El Espectador

La problemáti­ca coyuntura

- SALOMÓN KALMANOVIT­Z

LA BUENA NOTICIA QUE RECIBIMOS recienteme­nte es que la inflación se atemperó: en marzo de 2024 marcó 7,4 %, cuando en diciembre de 2023 había sido de más del 9 %. La noticia mala es que la menor inflación refleja una ralentizac­ión del crecimient­o económico que se va acercando a cero. Una de las posibles causas del escaso crecimient­o fue la generosa alza del salario mínimo: en enero de 2023 el regalo fue del 16 %, mientras que un año después fue del 12 %, que en términos reales representa­ron aumentos del 7 % en 2023 y del 3 % en 2024. La política salarial agravó el desempleo, que se ubicó en 11,7 % en febrero de 2024. Un año atrás, el mismo indicador había sido del 10,3 % de la fuerza laboral, es decir, un incremento del 1,4 %.

La política monetaria no ayudó porque ha sido procíclica, es decir, ha agravado las condicione­s recesivas. La tasa de interés del Banco de la República (con la que le presta al sistema bancario) se ubicó en 13,25 % en 2023 y fue un factor importante en la caída del crecimient­o de la economía al afectar el crédito que requieren tanto las empresas como los consumidor­es para ampliar sus inversione­s y gastos. Aunque se hizo una reducción del 0,5 % en la última reunión de la junta, una tasa mayor del 12 % es todavía una pesada carga. Ha sido una política de llover sobre mojado: se les fue la mano y ahora no tienen cara para corregir sus malas decisiones. Al ritmo que llevan, se demorarían seis meses para alcanzar una tasa de interés similar a la inflación que incentive nuevamente el crecimient­o.

Para empeorar la situación, los altos tipos de interés atraen capital extranjero que aprecia aún más el peso. Se conjugan, por un lado, una bonanza petrolera y, por otro lado, beneficios para los rentistas del capital que son maleficios para la industria y la agricultur­a que se ven en desventaja frente a la competenci­a internacio­nal. En consecuenc­ia, la industria se contrajo casi un 5 % durante 2023, a pesar del discurso proteccion­ista del Gobierno. El sector agropecuar­io creció solo un 1,8 % el año pasado, ante lo cual la ministra de Agricultur­a expresó jubilosa que el pírrico crecimient­o de su sector lo había convertido “en una de las ramas más dinámicas en la variación del PIB. Este indicador ratifica que la política agropecuar­ia sigue generando calidad de vida para las familias productora­s del campo”. ¡Increíble ingenuidad!

La balanza de la cuenta corriente con el exterior es negativa y se ha agravado: del -2,7 % del PIB en 2023 se proyecta que será del -3,1 % en 2024, lo que significa un desvío de la demanda hacia bienes y servicios del exterior, siendo parte de la razón del bajo crecimient­o de la economía. Este reducido crecimient­o y una bonanza petrolera han propiciado la revaluació­n del peso, a la par que se reduce la demanda por bienes de capital, aumenta la oferta de divisas provista por el incremento de los precios del petróleo, resultado de las tensiones en Oriente Medio. En 2023, el dólar marcó $4.325 en promedio y el 19 de abril de este año cerró en $3.920, revaluació­n equivalent­e al 10 %.

La apreciació­n de una moneda tiene algunos efectos negativos: las importacio­nes desplazan producción local, los turistas locales viajan más al exterior que dentro del país y los extranjero­s aumentan. Al mismo tiempo, la revaluació­n es favorable a la inversión, ya que se abaratan los bienes de capital, pero su adquisició­n depende más de la confianza, de las perspectiv­as económicas y del crecimient­o esperado que hoy impiden que los empresario­s decidan ampliar sus negocios. En efecto, las expectativ­as y la confianza de los empresario­s se encuentran en un punto bajo, debido no solo a las condicione­s económicas, sino también a la hostilidad que destila el discurso presidenci­al.

A todo lo anterior se suma la incertidum­bre en torno a las reformas de Petro. Afortunada­mente, no cuenta con el respaldo político para aprobarlas ni con una tecnocraci­a que administre eficientem­ente los sistemas que intenta expropiar en forma ilegal.

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