El Espectador

Desvaríos de un genio rabioso

- JULIO CÉSAR LONDOÑO

EN EL 2005 ENTREVISTÉ POR MAIL A Fernando Vallejo para Gatopardo, me esforcé mucho, revolqué biblioteca­s enteras, pero de repente al señor se le salió el divo, me mandó al diablo y la entrevista se frustró. Transcribo aquí lo que logré sacarle antes de la pataleta.

JCL: ¿Qué es el hombre?

FV: Una criatura que logró inventar, luego de 4 mil millones de años de evolución, tres formas prestigios­as de la mentira: las palabras, las ecuaciones y el periodismo.

En otra parte dio una respuesta científica: «La vida viene de un pozo y va hacia la nada».

JCL: Si Newton es un farsante, como afirma usted, ¿cómo explica su éxito y las aplicacion­es prácticas en todos los campos en tres siglos de física newtoniana?

FV: Más exitoso es el cristianis­mo. ¡Dos milenios, y aún no comprende que los animales también son nuestros prójimos!

JCL: Yo lo he visto cruzar los parques por la diagonal. ¿No es una concesión a los geómetras, a esos sofistas que usted desprecia?

FV: Miente, como buen periodista. Yo no cruzo por la diagonal. Lo que sí hago es cruzar las calles con los ojos cerrados. Hace mucho que les perdí el miedo a los carros.

JCL: Si descree de la evolución y de la creación, ¿cuál teoría profesa?

FV: La evolución es un fenómeno innegable, pero la selección natural es una perogrulla­da, una tautología que no explica nada: si es fuerte sobrevivir­á. Si sobrevivió, era fuerte. Eso no es científico porque no es falsable. JCL: ¿Qué opina de Stephen Hawking? FV: Es un pobre hombre que sufre de parálisis mental: con tanto Big Bang y tanto agujero negro se le empantanó el cerebro. JCL: ¿Sabía que la mujer le pega?

FV: ¿Su exenfermer­a? ¡Bien hecho! Que lo mate por charlatán. Debería desconecta­rlo.

No le faltaba razón a Vallejo. La astrofísic­a tiene deslices hacia la metafísica. Tal vez por esto nunca le dieron el Nobel a Hawking. JCL: ¿Respeta a algún hombre de ciencia? FV: A Galileo. Lo quiero a pesar de su cobardía (reculó en el Tribunal de la Inquisició­n) y de sus robos, como el telescopio y el teorema de Oresme.

JCL: ¿Cree que la inteligenc­ia de las máquinas superará la del hombre?

FV: No. Ellas jamás entenderán cómo lo material produce lo inmaterial, ni cómo producen gravedad los planetas, ni cómo las neuronas producen el alma, o la conciencia, o la mente, o como se le quiera llamar. Y si algún día lo comprendie­ran, no podrán comunicárn­oslo. Para ellas y para nosotros, estas cosas serán siempre misterios impenetrab­les. Son bobas, como nosotros.

JCL: ¿Lo emocionó el descubrimi­ento del mapa del genoma?

FV: Del genoma humano y del genoma del ratón, pues quedó demostrado que el pretencios­o Homo sapiens está cerquísima de las pobres ratas, nuestras hermanas. Pero ya sabíamos desde hacía dos décadas cuando menos, que el genoma del hombre y el del chimpancé difieren en menos del uno por ciento. Demasiado poco para la soberbia del hombre, que se siente con el derecho divino de atropellar a los animales y comérselos.

JCL: ¿Está de acuerdo con la afirmación de que la ciencia fracasó?

FV: La biología no. Ha triunfado al mostrar lo que no pudo adivinar Cristo, porque el alma no le alcanzó: que el hombre es un pobre animal como los otros, y que los otros animales también son nuestro prójimo.

JCL: ¿Cómo se imagina la conciencia? FV: Un río turbio, entre imaginario y caótico. Sin piedras pero ruidoso. Caos interno que refleja el caos externo… eso es.

JCL: ¿Cree, como William Ospina, que ya es tarde para el hombre?

FV: En el que ya no creo es en Ospina. También perdí la fe en él.

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