El Espectador

“No puede haber paz con hambre”

El líder social y cocinero habló a propósito del último día del Festival de Cocina Tradiciona­l Mesa Larga, que se llevó a cabo desde el pasado 26 de marzo en Popayán.

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¿Cómo nació el festival?

Nació de la necesidad de defender el carácter público de la plaza de mercado del barrio Bolívar.

¿Cómo fue el proceso de realizar el primer festival?

Para la primera edición tuvimos la necesidad de que un compañero, Carlos Granada, prestara el primer capital semilla para el alquiler de las carpas y de insumos que se necesitaba­n para las acometidas que demandan la instalació­n de un festival. Jacqueline Urbano, Martín Chicangana, Abraham Pino, Alejandro Luna, Henry Ruiz, Aura Daza y muchas más personas ayudaron a construir ese primer equipo de hombres y mujeres que le dieron vida al Festival de Cocina Tradiciona­l Mesa Larga, cuyo objetivo también es defender el derecho humano a la alimentaci­ón, al agua, a la tierra y al territorio.

Hablemos de los sabores que protagoniz­an esta edición...

Esa fue una propuesta que hicimos para pensarnos el sabor invitado a esta edición 15 del festival, que son el pipián y la coca pajarita, por eso lo llamamos “Popayán sabe a pipián en notas de coca pajarita”. Esta última la elegimos porque como este es un pro-* ceso popular de organizaci­ón comunitari­a alrededor del derecho humano a la alimentaci­ón y a defender lo público, pensamos cómo contribuir a la construcci­ón de una cultura de paz desde el territorio y la solidarida­d, y entendemos que es necesario reconocern­os entre los distintos procesos que en el departamen­to del Cauca venimos construyen­do. A esto se une el proceso campesino de Lerma, que viene consolidan­do una apuesta por el reconocimi­ento y la dignificac­ión de la madre coca como alimento, medicina y fuerza de los pueblos.

¿Cómo la cocina tradiciona­l ayuda a crear una cultura de paz en Colombia?

Mi abuela decía: “En barriga llena, corazón contento”. No puede haber paz con hambre, Colombia es un país que tiene 18 millones de personas que se levantan y se acuestan con hambre. No podemos hablar de la construcci­ón de una cultura de paz con un pueblo con hambre. Claro que necesitamo­s que se silencien la guerra de los fusiles, la corrupción y del abandono de los pueblos de este país, pero entenderno­s desde el alimento, por qué y para qué lo comemos, nos pone en la tarea de construir paz, reconocien­do que el territorio son sus semillas.

¿Con cuál plato de la cocina tradiciona­l se identifica­ría?

Me atraviesan todas las memorias de mis ancestros frente a un caldero con esta pregunta. Indiscutib­lemente, diría que los pipianes. El nombre de la cocina de Popayán sabe a pipián, porque tenemos pipianes de iraca, de uyucos, de papa colorada, de tripa, de ternero, entre otros. Nuestro sabor terrígeno sabe a maní y cuando hablamos de un plato, para mí es el maní y el pipián, que lo comemos crudo, cocido, tostado, molido, en salsa, en helados, en sopas, mantequill­as...

¿De dónde surgió su pasión por la cocina tradiciona­l?

La mujer que me gestó en su vientre me enseñó los primeros sabores del maní y los cominos tostados, del café recién colado, de un arroz y una sopa bien hecha. Crecí en el vientre de una mujer que estaba frente a un caldero y soy nieto de una mujer que hacía exactament­e lo mismo, vengo de una tradición de mujeres que han pertenecid­o a la clase popular y que siempre han tenido estos oficios como destino y como lugar de habitar.

Es miembro fundador de la Red de Cocineras Tradiciona­les Mesa Larga, ¿cómo fue el proceso de crear esta red?

Es el resultado de un ejercicio de construcci­ón y nos pensamos un ejercicio en red para crear sentidos entre las cocineras y cocineros que habitan las plazas de mercado y su mesa larga, las toldas donde tenemos el frito, los chuzos donde se ofrece la mazorca, los comedores familiares y donde tenemos nuestro mayor tesoro culinario: el campo, de donde vienen los sabores. Soy un amanuense, solo estoy ayudando a tejer esto, porque aquí está el sentido de mi vida, pero aquello que hemos heredado es lo que vamos a compartir.

¿Cuál es el papel que debería cumplir la cocina tradiciona­l en el futuro de la sociedad colombiana?

Creo que este país, afortunada­mente, ha ido entendiend­o que su mayor riqueza está en toda su diversidad y memoria, que es un legado enorme. El futuro de los pueblos que habitan el territorio colombiano está en que tengamos la capacidad de garantizar­les a las presentes y futuras generacion­es el derecho al agua como primer alimento, el derecho a la tierra que es parte de nuestra hambre y que el campesino colombiano, los pueblos afros, originario­s y mestizos, la gente que se ha dedicado por siglos a cuidar y cultivar las semillas, puedan seguir ejerciendo su labor. El campesinad­o colombiano no puede seguir siendo tratado como ciudadano de quinta.

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/ Cortesía Andrés Maíz, quien forma parte del equipo organizado­r del Festival de Cocina Tradiciona­l Mesa Larga, se encarga del área académica.

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