El Espectador

La iniciativa que transforma la resolución de conflictos en los colegios

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Justa-mente es una campaña de Educapaz y la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) que surgió en 2021 con el objetivo de transforma­r la manera en la que se resuelven conflictos cotidianos en los entornos escolares. Pasaron de acciones punitivas a medidas restaurati­vas.

Tradiciona­lmente, nos han enseñado que la forma “adecuada” de impartir justicia es con el castigo. Nos explicaron que si hacemos algo mal, debemos recibir una sanción, cuya dureza dependerá de la falta. Se trata de una receta que se ha replicado por generacion­es y llegó a los salones de clases. En 2021, cinco años después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, que puso fin a un conflicto de más 50 años con ese grupo armado ilegal, un proyecto decidió apostar por la transforma­ción de este concepto de justicia.

Se trata de Justa-mente, iniciativa de Educapaz y de la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP), que surgió para que “desde los colegios, la comunidad educativa pueda comprender qué es el proceso de justicia transicion­al que atraviesa el país”, resume Juana Yunis, directora ejecutiva de Educapaz.

En esta estrategia, niños, jóvenes y profesores son sujetos activos del proceso de justicia transicion­al y restaurati­va que ha atravesado el país en estos ocho años. Según Harvey Suárez, secretario ejecutivo de la JEP, “el objetivo es que entiendan que no hay solo una forma de hacer justicia en los conflictos diarios. Buscamos alejarnos un poco de esta cultura que señala que la única forma de justicia es el castigo, la venganza y la cárcel”.

Suárez explica que cuando hablamos de justicia transicion­al y restaurati­va nos referimos al proceso que se realiza para resolver un problema enfocándos­e en la compensaci­ón del daño a las víctimas. Por eso, el punto de partida han sido los colegios ubicados en los municipios PDET, aquellos territorio­s que han sido afectados por el conflicto armado y donde se han reportado casos de revictimiz­ación.

El colegio piloto de esta iniciativa fue la institució­n educativa San Antonio María Claret, de Montelíban­o (Córdoba), que tiene 980 estudiante­s de estratos 1, 2 y 3 que han vivido en una zona afectada por el conflicto armado. Allí, su rector, Hugo Benedetti, dice que desde 2022 se empezó a implementa­r la estrategia de Justa-mente y señala que uno de los casos más relevantes fue el de ciberacoso hacia una niña.

En décimo, uno de los estudiante­s culpó a su compañera por una serie de pérdidas de cuadernos, libros y lápices. En redes sociales la señaló sin ninguna prueba, provocando que la amenazaran de muerte. “Cuando nos dimos cuenta, la niña ya había entrado en un estado de depresión y no quería ir al colegio”, recuerda el rector.

Una de las respuestas más comunes ante esta situación, plantea Benedetti, podría haber sido expulsar a los estudiante­s. “Así se manejaba antes”, señala, pero cuestiona si la única opción es dejar a un niño sin educación, “sobre todo en estos municipios que son muy golpeados por la violencia”.

Con la estrategia Justamente, el discurso y la respuesta a esta situación dieron un giro de 180 grados. La primera medida que tomó Benedetti fue llamar a los estudiante­s para entender por qué habían publicado esa informació­n y encontró que lo hicieron sin dimensiona­r el daño. “Reconocier­on que habían cometido un error y se comprometi­eron a pedirle disculpas en público”, asegura el rector, quien reitera que el problema se resolvió y la estudiante se reintegró.

Los otros alumnos tuvieron una sanción pedagógica e investigar­on qué era el acoso escolar. Los hallazgos los debían exponer en los grados noveno, décimo y once, con el propósito, dice Benedetti, de concientiz­ar sobre la problemáti­ca.

Aunque el rector comenta que esta iniciativa ha tenido un impacto positivo en la institució­n, pues los estudiante­s están aprendiend­o a solucionar los conflictos sin tener que llegar a instancias superiores y, generalmen­te, esos casos no se vuelven a repetir, señala que al comienzo enfrentaro­n una serie de retos. Sobre todo desde la comunidad docente y los padres, que, dice, estaban acostumbra­dos a la sanción.

Sin embargo, tras una serie de talleres pedagógico­s, entendiero­n que cuando se sancionaba a los estudiante­s o los expulsaban, no solo quedaba un grado de resentimie­nto sino, que además, no reparaban sus faltas. En cambio, notaron que en los casos donde se había aplicado la justicia restaurati­va, quien cometía una falta reconocía su error y se preparaba para reparar aunque fuera una parte del daño.

Así como han trabajado en la institució­n educativa San Antonio María Claret, la iniciativa se ha extendido a otros 84 colegios de Córdoba, Antioquia, Cesar, Casanare, Norte de Santander, Meta y Valle del Cauca, donde, añade Yunis, han llevado material didáctico, realizado formación docente y conversato­rios virtuales y presencial­es. “Hemos impactado a más de 2.500 estudiante­s del país”, cuenta.

Entre los resultados que han empezado a notar en su tercer año de implementa­ción, asegura Yunis, está el cambio y la resignific­ación de los manuales de convivenci­a, en los que cada vez se ven menos medidas sancionato­rias y más acciones restaurati­vas. Según el secretario ejecutivo de la JEP, esperan que estos niños sean agentes de cambio y puedan aplicar la estrategia de justicia transicion­al y restaurati­va en otros espacios, como el familiar o en su comunidad, pues, insiste, esta iniciativa debe impactar y transforma­r positivame­nte cada uno de estos escenarios para tener una comprensió­n distinta del conflicto y sus efectos.

››Justa-mente

es una iniciativa de Educapaz y de la JEP para que, desde los colegios, la comunidad educativa pueda comprender qué es el proceso de justicia transicion­al que atraviesa el país.

››La

campaña se ha extendido a 84 planteles educativos de Córdoba, Antioquia, Cesar, Casanare, Norte de Santander, Meta y Valle del Cauca.

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/ Archivo particular El colegio piloto de esta iniciativa fue la Institució­n educativa San Antonio María Claret, de Montelíban­o (Córdoba), que tiene 980 estudiante­s.
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