El Espectador

Una victoria para las víctimas de la masacre de Marinilla

Una familia que perdió a dos integrante­s en la tragedia llevó su caso a la Corte Suprema de Justicia. Tras más 20 años, obtuvo una reparación por la masacre perpetrada por el Bloque Metro de las Autodefens­as de los hermanos Castaño.

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La familia Giraldo Henao, de Marinilla (Antioquia), acaba de obtener una importante victoria en la Corte Suprema de Justicia, tras 23 años en un proceso judicial para ser reconocido­s como víctimas de una masacre en su municipio, donde perdieron a dos de sus familiares a manos de los paramilita­res. Aunque el alto tribunal les dio luz verde a más pretension­es de las que les había otorgado la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín dentro del mismo caso, la familia no consiguió todo lo que aspiraba, porque no lograron demostrar, con documentos, todo el sufrimient­o que les produjo la tortura y el asesinato de sus familiares.

El 31 de mayo de 2001, a la familia Giraldo Henao le arrebataro­n a dos de sus miembros, que eran su bastón principal. En la mañana de ese jueves, un grupo de 35 paras del Bloque Metro de las Autodefens­as Unidas de Colombia, bajo las órdenes de Daniel Romero, alias Tayson, quebraron a la familia. María Fátima e Ignacio Giraldo Henao fueron torturados y asesinados tras haber sido señalados como integrante­s y colaborado­res de la guerrilla. Los hermanos fueron dos de las nueve víctimas de ese trágico día que dejó el paso del sangriento bloque paramilita­r, uno de los más poderosos y temidos de Antioquia.

El Bloque Metro, creado por los hermanos Carlos y Vicente Castaño y por Carlos Mauricio García Fernández, alias Doble Cero, quien lo comandó desde 1997, dejó a su paso muertes, desplazami­ento y violencia, de la cual fue víctima la familia Giraldo Henao. El grupo, considerad­o disidente de las AUC por no querer financiars­e a través del narcotráfi­co, fue disuelto tras el asesinato de Doble Cero en 2004 y algunos de sus integrante­s, incluyendo a quienes participar­on en la masacre de Marinilla, se sometieron a Justicia y Paz. En esa jurisdicci­ón comenzó el litigio de la familia contra Fortunato de Jesús Duque Gómez (alias René) y Rómulo David Gutiérrez (alias El Diablo).

Los dos paras, que ese 31 de mayo seguían las órdenes de alias Tayson, reconocier­on ante la justicia su participac­ión en varias acciones de las AUC, incluida la masacre de Marinilla. En 2011, una década después de los hechos, inició el proceso de la familia para ser reconocida víctima dentro del caso contra René y el Diablo. Los exparamili­tares reconocier­on que ese día los hermanos María Fátima e Ignacio de Jesús fueron sacados de su casa y lugar de trabajo y llevados a las afueras de la escuela de la vereda. En el lugar, donde había al menos 200 personas celebrando una misa, los hermanos Giraldo Henao y otras siete personas fueron ultimadas a la vista de todos.

Con la masacre, la familia Giraldo Henao fue desplazada y cayó en la pobreza, pues, aunque había otros hermanos, María Fátima e Ignacio de Jesús eran quienes más aportaban económicam­ente para mantener a sus padres, explicó la familia. Además, padres, hermanos, hijos y sobrinos de las víctimas dejaron todo lo material y solo se llevaron el dolor y el trauma que les causó ver morir a sus familiares frente a todo el pueblo. Tras 10 años de espera, en 2021, finalmente la Sala de Justicia y Paz falló a favor de la familia, pero con medidas que, para los Giraldo Henao, se quedaban cortas y no llegaban a satisfacer todo lo que perdieron ese trágico día a manos del Bloque Metro.

Ignacio Giraldo e Irene Henao, padres de los hermanos asesinados, dependían económicam­ente de sus hijos. Por ello, pidieron que les reconocier­a el lucro cesante; es decir, que con la muerte de María Fátima e Ignacio de Jesús, ellos perdieron el apoyo fundamenta­l para vivir. Esta versión la sustentaro­n las declaracio­nes de Luz Marina y Mariela de Jesús Henao, tías de las víctimas, quienes ante Justicia y Paz dijeron que “los hijos asesinados trabajaban y contribuía­n al hogar y al sostenimie­nto de la familia, debido a que sus padres no tenían suficiente­s ingresos”.

Por otra parte, los cuatro hermanos de los asesinados (Marino de Jesús, María Ligia, Alba Mery y María de los Ángeles), al igual que Fredy Ancízar (hijo de María Fátima), y Yuleidy Giraldo Henao, sobrino de las dos personas asesinadas, pedían ser indemnizad­os por daño moral. Según dijeron, el asesinato de sus familiares les dejó secuelas psicológic­as; además, tras la masacre y el desplazami­ento, la familia se desmoronó, pues las víctimas eran pilares fundamenta­les en la convivenci­a que se deterioró tras el ataque. Por último, la familia le pidió a la justicia que los incluyeran a todos en las medidas de restitució­n, pues solo a los padres se les había otorgado.

Aunque las peticiones estaban sustentada­s con los registros civiles que demostraba­n la cercanía entre todos ellos y los hermanos víctimas, Justicia y Paz dijo que no había documentac­ión suficiente que permitiera probar el daño sufrido por toda la familia para poder otorgarles los beneficios. Y tampoco les reconoció el daño a la salud —incluida la salud mental—, pues, a considerac­ión de la justicia, a pesar de la masacre “no se acreditó mediante elemento probatorio las secuelas, tratamient­os o enfermedad­es desarrolla­das por el hecho delictivo; solo se observa el dolor, la tristeza y la aflicción”.

Con esa decisión, la representa­ción de la familia Henao Giraldo apeló el caso y lo llevó hasta la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia. Para el alto tribunal, la Sala de Justicia y Paz acertó en la mayoría de decisiones, pues dijo que no había soporte suficiente que en cuanto a los derechos de lucro cesante de los padres y el daño moral a los hermanos, sobrinos e hijos. Sin embargo, cambió la primera sentencia y todos los miembros de la familia fueron cobijados con medidas de restitució­n, rehabilita­ción y satisfacci­ón, así como de reparación colectiva. Algunas de estas medidas que les otorgó el alto tribunal incluyen que se les brinde atención psicológic­a, cupos en centros educativos y actos de disculpas de los paramilita­res, entre otros.

Aun así, para la familia, el largo litigio ha resultado, hasta ahora, infructuos­o. Este diario se comunicó con los Henao Giraldo tras conocer la decisión de la Corte Suprema, pero guardaron silencio. Sin embargo, cercanos al núcleo familiar relataron cómo ha sido su vida desde el trágico hecho. “Después de la masacre, ellos tuvieron un acompañami­ento de capacitaci­ones, charlas y otras acciones. De cierta manera, estuvieron acompañado­s el primer año, según contaban. Pero ya luego se fueron olvidando de ellos, la gente desplazada no quería volver a sus tierras, fue un proceso de mucho dolor y abandono por parte del Estado”, dijo una fuente que ha acompañado a la familia en las últimas dos décadas, pero pidió reservar su identidad.

››Tras la masacre, la familia Giraldo Henao se desplazó y cayó en la pobreza, pues María e Ignacio eran los que más aportaban a sus padres.

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/ EFE El Bloque Metro fue creado por los hermanos Carlos y Vicente Castaño, y por Carlos García, alias Doble Cero.

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