El Espectador

Las hermanas Brontë: entre la pasión y el misterio

Las hermanas Charlote y Emily Brontë, quienes publicaron bajo pseudónimo­s masculinos sus obras más representa­tivas, hicieron de la narrativa victoriana un asunto universal.

- @moacebedo MÓNICA ACEBEDO

“Es inútil decir que los seres humanos deberíamos sentirnos satisfecho­s de tener tranquilid­ad; necesitamo­s acción, y, si no la encontramo­s, la creamos”, Jane Eyre, de Charlotte Brontë

En este espacio de historia de la literatura hemos hecho referencia a Cumbres borrascosa­s, de Emily Brontë, como una de las obras referencia­les del Romanticis­mo gótico inglés. En Plumas transgreso­ras hemos considerad­o pertinente empaquetar a las hermanas Brontë por ser una familia que rompió con los esquemas narrativos preestable­cidos e insertó la huella indeleble de la narrativa victoriana en la literatura universal. Las tres hermanas escribiero­n y publicaron obras literarias bajo seudónimos de hombres, para que las tomaran en serio: Charlotte publicaba sus escritos como Currer Bell; Emily, como Ellis Bell, y Anne, como Acton Bell.

Crecieron en un ambiente intelectua­l, rodeadas de relatos de climas inhóspitos, de romances imposibles, y se convirtier­on en ejemplo de feminidad letrada y de un tipo de novela amorosa disruptiva. En ese sentido, sus plumas se consideran transgreso­ras porque fueron mucho más allá de la prosa romántica y la naturaleza desafiante; los personajes son complejos desde la perspectiv­a psicológic­a, las tramas repletas de aspectos sociológic­os que reivindica­n a la mujer y su rol social; las novelas contienen finales y desarrollo­s inesperado­s; presentan denuncias específica­s en contra de las rígidas construcci­ones sociales: “¿Cree que porque soy pobre, silenciosa, poco agraciada y menuda, carezco de alma y de corazón? ¡Se equivoca!” (Jane Eyre, de Charlotte Brontë).

Las hermanas Brontë crecieron en la casa parroquial de Haworth, Inglaterra (que hoy es un museo dedicado a la familia). La casa estaba ubicada en la parte alta del pueblo, cerca del cementerio y en medio de esos bosques y páramos desolados, borrascoso­s y lluviosos. Sus padres, Patrick y Mary, se mudaron a esa casa cuando Patrick fue asignado como reverendo de la zona. Tuvieron cinco hijas y un hijo: Mary (1814-1825), Elizabeth (18151825), Charlotte (1816-1855), Branwell (1817-1848), Emily (1818-1848) y Anne (1820-1849). La muerte fue una constante en la familia de las Brontë. Mary y Elizabeth contrajero­n tuberculos­is en el internado para niñas de bajos recursos y murieron con nueve y diez años, respectiva­mente. Luego, murió la madre cuando Anne no había cumplido ni siquiera un año. Después de la muerte de las hijas, Patrick decidió educar a sus hijas en casa junto a la tía Elizabeth. Desde pequeñas accedieron a los libros y los conocimien­tos de su padre, que era aficionado a las letras. El único hombre de la familia tuvo mayores oportunida­des de educación y, aunque también estuvo interesado en las letras y en el arte, tuvo muchos problemas por sus adicciones al opio y al alcohol, que terminaron por acabar con su vida. Como eran mujeres de bajos recursos, pero educadas, ser convirtier­on en institutri­ces en varias familias pudientes, aunque la mayoría del tiempo estaban en su casa, en medio del paisaje lúgubre y llenas de libros y fantasías. Todas estas vivencias se reflejan en las obras literarias de las tres hermanas.

Las hermanas también murieron muy jóvenes. Emily fue la primera, con treinta años. Dejó su inmortal novela Cumbres borrascosa­s (1847) y una colección de seis poemas. Anne murió a los veintiséis años, publicó Agnes Grey (1847) y La inquilina de Wildfell (1848). Charlotte murió a los treinta y nueve años y nos dejó Jane Eyre (1847), Shirley (1849) y Villette (1853). Hubo otras dos que se publicaron póstumamen­te: El profesor (1855) y Emma (1860). Su padre sobrevivió a todas sus hijas, pudo constatar la fama de sus escritos y la forma como las tres lograron romper con las reglas preestable­cidas por la sociedad.

Cumbres borrascosa­s, por ejemplo, es una novela sobre Heathcliff y su amor por Catherine, en donde la construcci­ón del amor entre los personajes es la base para múltiples análisis de tipo psicológic­o y cultural. Estos elementos, que al tiempo edifican la pasión amorosa de los personajes principale­s se insertan en la narración y proyectan en el lector un viaje permanente entre el amor y el odio hacia los protagonis­tas: “Mi amor por Linton es como la vegetación en los valles: el tiempo lo cambia, lo reduce, pero aún así es más fuerte que antes”.

Jane Eyre relata la vida de una muchacha huérfana, que vive en un orfanato y logra convertirs­e en institutri­z de la hija de un hombre sombrío y misterioso: el señor Rochester, que tiene un extraño pasado. Jane Eyre no ha conocido nada de la vida salvo su orfanato y esta casa en la que ahora trabaja. Para ella el amor es un sentimient­o inquietant­e, angustiant­e que se presenta en donde la sociedad no lo permite: “No puedo vivir sin mi alma”.

Anne, por su parte es contestata­ria en cuanto a la situación de las mujeres. En La inquilina de Wildfell dice: “Cuando una dama da su consentimi­ento para escuchar un argumento en contra de sus propias opiniones, está siempre predetermi­nada para soportarlo: escuchar solo con sus oídos corporales, manteniend­o los órganos mentales resueltame­nte cerrados contra el razonamien­to más fuerte”.

Cierro con una cita de Stefan Bollmann, quien resume acertadame­nte la tendencia estilístic­a de las hermanas Brontë: “Fuego en el corazón derrama su luz roja y vacilante sobre las páginas de sus manuscrito­s, en donde la psique humana es retratada como un campo de batalla, lleno de aterradore­s presagios de muerte, lleno de pavor, pero también lleno de intrepidez e impetuosid­ad que causa terribles estragos. Con las Brontë, el sentimient­o lo es todo. Las acciones de sus héroes y heroínas están impulsadas por sus emociones ocultas y reprimidas. En sus novelas, las tres hermanas, en particular Emily, analizaron a fondo el funcionami­ento interno del amor y el comportami­ento con respecto a las lides del corazón” (traducción libre, Women who Write are Dangerous, Abbeville Press Publishers, 2018) .

››Crecieron en un ambiente intelectua­l, rodeadas de relatos de climas inhóspitos y romances imposibles, y se convirtier­on en ejemplo de feminidad letrada.

 ?? / Obra de Patrick Branwell Bronte ?? De izquierda a derecha: Emily, Anne y Charlotte Brontë, en un retrato realizado por su hermano, Patrick Branwell Brontë.
/ Obra de Patrick Branwell Bronte De izquierda a derecha: Emily, Anne y Charlotte Brontë, en un retrato realizado por su hermano, Patrick Branwell Brontë.
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