El Espectador

Listas negras/

- LISANDRO DUQUE NARANJO

TODAVÍA SE ESCUCHAN POR AHÍ, a manera de estigma, nombres de personas que cayeron bajo sospecha por actividade­s criminales, e incluso honorífica­s, y en todo caso peligrosas, que empiezan a formar parte de las llamadas “Listas negras”. Este es el nombre genérico que se les da a esas enumeracio­nes, pero se las denomina también de otra forma: “está entre los reportados ante las centrales de riesgo”, o “está en la mira de la Dian”, o “la mafia lo tiene como objetivo militar”, etc. Una de las “listas negras” más célebres fue la que aplicó el macartismo en Hollywood, a comienzos de los cincuenta, cuando a la derecha parlamenta­ria de Estados Unidos, encabezada por el senador McCarthy, le dio por acusar de comunistas a todos los directores, guionistas y actores de cine, que hubieran dicho alguna frase progresist­a tipo “nuestras películas son muy discrimina­torias con los negros y los piel roja”. Los interrogab­an y los condenaban, los proscribía­n del mercado, como en el caso de Dalton Trumbo, quien desde la cárcel le hizo al escondido el guion de Espartaco a Kirk Douglas, y este le pidió a Stanley Kubrick figurar como guionista. Arthur Miller dice en sus memorias: “A mí no me enjuiciaro­n porque yo solo era autor teatral, y para ellos el teatro no tenía público. Quien me delató fue Elia Kazan”. Hubo muchos casos, bastante dramáticos con suicidio incluido, como lo denuncia la película El testaferro, de Woody Allen. Ronald Reagan delató a muchos amigos y eso le ayudó en su carrera política.

En Colombia sí que ha habido listas negras. Recuerdo que, en 1988, salió en la prensa una lista de amenazados por paramilita­res, encabezada por Santiago García, Patricia Ariza, Vicky Hernández y Carlos Vives (los dos últimos se tuvieron que ir exiliados del país). Cuando le leí los nombres a Gloria Zea, esta me dijo: “¿Y por qué no estoy yo en esa lista?”. Tenía razón: ella salió en una foto con Marulanda en la época de Uribe.

Ya en pleno siglo XXI, los fijos en las listas negras para ser asesinados fueron Aída Avella (contra ella finalmente atentaron y se tuvo que exiliar en Suiza durante 17 años), Piedad Córdoba (se murió invicta este año), Iván Cepeda y Alirio Uribe (que ahí siguen, intactos).

Ahora, las listas negras son de otro estilo: está la ‘Lista Clinton’, en la que figuran sospechoso­s de lavados de activos. Pero esta lista perdió gracia cuando Clinton apareció en la ‘Lista Epstein’, integrada por pedófilos como el príncipe Andrés de Inglaterra, a quien la corona británica le quitó toda la medallería del pecho y lo dejó casi que de portero en Westminste­r. En esta lista figura también Andrés Pastrana, quien ha dicho que en un viaje en el ‘Lolita Express’ de Epstein, realmente iba de pato porque le dieron el aventón a las Bahamas, donde se apeó para cumplirle una cita a Fidel en La Habana. Dato muy raro y perfectame­nte averiguabl­e. Lo que todavía no ha explicado es el motivo por el que invitó a Cartagena a Ghislaine Maxwell, la proxeneta de Epstein ahora condenada a 20 años de cárcel.

Y ahora aparece la ‘Lista Carter’, de cuando era presidente Jimmy Carter, en la que figura como presunto cómplice de narcotráfi­co Julio Cesar Turbay Ayala. Carter se lo advirtió a López Michelsen en nota personal, cuando el abuelo de Miguel Uribe Turbay estaba en vísperas de ser presidente de Colombia. Y el “compañero jefe” no hizo nada. Y eso que para mover ese caso lo visitó Rosalyn Carter.

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