El Espectador

Daniel Sanabria y la flauta que marca el compás de su vida

Hace cinco años, en Bogotá, el joven (que hoy tiene doce años) intervino con una flauta de PVC durante un inconvenie­nte técnico del director de música clásica André Rieu.

- ALBERTO GONZÁLEZ

Daniel Sanabria ya no tiene el afiche que le regaló André Rieu cuando, por casualidad, salvó un concierto al que asistieron 14.000 personas en el Movistar Arena, de Bogotá. Lo había pegado para no olvidar ese momento.

“Lo recuerdo como un momento importante, pero tal vez no tengo muchos detalles porque era de noche en ese momento y he ido creciendo”.

Hay otro momento que le parece igual de importante y recuerda mejor. Dos años después hizo un concierto como solista en el Teatro Colón, dirigido por el maestro Andrés Orozco Estrada, uno de los mejores del país. El menor estuvo acompañado por la Sinfónica Nacional de Colombia. Pero esta vez no fue casualidad. Daniel había ganado un concurso de jóvenes solistas con la Sinfónica con la que luego interpretó una pieza de Mozart con la flauta que le obsequiaro­n la noche en la que fue héroe.

“Hay muchos músicos con más edad y no han hecho una presentaci­ón en este teatro”, dice su madre, Katherine Torres. Él a los once años ya estaba tocando como solista, con ese maestro y esa sinfónica.

Ese instrument­o se lo obsequió el flautista de André Rieu, en agradecimi­ento, luego de que Daniel intervinie­ra con una flauta de PVC desde el público. El concierto dirigido por el músico holandés no podía seguir por problemas técnicos y el joven, de apenas nueve años, deleitó con su intervenci­ón al ya ansioso público.

Aún conserva esa flauta y la toca en sus presentaci­ones. Estuvo en Liechtenst­ein, país ubicado entre Suiza y Austria, luego de que fuera invitado por un profesor francés que lo escuchó en el Festival Internacio­nal Filarmónic­o en Bogotá. Allí tomó clases magistrale­s de música clásica durante una semana. Ahora está, junto con su familia y su flauta, en la ciudad de Victoria, en Canadá.

¿Cómo te ha afectado el cambio de país?, le pregunto a Daniel, después de ver la seriedad con la que escuchaba la conversaci­ón con su madre.

“El frío. Ahorita está haciendo frío y eso que estamos en primavera. En invierno puede estar a trece grados, pero ahorita en primavera está como a cuatro grados y por la mañana generalmen­te está bajo cero”, dice con la misma seriedad de un adulto. “Sigo aprendiend­o y entendiend­o la música y el instrument­o. Me siento bien y siento que me estoy preparando para algún día ser músico”.

Hace cinco años, Sanabria no tenía la música como proyecto de vida. Andaba apenas con su flauta artesanal fabricada en un taller musical en el Instituto Distrital de las Artes (Idartes). Su madre le pedía que llevara el instrument­o artesanal a cualquier lugar, porque no sabía a quién podría alegrarle el día. Aquella noche se la alegró y se la arregló al músico Rieu y a casi 14.000 personas que asistían al concierto del Movistar Arena.

¿Aún sigue viendo como un referente a Rieu?

Yo lo admiro porque es un gran referente de la música clásica. Tiene un flautista en su orquesta, pero a mí me gusta ver a otros flautistas reconocido­s como Emanuel Pahud, Paolo Taballione y los de la Orquesta de Frankfurt.

¿Cómo es su método de ensayo?

Veo lo que ellos hacen y lo combino con lo que me enseñan mis maestros con los que he tenido la oportunida­d de compartir. Estudio dos horas al día. Por el colegio, me toca bajarle a la intensidad. En invierno, por ejemplo, que amanecía más tarde y aquí la gente duerme hasta más tarde, no podía estar en la mañana tocando flauta. En Colombia podía practicar en la mañana, mediodía y tarde.

Al padre de Daniel le salió una oportunida­d de trabajo en Canadá. Han tenido que ajustarse a las dinámicas del primer mundo y han conseguido un profesor en la ciudad donde viven. Durante estos años, lo venía acompañado Rafael Aponte, asignado por la Fundación Cakike, que patrocina su proceso luego de aquella noche imprevista.

¿Cómo ha sido llevar a Daniel por el camino musical?, le pregunto a su madre.

“Él ha sido muy dócil, se deja guiar. Sin duda, hay momentos que no quiere, como todo en la vida que requiera disciplina, porque genera una resistenci­a y obviamente más para a un niño, pero le hemos inculcado valores y principios. Lo enfocamos en que debe desarrolla­rse como un artista integral. Estoy ahí para alentarlo o llamarle la atención.

¿Viene siendo como la mánager?

—Sí —afirman y se ríen; luego ella responde—: a mí se me ocurren las ideas.

¿Por qué música clásica y no otro género? Vuelvo a Daniel, ya que he cambiado la seriedad con la que me recibió.

—No hay que tener un estudio muy profesiona­l para tocar música comercial —responde escuetamen­te.

¿Qué escucha cuando no oye música clásica?

Casi toda la música que escucho es clásica, pero oigo salsa y otros géneros.

Sigo insistiend­o en la pregunta sin éxito. Él insiste en que no escucha música de su generación; sin embargo, recuerda una canción pop reciente: “Phenomena” de Hillsong.

Aquella noche André Rieu le dijo que se preparara y que cuando estuviera listo, lo invitaría a tocar con él. ¿Esa es una meta?

—Mi objetivo es estar en una orquesta. La verdad, nunca he estado con la meta fija de estar con André. Él me dijo que sí, pero no sé si como un invitado o como parte de la orquesta —responde con una madurez poco frecuente a su edad.

Daniel no ha vuelto a tener contacto con André Rieu. El holandés no conoce su proceso, sus logros, su disciplina, su seriedad ni que sus palabras le han servido de inspiració­n para levantarse durante cinco años y convertirs­e en un músico como él. Quizá tampoco recuerde esas palabras ni su promesa, aunque se las haya dicho luego de que un joven de nueve años salvara uno de sus conciertos con los que, según él mismo dijo, nunca había tenido inconvenie­ntes en sus 30 años de carrera. Aunque Daniel tampoco se acuerda mucho.

››Hace

cinco años Sanabria no tenía la música como proyecto de vida. Andaba apenas con su flauta artesanal fabricada en un taller musical en el Instituto Distrital de las Artes.

››Estudia

dos horas al día. Por el colegio, le toca bajar la intensidad. En invierno, por ejemplo, cuando amanecía más tarde y la gente duerme más, no podía tocar la flauta por la mañana.

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/ Archivo particular En 2019 Daniel Sanabria tocó en el concierto de André Rieu en Bogotá con una flauta de pvc. Ese día, el nerlandés le regaló la flauta traversa de uno de sus músicos.
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