Blink-182 en Colombia, el sueño cumplido de una generación
Tardaron 32 años en pisar suelo colombiano, pero siempre estuvieron presentes en miles de jóvenes que crecieron con su rebeldía, su humor satírico y su estilo de vida insolente.
El reloj marcaba el mediodía y la campana del colegio interrumpía la fantasía musical de Carlos el Mono García, quien jugaba a ser baterista con sus lápices, su cuaderno y su pupitre.
Era julio de 2001 y su única preocupación era llegar a su casa, en Facatativá, para armar una batería con los tarros de las galletas de Navidad y reventarlos con su hermano al ritmo de Travis Barker, en el videoclip de First Day, de Blink-182, del álbum Take Off Your Pants And Jacket.
Ese mismo disco fue el que el Mono, ahora bajista de Pez Errante, consiguió en el centro de Bogotá a los 13 años y con el que aprendió a tocar su instrumento que, por ese entonces, se lo prestaba un conocido que tocaba vallenato.
Por esos mismos días, pero en Zipaquirá, Steven Baquero ponía en el VHS de la casa uno de los videocasetes, que grababa su hermano Javier, con las presentaciones en vivo de la banda californiana que se transmitían por MTV o Vía X.
No había internet ni celulares, y mucho menos cursos de música en línea. ¡Era otra época! Por lo que para aprender a rockear, el ahora vocalista y guitarrista de Apolo 7, pausaba los videos cuando la cámara se acercaba a la guitarra de Tom DeLonge e intentaba replicar con sus dedos los acordes ácidos, poderosos y frenéticos de la banda estadounidense.
Blink-182 supo darle una cachetada a la perfección y el brillo de la cultura pop, con la rebeldía y el descaro del punk de garaje. Eso cautivó a una generación de adolescentes que entendieron que no tenían que ser perfectos para disfrutar de la vida.
A pesar de su éxito mundial, a la banda estadounidense le tomó 32 años pisar suelo colombiano, incluso el de Suramérica. Durante ese tiempo ¡les pasó de todo! Vendieron más de 50 millones de discos, llevaron su sonido irreverente hasta Japón con producciones como Enema of the State (1999) y Take Off Your Pants And Jacket (2001), fueron la banda sonora de videojuegos dedicados al skate como los de Tony Hawk y se convirtieron en ídolos adolescentes de MTV, que homenajeaba su humor satírico y su estilo de vida insolente.
Pero como en toda relación tóxica, iban y volvían. Sufrieron varias separaciones y a cada uno de los integrantes les pasaron algunas situaciones bien particulares. El baterista Travis Barker sufrió un accidente de avión en 2008 y fue uno de los dos sobrevivientes del accidente; el bajista Mark Hoppus fue diagnosticado con linfoma en 2021 y tuvo que someterse a quimioterapias, y el vocalista Tom Delonge abandonó la banda en 2015 por segunda vez para dedicarse a la ufología, pues como dice su canción, Aliens Exist.
Regresaron en octubre de 2022 y anunciaron un nuevo álbum y una gira mundial, que incluía a Colombia en 2023. Pero… todo se fue al carajo. Barker sufrió una lesión en uno de sus dedos durante un ensayo y se canceló su visita a Latinoamérica. ¡Una desilusión más!
El presente
Todo eso quedó atrás, y hoy por fin llegó la cita más esperada. Esta noche, desde las 9:30 p.m. en el escenario Johnnie Walker del Festival Estéreo Pícnic, Blink-182 pondrá a vibrar a más de 50.000 personas en el Simón Bolívar. Su presentación, más que una primera vez, será un reencuentro nostálgico con una generación que creció con su forma de ver la vida y que fue parte fundamental en el nacimiento de varias bandas icónicas del país.
Así lo recuerda Diego Pulecio, vocalista de Don Tetto, quien parchaba con sus amigos en las tiendas musicales en Bogotá y en conciertos con bandas que trataban de emular lo que hacía la banda emblemática del pop punk.
“Blink fue una inspiración para todas las bandas de mi generación. Lo más importante fue que nos mostró que no teníamos que ser los más virtuosos o talentosos en el instrumento para escribir canciones que tuvieran un significado. Blink-182 es una inspiración muy grande en Don Tetto y creo que una de las razones por las que somos una banda es por ellos”, aseguró Pulecio para El Espectador.
Ese sentimiento no solo era compartido en Bogotá, Fusagasugá o Zipaquirá, sino también en Medellín e incluso en Málaga, Santander.
Arturo Cardozo, vocalista de Asuntos Pendientes, recuerda las interminables tardes en la capital de Antioquia jugando PlayStation, viendo MTV y dando sus primeros acordes en la guitarra, emulando los riffs y arpegios de Tom, mientras sus primos montaban patineta.
Esos rituales en torno a la música terminaron en tribus urbanas, estilos como el “skate punk” y hasta en maneras de vivir. “Era música que cantaba la verdad de ellos, lo que les gustaba y lo que no. Los videos eran impactantes. Generó una moda, un corte de pelo y unos accesorios. La juventud se identificó muchísimo”, dijo Julio Correal.
Un mundo distinto
El concierto de esta noche representa para la generación de 2000 una vuelta a la juventud y desconectarse de la realidad para cumplir una cita con la nostalgia.
También es un paso importante en la industria musical en Colombia, que ya está siendo parte del radar de grandes artistas y que demuestra la capacidad de organizar eventos de talla mundial.
Sin duda, es un recordatorio de que las experiencias compartidas a través de la música pueden trascender el tiempo y unir a personas de diferentes lugares y épocas en una misma celebración.
››Blink-182 supo darles una cachetada a la perfección y el brillo de la cultura pop, con la rebeldía y el descaro del punk de garaje.