El vocabulario pro
En una reciente consulta al portal The Wine Investment, encontré en su área de contenidos una sección de notas útiles que nada tiene que ver con inversiones.
La más llamativa se refiere al lenguaje utilizado para describir aromas y sabores en palabras. No por el aficionado, sino por el enófilo, el sommelier o el coleccionista. Es lo que el portal denomina la “terminología profesional o pro” del vino.
El territorio de los descriptores puede salirse de cauce. Incluso, según The Wine Investment, llega a abarcar toda la gama del alfabeto. Esta lista no es corta. Como sé que puede interesar, la cubriré en dos entregas.
Acidez
Componente importante en todos los vinos, especialmente en los blancos. Genera frescura y chispa en el paladar. Cuanto más ácido, más refrescante y crujiente.
Angular
Se refiere a vinos de acidez alta que impactan varias zonas del paladar al mismo tiempo.
Aroma
Olor del vino. Se siente muy marcado en los vinos de larga crianza. En los jóvenes, se asocia con frutas, hierbas, flores, tierra, tabaco y chocolate. El reto adicional es precisar cuáles frutas, hierbas, flores...
Carácter
Se refiere a la “columna vertebral” del vino: o sea, a su estructura y equilibrio.
Equilibrado
Es un descriptor favorable. Sugiere que los cuatro componentes principales del vino (fruta, alcohol, acidez y taninos en los tintos) se expresan en total armonía.
Complejo
Se utiliza para describir vinos que van cambiando de sabor desde su ingreso en el paladar hasta que se ingieren. Mejor si se puede explicar qué los hace complejos.
Cuerpo
O sea, peso en el paladar. El vino de gran cuerpo se siente viscoso, intenso y con textura; el ligero, refrescante, y el de cuerpo medio, entre un extremo y otro.
Crujiente
También se habla de zesty para describir vinos más vivos, con cualidades crujientes, acidez notable y notas cítricas, como el Sauvignon Blanc.
Elegante
Lo contrario de vino potente y atrevido. El término “elegante” se utiliza para describir vinos discretos, con mayor acidez y características “sobrias”.
Final
Es el regusto que deja el vino después de beberlo. Produce gran impacto en la experiencia general. Si es persistente, se dice que tiene un “final largo”.
Intenso
Denota qué tan fuertes o débiles son los sabores del vino. Conjuga con los distintos estilos de comida y tiende a asociarse con las preferencias personales.
Madera
El roble tiene la segunda mayor influencia en el sabor de un vino (después de la uva), y proviene de las barricas de roble en las que se envejece el vino. En el vino blanco, añade sabores a mantequilla y vainilla; en el vino tinto añade sabores ahumados y tostados. Los vinos sin estos sabores se denominan “sin roble”: los vinos blancos sin roble tienden a ser picantes con sabores a limón, mientras que los tintos sin roble suelen ser más ácidos.
Mineral
Este es el perfil de sabor utilizado para describir los vinos que no son frutales, herbáceos ni están basados en especias. Imagínese el olor a hierro forjado, el aroma salado de las ostras o el olor a cemento mojado: tienen un sabor distintivo.
Próxima entrega: piernas, suntuoso, tánico, vivo y terroso.