Las mujeres que quieren convertirse en restauradoras de la selva de Guaviare
La historia de 15 mujeres que se hicieron expertas en el bioma amazónico: sus presiones por la pérdida de cobertura vegetal y los riesgos por deforestación. Son de Guaviare, donde este problema disminuyó un 39 %.
La familia de Maribel García llegó a Guaviare mucho antes de que ella naciera. Creció escuchando las historias de sus abuelos sobre ríos caudalosos, bravos, y la selva que se extendía compacta por el departamento. Por eso, cuenta que sus antepasados utilizaban hachas y peinillas para “tumbar y tumbar” los árboles que parecían infinitos.
Pero las generaciones cambian y, como recuerda García, si bien ese era el método que sus abuelos encontraron para sobrevivir económicamente hace más de 50 años, hoy la realidad es otra. Aunque las últimas cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) indican que en Guaviare la deforestación en 2023 disminuyó un 39 % respecto a 2022, el departamento sigue siendo una zona del arco amazónico afectado por esta problemática que preocupa al Ministerio de Ambiente por sus dinámicas y riesgos.
“¿Qué les vamos a dejar a nuestros nietos y al futuro?”, se preguntaba García a la salida de la estación experimental El Trueno, del Instituto Amazónico de Investigaciones
Científicas (Sinchi), ubicado en San José del Guaviare. Su hija, Yesica León, le sostenía el bolso a pocos metros de distancia. Ambas estaban ahí por un taller para aprender a reforestar dirigido solo a mujeres. Además de ellas, otras 13 asistieron, cada una con historias ligadas al conflicto armado de nuestro país y a la implementación de la paz.
El taller fue convocado por Paz con la Naturaleza, un proyecto financiado por el gobierno británico a través de UKPact que, desde 2018, viene trabajando iniciativas con excombatientes y civiles para ayudar a la implementación del Acuerdo de Paz firmado en 2016. En palabras de Angélica Pinzón, consultora de la ONG, ese taller fue la primera vez que algunas de sus participantes se alejaron de sus casas por tanto tiempo.
Aunque Paz con la Naturaleza ya había trabajado con esas familias en talleres que no tenían que ver con reforestación, eran los esposos, los abuelos o los hijos los que participaban. “Ellas se quedaban en sus casas”, contó Pinzón.
Durante algunas jornadas, profesionales del Sinchi les enseñaron a las mujeres sobre el bioma amazónico: sus presiones por la pérdida de cobertura vegetal y los riesgos relacionados con la deforestación. Les enseñaron a reconocer fotografías tomadas por satélites que mostraban puntos de afectación en sus propias veredas. Incluso, compararon imágenes pasadas con versiones actuales.
En palabras de Jaime Góngora, director de Paz con la Naturaleza, la mayoría de las participantes tenían historias con el conflicto armado: desde víctimas de algún hecho hasta familiares de firmantes de paz que están intentando reincorporarse a la vida civil.
Yolvi Padilla, asesora de la dirección de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), asistió también a los cinco días de talleres en el Sinchi.
Para ella es sumamente significativo que sean mujeres quienes quieran conformar un grupo de restauradoras en el departamento, pues ellas también han cumplido un rol fundamental en la construcción de paz tras la firma del Acuerdo en 2016.
¿Qué sigue para ellas?
Durante el último día de la jornada, Góngora y Pinzón hicieron énfasis en que, después de su formación con el Instituto Sinchi, las 15 mujeres tenían la oportunidad de agruparse formalmente para ser restauradoras de Guaviare. Incluso, se plantearon la posibilidad de presentarse al Minambiente para ser parte del Programa Nacional de Pagos por Servicios Ambientales, en el que se paga a personas naturales o jurídicas que ayudan a preservar y restaurar ciertos ecosistemas.
Por eso las participantes debatieron cómo podría ser la estructura de representación del grupo, el propósito que tendría y sus principios. Al final del día ya habían conformado un grupo con cinco representantes de diferentes veredas para determinar los pasos a seguir. “Esto nos hace sentir valiosas”, dijo Maribel. “Pero, de manera más importante, a continuar con las iniciativas por las que tanto hemos trabajado durante los últimos años, porque, de alguna manera, nuestro trabajo está unido a la naturaleza, y si ella no sobrevive, nosotras tampoco”.
* Nombre reservado por petición de la fuente.
‘‘Lo que pasa es que, siempre que hablamos de restauradores, pensamos en hombres”.
Jaime Góngora
‘‘Nuestro trabajo está unido a la naturaleza, y si ella no sobrevive, nosotras tampoco”.
Maribel García