“La lealtad de una relación se configura dependiendo de su construcción”
En el especial “Fuera del papel” elegimos a personajes de las novelas de los autores y basamos la entrevista en alguno de ellos para hablar sobre la obra y la escritura. Esta vez la conversación se basó en Arenas, de “Un mar”, novela de Ignacio Piedrahíta.
¿Cuál es el origen de “El mar”? Su novela tuvo una reedición reciente, así que han pasado años desde que la escribió…
Es mi primera novela. Mejor dicho, es mi primer libro. Ahí ya está la exploración de un bosque, de la naturaleza y, especialmente, de la geología. Mientras más lejos está el libro del presente, más cosas se deben corregir, además, estaba aprendiendo. Existe la idea de que el artista nace aprendido, pero eso no es cierto. La escritura es un arte muy difícil que se perfecciona con los años. Aunque es cierto que en las obras de juventud hay una vitalidad, que es la que uno muchas veces aprecia en los escritores muy jóvenes, cuando haces autocrítica te das cuenta de los ajustes que te faltaron.
¿Y cuáles fueron esos ajustes? ¿Qué cambió?
Lo que más me corregí tuvo que ver con la mecánica de la escritura, con la construcción de las frases, de los párrafos.
Retomemos la pregunta sobre el origen de la historia…
Sí, cuando estaba en los últimos semestres de la carrera de geología debía hacer unas prácticas. Tuve que irme para Cartagena a unas canteras de roca caliza, que es de donde se saca el cemento. En la medida en la que iba trabajando, escribía. Siempre lo hice con la pregunta por el arte.
¿Cómo es eso? ¿Cómo se ven en su obra las dos curiosidades?
Decía: la creatividad me la da el arte, pero, ¿cómo hago para que no esté separada de la ciencia? Me hice esta pregunta durante mucho tiempo. La de si seguía por un camino o por el otro. El texto nació de ahí, de ese cuestionamiento constante entre ser geólogo o escritor. La novela se centra en un geólogo que necesita expresarse y ve muchas más cosas en las rocas que todos los demás. Como si fuesen seres que hablan.
¿Arenas es una especie de álter ego suyo?
Comencemos por el apellido: él es Arenas, yo soy Piedrahíta. Sabes que a pesar de que un personaje se crea con el objetivo de ser el álter ego de su autor, esto se distorsiona en cuanto comienza a vivir. A pesar de eso, la esencia sí es la mía. Tal vez Arenas hizo cosas distintas. Es decir, sus acciones fueron distintas a las mías, pero es que en la vida las acciones son divididas. En la ficción son mucho más fuertes y concretas para que tengan un sentido más dramático.
¿Y cómo cree que fueron sus acciones en ese momento de su vida? ¿Cómo se diferencian de las de Arenas…?
Lo que me encontré en ese ambiente laboral fueron pocas preguntas, así que me dije: nunca en mi vida trabajaré en una empresa. Primero me voy para el monte. Lo que necesito y quiero es estarme preguntando sobre lo que veo y por qué lo veo de esa forma, sobre la vida de las personas y de las rocas. Era muy raro pensar en cómo se conectaba todo esto. De hecho, para mí la escritura es la forma que encontré para conectar piedras, personas, creatividad y curiosidad científica.
Hace poco contó una historia sobre su nombre y la conexión que tenía con su interés como geólogo…
Mi nombre es Ignacio Piedrahíta Arroyave. Entre piedra y arena no hay mucha diferencia. Y sí, resulta muy curioso: mi apellido es Piedrahíta y me gusta, estudio y escribo sobre las piedras. Pero no se queda ahí: por lo que he visto, Ignacio nace de igneo, que es la roca que viene del fuego. Y el Arroyave viene de arroyo, que es el río. Hay tierra, fuego y agua en el nombre. Lo más irónico es que mi gran deseo es el aire.
