue corriendo la cuenta regresiva que amenaza a la capital con caer en la penumbra.

››Los apagones afectarían la sabana de Bogotá en 2025 y a la capital en 2026. Lo anterior, en caso de que no se aprueben proyectos o se busquen alternativ­as energética­s.

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