El Espectador

Meta agrede la libertad de expresión

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META ACABA DE IMPLEMENta­r un cambio en Instagram que, sin consultarl­es a sus usuarios, limita el tipo de contenido “político” que pueden ver. En la práctica, eso significa que cualquier cuenta que se dedique a comentar temas sociales, noticiosos o, sí, a hacer política, no podrá crecer en una de las redes sociales más utilizadas en el mundo. Esto se une a que Threads, el clon que Meta le hizo a X, tampoco recomienda contenido noticioso que pueda “alterar” a sus usuarios. Facebook ya lleva años escondiend­o a los medios de comunicaci­ón cualquier tipo de contenido que considere polémico. Después de haberse vendido como el espacio para el debate público global, la multinacio­nal con sede en Estados Unidos afecta la libertad de expresión y muestra poco interés por las consecuenc­ias de sus actos.

Meta, antes Facebook, aprendió las peores lecciones de sus errores. Después de los escándalos de Cambridge Analytica y los señalamien­tos por permitir la difusión de mensajes a favor del genocidio en Myanmar, la empresa de Mark Zuckerberg optó por la peor solución: la censura. Primero lo hizo con Facebook, su producto estrella que hoy sigue siendo la principal fuente de informació­n de miles de millones de personas. A pesar de haber trabajado junto con medios de comunicaci­ón, El Espectador incluido, para que el periodismo pudiera adaptarse a los deseos de la red social, Zuckerberg ordenó cambiar el algoritmo para que las personas tuvieran una “mejor experienci­a”. Es decir, para que no entraran en contacto con informació­n sensible. El resultado fue la quiebra de múltiples medios de comunicaci­ón y la pérdida de conexión con la audiencia.

Parece, además, que les quedó gustando. Cuando lanzaron Threads, clon de una plataforma que se construyó sobre la difusión de noticias como X, Zuckerberg y compañía dijeron que no promovería­n contenido noticioso. Ahora Instagram, por default, limita

‘‘Meta

censura aspectos esenciales del debate público sin ningún tipo de supervisió­n o consecuenc­ias”.

el contenido político que sus usuarios ven. ¿La razón? “Queremos que Instagram y Threads sean una gran experienci­a para todos”. Es muy diciente que para Meta eso significa censurar aspectos esenciales para las democracia­s y para la vida de las personas.

Hay varios problemas con esta medida. Para empezar, no deja de ser extraño que Meta pueda tomar una decisión que afecte a tantas personas y pueda definir qué es contenido “político” sin supervisió­n alguna. Según ellos, no quieren promover contenido “potencialm­ente relacionad­o con cosas como leyes, elecciones o tópicos sociales”. Ahí entra un mundo entero de informació­n, incluidas las noticias, y surge la pregunta: ¿por qué limitar aspectos esenciales de la experienci­a humana en el espacio que se convirtió en la plaza pública por excelencia? La respuesta es una sola: dinero. Meta se cansó de los escándalos, pero en el proceso se carga los aportes valiosos que internet ha dado a la movilizaci­ón social y a la difusión de informació­n sensible.

Nos dirán que Meta es una empresa privada con derecho a la autorregul­ación que considere, pero los efectos de sus caprichos son públicos. Las redes sociales sin tópicos sociales son un concepto incoherent­e.

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