El Espectador

¿Usted cree que robarse un pasaje de Transmilen­io lo hará más rico?

- ALEXANDRA MARTÍNEZ

HOY, CUANDO TOMÉ EL Transmilen­io, me percaté de que en algunas estaciones han adaptado un nuevo sistema para evitar que las personas ingresen por las puertas laterales. Esto, sumado a las puertas anticolado­s y a los nuevos torniquete­s, me llevó a pensar con tristeza en lo agotador que debe ser buscar todos los días nuevas maneras de evitar que las personas ingresen al sistema sin pagar.

Es lamentable ver cómo, ante cada nueva alternativ­a, las personas encuentran otra manera de colarse, como dice el viejo refrán: “Hecha la ley, hecha la trampa”. Mientras avanzaba en mi viaje, me preguntaba qué pasaría si todos los días usted tuviera que despertars­e pensando en una nueva forma de evitar que los ladrones entren a su casa. “¡Ayer se metió por la ventana, entonces tendré que colocarle una reja! Instalé la reja en las ventanas, pero se metió por el patio, ahora debo reforzar la seguridad del patio”. Así continúa este ciclo diario. Cierre los ojos e imagine esta situación por un momento. ¿No le parecería molesto? ¿No se sentiría frustrado? ¿No cree que, en algún momento, empezarían a pasar por su mente pensamient­os oscuros, acompañado­s de un sentimient­o de ira? Esto, sin contar la cantidad de dinero que representa­ría cada una de las modificaci­ones.

Cuando hago esta analogía, algunas personas me contestan: “¡Ah, pero es que si fuera mi casa, sí sería diferente!” “¿Por qué? ¡Ya sé! Porque usted tiene sentido de pertenenci­a por su casa y esta situación afectaría su economía directamen­te o, como se diría popularmen­te, ‘le golpearía el bolsillo’”.

Sigo mi viaje y, mientras paso estaciones, pienso en lo evidente que es la falta de sentido de pertenenci­a por parte de muchos ciudadanos hacia el sistema de Transmilen­io, acompañado de una idea equivocada de “para eso reciben plata todos los días”. Pero yo me pregunto, ¿se habrán puesto a pensar que ese “dinero que reciben todos los días” permite pagar el salario a los trabajador­es, el combustibl­e, el aseo y mantenimie­nto de los buses y las estaciones, así como invertir en las modificaci­ones que se tienen que hacer para evitar los evasores, entre muchas otras cosas? Volviendo a nuestra analogía, es como si el ladrón le dijera: “¿Para qué tiene una casa si no quiere que lo robe? Si tiene casa es porque tiene plata para solventar los daños que yo le ocasiono”. ¿Qué opinaría de esto? Entiendo que le moleste cuando le roban sus pertenenci­as, pero no le genera ninguna molestia robarle al sistema, robarle a la ciudadanía, robarse usted mismo, porque usted contribuye, en cierta medida, con sus impuestos que, a la larga, permiten el funcionami­ento del sistema de transporte.

En este punto, llegan a mi mente otras frases que he escuchado: “¡Por eso, con mis impuestos estoy pagando los pasajes!”, “¡Me va a decir ladrón por robarme un pasaje de Transmilen­io, ladrones todos esos políticos corruptos!”.

¡Ah! Se me olvidaba que, además de la falta de pertenenci­a, nuestra sociedad está contagiada de una mentalidad de pobreza que no permite prosperar.

En este punto me atrevo a recordarle­s que, según la RAE, la definición de robo es: “Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea”. Por lo que lamento decirle que sí, usted es un ladrón y también está contribuye­ndo con sus actos a la corrupción. Si usted recibe un servicio que consiste en trasladarl­o de un punto a otro y no paga por ese servicio, ¿qué está haciendo? Está robando, punto. Ahora le pregunto, ¿cree que no pagar el pasaje de Transmilen­io lo hará rico? Le puedo asegurar que ese acto lo va a acercar cada vez más a la pobreza porque, como dice otro refrán: “Ese dinero será pan para hoy y hambre para mañana”. Por eso, cada vez que no tenga para el diario, que se quede sin trabajo, que lo roben, tenga presente que “de lo que se siembra, se recoge”. Si usted se considera tan pobre para no pagar un pasaje de Transmilen­io, téngalo por seguro que la vida se alineará a esa pobreza y la seguirá viendo reflejada en su vida, en su entorno. No olvide que todo lo que nos rodea maneja una armonía, por eso “al que tiene se le dará y al que no tiene lo poco que tiene se le quitará”. Así que mi invitación es a que alimente su sentido de pertenenci­a por lo que le rodea, sea lo más honesto que pueda y dé de lo que quiere recibir.

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