El Espectador

El Jorge Barón de los derechos humanos

- MARÍA ALEJANDRA MEDINA C.

Jorge Luis Barón fue elegido, en noviembre pasado, concejal del condado de King (estado de Washington). Tras 20 años trabajando en organizaci­ones defensoras de los derechos de los inmigrante­s, dio el salto a la política para impulsar esta causa desde otro frente.

IJorge Luis Barón llegó a Estados Unidos a los 13 años. Emigró con su madre para instalarse en un país extraño, del que ni siquiera sabía el idioma. A esa corta pero importante edad, no podía ni siquiera comunicars­e con sus compañeros de escuela. “Fue una experienci­a difícil, ese sentimient­o de ser el extranjero”, contó en diálogo con El Espectador.

Pese a las dificultad­es, reconoce que su camino no fue tan complicado como el de otras personas que llegan en busca del sueño americano. “Siempre tuve personas que me apoyaron”, recuerda. Su experienci­a fue determinan­te para dedicar buena parte de su vida a defender los derechos de los inmigrante­s en Estados Unidos.

Aunque ya de adulto llegó a coquetear con la posibilida­d de seguir la trayectori­a de su padre, el querido presentado­r de El show de las estrellas, tras haber probado suerte incluso en Hollywood, finalmente optó por ser del “tipo de persona que ayuda a quien llega a un nuevo país, a un lugar extraño que no siempre da la bienvenida de manera amable”.

Se formó como abogado en Yale, y durante 20 años se dedicó a ese propósito desde la sociedad civil, 17 de ellos en el Proyecto para los Derechos del Inmigrante del Noroeste. “Fue un trabajo muy importante durante todo ese tiempo, pues ha habido mucha necesidad de defender estos derechos, sobre todo en el período del gobierno de Donald Trump”.

Su motivo han sido las personas que migran buscando protección (y que a la luz del derecho internacio­nal deben recibirla), “escapando de la violencia y la persecució­n en otros países, llegando aquí muchas veces con dificultad­es económicas y para poder integrarse u obtener vivienda”; pero ahora, “debo enfocarme no solo en migración”.

Con “ahora” se refiere a su nueva responsabi­lidad como concejal, pues en noviembre pasado fue elegido por el Distrito 4 del condado de King, estado de Washington (noroeste del país), jurisdicci­ón a la que pertenece la ciudad de Seattle.

“Hubo un momento en que decidí que quería ayudar de una manera diferente. Era importante como profesiona­l buscar nuevas maneras de trabajar por la comunidad, pero también se debió a que yo fui el líder de la organizaci­ón por 15 años y vi que había otras personas que estaban listas para tomar un nuevo liderazgo”. Luego de él, la subdirecto­ra, Malou Chávez, asumió como directora ejecutiva.

Afirma que siempre gravitó alrededor de la política, “no desde el gobierno, pero viendo las decisiones que tienen mucho impacto en la comunidad”. Tuvo sentido, entonces, decir: “Llevo mucho tiempo tratando de convencer a otras personas de que creen buenas políticas; es el momento de intentar estar ahí adentro y buscar cómo trabajar por una comunidad más inclusiva”.

Aunque en su agenda en el Concejo entrarán muchos otros temas, dice que seguirá interesado en apoyar a las personas migrantes con dificultad­es. Y el momento no podría ser más delicado. El asunto migratorio está siendo capitaliza­do políticame­nte quizá como nunca antes a las puertas de la campaña presidenci­al de 2024. No solo los republican­os (aupados por el virtual candidato Donald Trump) califican de desastrosa la gestión fronteriza, sino también miembros y líderes del Partido Demócrata, que subió al gobierno hace cuatro años con promesas políticas favorables a la movilidad humana, pero que ahora abogan por medidas más duras.

“La política ha creado una narrativa de que los inmigrante­s son algo malo que afectará al resto de la comunidad”, explica. Aunque reconoce que hay desafíos, “también hay mucha oportunida­d, y eso es lo que la gente muchas veces no ve, que, a largo plazo, para los países que reciben personas, es positivo, sobre todo para un país como Estados Unidos, con una población que envejece y está dejando de trabajar. Necesitamo­s personas jóvenes para integrarse a la fuerza laboral y apoyar la economía”.

Está preocupado por el tipo de políticas que vendrían con el eventual regreso de Trump a la Casa Blanca. “Lo más importante en este tema es pensar en las personas impactadas y cómo protegerla­s”, afirma, sin olvidar el rol de todos los países con la población migrante y refugiada, según sus capacidade­s. “Debe ser una responsabi­lidad compartida”, así como también es importante que “a largo plazo se creen las condicione­s para que las personas no tengan que salir de sus países”.

Con Tyler, su esposa, tiene tres hijos: Luna, Isabella y Luca. La primera, de hecho, ha sido fuente de inspiració­n para otra de sus luchas: la visibilida­d trans. “Como muchas personas, para mí fue algo en lo que no pensaba, pues crecimos en un período en que no se entendía”. Sin embargo, ha volcado todos sus esfuerzos a apoyar a su hija y a personas con vivencias similares. “Para mí siempre fue muy claro que mi hija siempre ha sido mi hija, ella sabía quién era desde que tenía dos años”.

Y no se podría cerrar una conversaci­ón con él sin hablar de otro de sus grandes amores: Colombia. “Mi corazón siempre será colombiano, eso siempre será parte de mi identidad”. Es un amor inculcado en buena parte por su padre, de quien, por cierto, se siente muy orgulloso. “Ha sido una buena experienci­a poder crear una carrera diferente a la de él, y sé que él también está muy orgulloso del trabajo que estamos haciendo”.

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y su esposa (Tyler) tienen tres hijos: Luna, Isabella y Luca. La primera ha sido fuente de inspiració­n para otra de sus luchas: la visibilida­d trans.

‘‘Mi

corazón siempre será colombiano”, dice Jorge Luis Barón. Es un amor inculcado en buena parte por su padre, el presentado­r del “El show de las estrellas”, de quien, por supuesto, se siente muy orgulloso.

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/ Archivo particular Jorge Luis Barón (centro, al fondo, de camisa azul) emigró a los 13 años de edad a Estados Unidos.
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