Piedras parlantes
Por conocer en persona a tres de los protagonistas y estar familiarizado con la exigente postura que requiere cabalgar entre dos culturas, me sumerjo con los ojos muy abiertos en la novela autobiográfica La voz de las piedras, de la autora colombiana de origen japonés Nobara Hayakawa.
Subtitulada Un álbum familiar, es un fascinante viaje por el árbol genealógico de una pareja japonesa recién casada que viajó a Colombia en 1968 con la idea de trabajar dos años y, pese a los retos culturales y la violencia del país, desarrollaron un profundo arraigo y compromiso con su tierra adoptiva.
Ella, Nobu (a quien entrevisté para El Espectador en 2016) es la nieta de Yumeji Takehisa (1884-1934), pintor homenajeado en varios museos de Japón, cuyo legado perdura en la estética del manga y los estampados tradicionales. Se hizo artista en Colombia y ha sido una enamorada de América Latina desde que redactó una tesis sobre Simón Bolívar en la Universidad Sofía, de Tokio.
Su esposo Masatoshi, arquitecto paisajista fallecido en el año 2000, me regaló en una de mis visitas a Bogotá una excursión a bordo de su camioneta en la que recorrimos algunos jardines con los que había embellecido la ciudad.
“Ha pasado algo terrible, muy terrible: ¡no eres la nieta del gran pintor!”, le dice Masatoshi a su esposa por teléfono desde Japón en el primer capítulo.
Aunque el hallazgo despoja a Nobu de los lazos de sangre con su célebre abuelo, revela que sus padres biológicos son otro par de personajes no menos importantes en la vida cultural japonesa del siglo pasado: el poeta y pintor Makoto Tsuji e Yvonne, sofisticada japonesa nacida en París, cuya vida fue objeto de una novela de su padre, Musoan Takebayashi, conocido especialista en literatura francesa y traductor de Emile Zola.
Las adopciones, los cambios de nombre, las infidelidades y los suicidios (exitosos y fallidos), además de la perturbadora muerte de una bebé en un armario lleno de futones, puntúan una saga para la cual la autora nos prepara con una cita dadaísta sobre lo contradictorio, grotesco e inconsistente de la vida.
Con profusión de fotos y compaginando episodios con suegras celosas, información sobre el valor de las multas para los suicidas en Tokio según la línea de tren, la diferencia entre los mendigos latinoamericanos y los japoneses o la historia del templo del Pabellón de Oro, famoso por la novela de Yukio Mishima, el libro entretiene y enseña.
Una obra que ilumina ambas culturas y completa el legado de las pinturas y esculturas de Nobu y los árboles que un día sembró Masatoshi.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.