¿En qué cree? ¿Considera que hay algo más después de la muerte? Se lo pregunto porque durante el Festival de Literatura de Honda contó algo sobre una roca que encontró. Dijo que tenía un nuevo “amuleto”…
Me hago mucho esa pregunta, pero aún no obtengo una respuesta con la que quede satisfecho. Pienso que, por ser un universo basado en la razón, la ciencia deja incompleta la respuesta sobre el mundo. También
‘‘Creo que a la tierra hay que concebirla como una película, y eso es algo para lo que un geólogo se entrena”.
pienso que, por estar basada únicamente en sensaciones, la intuición se queda corta. Si nosotros como humanidad no comenzamos a unir estos dos mundos, no podremos tener una relación más armónica con la naturaleza y lo que nos dice. Es decir, con el ciclo de la vida y la muerte. Por ejemplo, si uno basa su vida únicamente en la tecnología, que es digamos la consecuencia directa de la ciencia, y asume el rol de autorrealización, que es el que en este momento predomina en el mundo contemporáneo, la idea de la vida y la muerte se escapa. Creo en el poder de las historias.
¿Cómo describiría ese poder?
Los científicos solamente arrojan datos y cifras. Como humanidad, nunca sabremos integrarlas a nuestra vida cotidiana, pero si hay historias con esos datos y con el poder de la razón en ellos, todo cambia. No podemos seguirnos quedando en que la literatura cuente que alguien “no durmió bien porque le cae mal a todo el mundo”. No. Ojalá explicar por qué no durmió el personaje, pero desde el punto de vista neurocientífico.
En la novela hay unos capítulos que se sumergen en la técnica. Tuve que leer varias veces algunos párrafos, y confieso que me rendí y me di la libertad de imaginarme lo que quisiera imaginarme de eso que se narraba, aunque tuviese la certeza de que seguramente estaba entendiendo mal. ¿No temió que fuese difícil la lectura por esto?
Cuando la escribí no me dio temor, pero ahora sí. Con el tiempo, uno se va volviendo miedoso. Hay una fuerza muy grande que viene de las categorías de los géneros, y pienso que el relato siempre ha estado peleado con la explicación. Si comienzas a narrar, pero pones una frase explicativa, el lector dice: bueno, me está contando o me está explicando. Y eso ocurre hace milenios. Lo que normalmente ha ocurrido es que una cosa se ha hecho por un lado y la otra por otro. Las categorías están muy claras, quizá por la importancia de catalogar algo para venderlo. Pienso que por eso me fui pasando de la ficción a la no ficción: no volví a escribir novelas porque entendí que iba a ser muy difícil que los lectores me aceptaran empaquetar las dos cosas.
Ahora que menciona su cambio de ficción a no ficción recordé un relato llamado “La forma de la montaña”, de su libro “El velo que cubre la piedra”. Al final dice que los seres humanos, confiados en la certeza del conocimiento, ya no sentimos curiosidad por el “misterio terrestre”.
Constantemente me pregunto cuál es la relación de nosotros con la tierra. Vengo de la geología y me interesa la naturaleza, pero en grande, es decir, me interesa toda, desde hace millones de años. Busco saber cuál es nuestra mirada sobre todos esos procesos. Lo que veo actualmente es que ya no estamos interesados en esta película. A la tierra hay que concebirla como una película, y eso es algo para lo que un geólogo se entrena.
¿La fascinación de Arenas tiene que ver con la tierra o con el pasado?
Creería que es una pregunta por el tiempo, lo que pasa es que cuando uno dice esa palabra, hay un desfase: el pasado es muy grande, el presente ni lo ves, no te das cuenta, pasa rápido, y el futuro no ha llegado. Byung-Chul Han dice que no es un tema de aceleración, sino de dispersión. La única forma en la que Arenas se siente vivo es mostrando los antecedentes de la piedra. La novela va de la exploración de lo viejo a lo nuevo, y propone centrarse en el presente, pero sin perder de vista el pasado.