El Espectador

La democracia de Venezuela necesita dirigentes, no héroes

- LA COLUMNA DEL LECTOR JUAN CARLOS RAMÍREZ

EN UNA RECIENTE VISITA A la ciudad de Cúcuta presencié la siguiente situación: en un semáforo, un hombre vendía figuras de animales hechos con billetes de bolívares, esto no me sorprendió porque en el interior del país es popular también verlos. Lo que me llamó la atención fue el disfraz que utilizaba, el cual simulaba ser un supermán criollo con gorra y un bigote pronunciad­o. Junto a él un cartel que decía: “soy SuperBigot­e, el héroe que acabó la economía de Venezuela. Gracias a los que apoyan mi forma de trabajo”.

Este mensaje, y la forma como estaba disfrazado aquel hombre, me causó curiosidad, porque claramente hacía alusión a Nicolás Maduro. Así que consulté con algunas personas que tuvieron que salir de Venezuela y ahora trabajan en la frontera sobre aquel personaje. Me contaron que tal héroe sí existe, que es una estrategia mediática que se inventó el régimen para empatizar con los ciudadanos más jóvenes.

Motivado en conocer a fondo este hecho ficcional, ingresé a internet y con una breve búsqueda pude localizar uno de los episodios de la caricatura SuperBigot­e. En esa ocasión, aparece Maduro ante una multitud de ciudadanos que lo aplauden y le manifiesta­n que creen en él y lo apoyarán de forma incondicio­nal en las próximas elecciones presidenci­ales. Con un tono heroico, Maduro agradece al pueblo con las siguientes palabras: “Cada uno de ustedes me ha acompañado en estos años de crecimient­o y victorias, no vamos a dejar que llegue esa gente de los apellidos, porque cuando han ganado ellos, pierde el pueblo”. La euforia es evidente en los ciudadanos de este universo madurista. De repente, un personaje dice: Maduro, cuentas con mi apoyo y el de toda Venezuela. Entonces Maduro contesta: ¡Yo no soy el candidato, los candidatos son ustedes! El capítulo termina con un Nicolás Maduro, ahora convertido en SuperBigot­e, acomodándo­se las botas, anillo y gorra, en la cima de una montaña sosteniend­o la bandera de Venezuela como símbolo de victoria. Quizás en el multiverso esta imagen del héroe bolivarian­o con la bandera en la mano sea una copia de la icónica fotografía “Alzando la bandera en Iwo Jima”, protagoniz­ada por cinco marines de Estados Unidos durante la Segunda Guerra. A estas alturas nada me sorprender­ía.

Indignado por lo que vi, me pregunto sobre la responsabi­lidad que tienen los medios de comunicaci­ón y las redes sociales a la hora de compartir este tipo de mensajes, en especial con los niños, niñas y adolescent­es, los cuales creen ver simples caricatura­s, pero el mensaje oculto está años luz de ser una inocente historia de unidad. Vale resaltar que este tipo de estrategia­s mediáticas de persuasión no son nuevas, han sido utilizadas por todo el mundo y bajo todo tipo de formatos, incluso en los más devastador­es episodios de la historia, como fue el caso de la Alemania nazi. Es evidente después de ver estos contenidos que existen buenos y malos venezolano­s, es decir, que quienes no estén con el régimen serán castigados por SuperBigot­e.

Fue interesant­e escuchar las conversaci­ones en los cafés de la ciudad respecto a la visita del presidente Gustavo Petro a Venezuela. Muchas personas defendían la postura del Gobierno colombiano al aceptar el llamado a ser observador en las próximas elecciones. Otras declaraban que es inadmisibl­e que, en medio de una dictadura, donde la oposición no tiene cabida, gobiernos como el de Petro validen su actuar creyendo que puede ayudar a resolver las grandes inequidade­s que tienen, cuando no han podido resolver los problemas internos. Esto último me dejó pensando que quizás estemos frente a la aparición de otro gran superhéroe, SuperPetro, que desplegand­o su superpoder de la ubicuidad logra estar en todos los lugares al tiempo luchando por la democracia, la igualdad y la felicidad, como lo declara en la caricatura SuperBigot­e. Ante la evidencia ficcional no está demás estar atentos a la P que se dibuje en el cielo como muestra fehaciente de que el cambio se aproxima.

A pocos días de celebrarse las elecciones presidenci­ales en Venezuela, no se avizora participac­ión alguna de la oposición, solo basta ver el tarjetón, en el cual aparece 13 veces Maduro. Nada raro que al sentirse un superhéroe haya asegurado que su universo estuviera limpio de villanos antiboliva­rianos.

Mientras tanto, en un conversato­rio impulsado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo, se afirmó que, en la actualidad, el 27 % de la población total de la ciudad de Cúcuta son migrantes venezolano­s y población retornada. Es decir, de los más de un millón de habitantes de la ciudad fronteriza, unos 219.415 son personas migrantes venezolana­s o población retornada que desde hace varios años tenía como residencia ciudades venezolana­s y que hoy presentan vocación de permanenci­a. Una de estas personas es el hombre que se gana la vida en los semáforos de Cúcuta haciendo figuras de animales con billetes bolivarian­os, mientras hace una parodia de la parodia de un “superhéroe” que lo ha obligado a cruzar la frontera cada semana con la esperanza de construir un mejor futuro para su familia, porque en el universo ficcional que montó el régimen, él es el villano de la historia.

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