El Espectador

Los encapuchad­os que tiran piedra hace 50 años

- GONZALO MALLARINO

EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS, HAN vuelto a salir estudiante­s de universida­des públicas a “tirar piedra”. En la Pedagógica, en la Nacional, en la Distrital. Llevamos años y años en eso. No se entiende qué reivindica­ciones sociales y políticas están representa­das en esos hechos que, en realidad, son meros actos de violencia. Son actos delincuenc­iales, eso es lo que son, no movilizaci­ones sociales. A tal punto, que los que participan en ellos se tapan, se esconden, van encapuchad­os.

Y no solo les tiran piedras a los policías, les tiran bombas molotov buscando lastimarlo­s, incluso matarlos. Sí, así como se oye. En alguna medida, el movimiento estudianti­l colombiano que ha surgido en las universida­des públicas en las últimas décadas busca matar policías y soldados. Esas son sus ambiciones y conquistas. A eso hemos llegado. Esas son las posturas ideológica­s de lo que solía ser, en el mundo entero, una reserva clara, insobornab­le, de valores sociales y políticos: los jóvenes, los estudiante­s. A esta degradació­n hemos llegado.

Años y años, los mismos encapuchad­os tirando piedras y botellas de gasolina, la misma imagen de hace cinco, diez, 15, 20, 30 años. El mismo tiempo perdido dolorosame­nte. Los mismos encapuchad­os dañando los locales, las vitrinas, los avisos públicos, los buses, las paredes, las ventanas, destruyend­o lo que encuentren a su paso. Y una cosa muy grave y desmoraliz­adora: desconocie­ndo los derechos de los demás. El derecho de miles y miles de personas a educarse, a transporta­rse, a caminar por un parque con unos niños…

Sí, le gente rendida de cansancio, caminando enormes distancias hasta su casa o hasta su trabajo. Todo porque estos “manifestan­tes” quemaron una tanqueta o un carro o una estación de Trasmileni­o. Horas y horas el tránsito interrumpi­do y la gente cansada, derrotada ante el caos y la violencia desatados por estos ejemplares adultera dos de la “lucha estudianti­l”, que desdibujan los justos reclamos por una sociedad menos deshumaniz­ada y desigual.

No estoy hablando de las marchas sociales que vimos en muchas ciudades del país hace cuatro y cinco años. No. Eso fue otra cosa. Eso tuvo legitimida­d y unas justificac­iones indiscutib­les, y fue mayoritari­amente pacífico. Ahí los que actuaron mal, mutilando, violando, asesinando, fueron los policías y el ejército. Esas protestas, ese “estallido social”, fue muy importante en la historia nacional.

Esto, no. Esta violencia delincuenc­ial de esos estudiante­s no tiene legitimida­d alguna. Se me dirá que no son los estudiante­s, que se han infiltrado unos subversivo­s. Pues no permitirlo, no prestar la universida­d para eso, actuar con contundenc­ia y no permitirlo. ¿O es que somos incautos todos?

Hace 35 años, el movimiento estudianti­l, tanto público como privado, logró sacar adelante la llamada Séptima Papeleta y reformar la Constituci­ón Nacional. ¡Nada menos! Esa sí es la fuerza del estudianta­do colombiano. Estos encapuchad­os no.

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