Ser médico en Colombia es un peligro
El pasado jueves, un acontecimiento sacudió al gremio médico. El urólogo Juan Guillermo Aristizábal fue asesinado en su consultorio en las instalaciones de la Clínica Medellín. Un lamentable hecho en el que un sujeto armado disparó contra la integridad del reconocido médico y su asistente, para posteriormente intentar incinerar el baño donde se escondía y terminar con su vida. ¿Cuál fue el motivo para que este hombre irrumpiera y ultimara a este colega? Primeras versiones arrojan que se trataba de un antiguo paciente, quien no había quedado conforme luego de una intervención quirúrgica realizada por el doctor Aristizábal, a quien acosaba desde hace tres años. El agresor, al parecer, era atendido por un psiquiatra regularmente. El hecho injustificable es aún materia de investigación. El Ministerio de Salud rechazó este acto violento. Este suceso significa una gran pérdida para el gremio, un colega con 25 años de experiencia en su campo, esposo, padre de dos hijos y baterista en su tiempo libre. Es inaceptable que seamos objeto de violencias y ataques en nuestra labor. Es evidente la estigmatización al gremio médico solo con leer los desatinados comentarios en las redes sociales. Según el Observatorio Nacional de Agresiones a Profesionales de Salud, se registraron un total de 1.289 agresiones a profesionales de la salud en el año 2020. En 2023, la Mesa Nacional de Misión Médica reportó 511 actos violentos contra la asistencia de salud en todo el país. Puede que estas cifras no arrojen la total realidad del panorama, pero da muestra de lo que todos los días nos enfrentamos los médicos en Colombia. Somos víctimas de todo tipo de agresiones por parte de la ciudadanía, en todos los ámbitos de atención en salud.
Existen incontables denuncias y relatos de la difícil situación que implica ejercer medicina, sobre todo en la ruralidad. Viví en carne propia la inseguridad y las amenazas asestadas por parte de una población del centro del Magdalena. ¿Cuántos de nosotros no hemos temido por nuestra integridad al menos una vez? ¿Cuántas agresiones o asesinatos debe haber para aumentar la protección al personal de salud?
Creímos que la pandemia ayudaría al cambio de percepción y la seguridad de los profesionales de la salud, sin embargo, la agudización de los problemas del sistema de salud nos ha puesto nuevamente como primera línea frente a los usuarios.
Mientras que estoy en un consultorio, escribiendo esta columna, me imagino el escenario siniestro en el que un sujeto o un antiguo paciente irrumpiera armado. ¿Quién nos protege de un evento así? Para ejercer en este país ya no se necesita vocación, sino valentía. El llamado es a promover la cultura del respeto hacia el personal de la salud.
César Marriaga Zárate. Médico en Fundación Clínica Shaio.