El Espectador

Los Lleras

- AUGUSTO TRUJILLO MUÑOZ

EN EL SIGLO XIX, “LA GUERRA ERA, en cierta forma, una gran diversión, una fiesta, el sublime deporte del pueblo, secularmen­te aburrido de vivir entre la pobreza y el pecado”, escribió Alberto Lleras en sus memorias. Pero aquellas guerras no eran como las demás. Según testimonio del general Pedro Alcántara Herrán, transcrito por Lleras, “los hombres que han de componer la masa de los ejércitos no son enganchado­s, convocados o notificado­s para que se alisten, sino cazados como venados; lo que se les suministra es apenas ración para vivir (…) la única esperanza que llevan a la guerra es la de aprovechar la primera oportunida­d para recuperar la libertad por medio de la deserción”. El afán bélico residía en las élites.

En 1910 la Unión Republican­a le apostó a la concordia; la generación del centenario, el compromiso civil y la reforma de 1936 al Estado social de derecho. En esos años surgió un país que quería incorporar­se al universo de su tiempo. Alfonso López se elevó como el nuevo gran líder, mientras Eduardo Santos en El Tiempo y Luis Cano en El Espectador influían en las decisiones públicas con el texto de sus editoriale­s. Carlos Lleras Restrepo narró, también en sus memorias, cómo en momentos cruciales de la política estos dos grandes periodista­s liberales solían ser consultado­s por los gobiernos conservado­res.

En medio de ese proceso de tránsito entre la guerra y la política, nacieron los Lleras. Cinco años mayor que Carlos, Alberto formó desde muy joven en el grupo de Los Nuevos. Su primo ingresó a la Universida­d Nacional, donde se hizo dirigente estudianti­l. Alberto creció mirando el mundo con sentido heterodoxo. Carlos, según escribe Juan Lozano y Lozano, “quiso hacerle un 8 de junio al presidente Olaya Herrera, recién posesionad­o, a fin de obligarlo a convocar una constituye­nte que reformase la Constituci­ón en forma revolucion­aria; pero Olaya no era el hombre para sufrir ochos de junio, sino para hacer treces de marzo… hizo que el director de la policía lo hiciese pasar una noche encerrado y al día siguiente lo soltara, como a un estudiante que hace una travesura”.

Los Lleras fueron claves en la vida de su partido, de su país e incluso de su continente durante más de medio siglo. El liberalism­o colombiano se hizo protagonis­ta en América y se convirtió en “una coalición de matices de izquierda” bajo la propositiv­a inspiració­n de los Lleras. Vale la pena decirlo hoy, cuando los dirigentes nacionales —en el gobierno y en la oposición— castigan la crítica y le inoculan sentido bárbaro a la lucha política. Los Lleras afrontaron con valentía múltiples crisis y manejaron con grandeza la política tanto en tiempos de tormenta como de calma. Sabían que hay dos caminos para afrontar las crisis: el enfrentami­ento y la conciliaci­ón. Sin renunciar a sus principios, siempre prefiriero­n la última.

El republican­ismo, la generación del centenario, el Frente Nacional y, específica­mente, los Lleras, contribuye­ron a consolidar una vocación civil que le ha permitido a Colombia sobresalir entre las democracia­s de América. Este 12 de abril se cumplió otro aniversari­o del nacimiento de Carlos Lleras Restrepo. Es apenas justo rendir un tributo a su memoria.

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