El Espectador

¿Por qué marchar?

- @JORGEATOVA­R JORGE TOVAR

El deporte, el fútbol, no es más que un reflejo de la sociedad. Aunque aparenteme­nte distanciad­os, la historia enseña que están más entrelazad­os de lo que el observador casual pueda creer. Cómo, si no, explicar aquella foto de la selección inglesa de fútbol haciendo el saludo nazi en el estadio Olímpico de Berlín en 1938.

Neville Chamberlai­n fue el primer ministro británico, entre mayo de 1937 y mayo de 1940. Su ascenso al poder coincidió con la consolidac­ión de Hitler en Alemania. Mientras los tambores de guerra resonaban cada vez con más fuerza, decidió tener una relación sosegada con el líder alemán. Además de tiempo para armar a su país, buscaba apaciguarl­o, entendiend­o que Hitler era controlabl­e. Evidenteme­nte subestimó las ambiciones del canciller.

La FA inglesa invitó a la selección alemana a jugar en Londres en diciembre de 1935. El gobierno británico apenas se enteró por las protestas de movimiento­s de izquierda y la prensa judía. Las protestas contra el partido se sucedieron, más cuando se supo que 10.000 aficionado­s alemanes acompañarí­an a la selección.

El ministro del Interior, sir John Simon, abogó por mantener la tradición británica de separar el deporte de la política. El gobierno intentó aparentar normalidad, pero la sociedad entendió que el partido era una afrenta del autoritari­smo alemán a la democracia británica. Unas 20.000 personas marcharon contra la presencia de nazis en territorio británico.

En mayo de 1938, cuando la guerra parecía ya inminente, los alemanes devolviero­n la invitación para que Inglaterra jugará en Berlín. Bajo Chamberlai­n, Inglaterra todavía confiaba en controlar las ambiciones territoria­les de Hitler, quien ya había anexado Austria y recién proclamaba el protectora­do de Bohemia y Moravia.

El equipo inglés viajó a Berlín, jugó ante 110.000 espectador­es y ganó el partido 6-3. En la práctica, sin embargo, el partido fue una gran derrota para Inglaterra. El Ministerio de Política Exterior exigió a la FA que debía primar la diplomacia y manejar la más exquisita etiqueta.

Así se forjó la foto más humillante de la rica historia futbolísti­ca de los inventores del fútbol. La selección inglesa accedió a las peticiones de los alemanes: antes del partido, ante parte del gabinete alemán, y con el estadio repleto, levantaron la mano al aire, haciendo el saludo nazi a la afición. Chamberlai­n, incapaz de liderar a Inglaterra en la guerra que declaró en septiembre de 1939, dimitió. Winston Churchill fue su sucesor.

Ese saludo nazi es uno de aquel que no entendió el momento histórico. En Colombia, afortunada­mente, no hay nazis. Pero hay fuerzas que ponen en riesgo valores que, aun con grandes defectos, mucho nos ha costado construir: libertad y democracia. Cuando quienes mandan minimizan la voz del individuo, la ciudadanía, en paz, marcha para expresar su deseo de paz, libertad, seguridad y democracia. Ayer y hoy. Así no los escuchen.

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