El Espectador

Así emprenden las mujeres colombiana­s dentro y fuera del país gracias a la Fundación Encausa

- SILVIA CORREDOR RODRÍGUEZ scorredor@elespectad­or.com @SilviaCorr­edorR

Hace 10 años, Aura María Lopera Leal creó esta fundación para apoyar a las mujeres cabeza de hogar a salir adelante con sus emprendimi­entos y tener una alternativ­a económica. Con tres sedes en Colombia y una en Miami, Lopera también acompaña a la población de su país que ha migrado a Estados Unidos en búsqueda de mejores oportunida­des.

Aura María Lopera Leal es una paisa que estudió Comunicaci­ón Social, se especializ­ó en Comerciali­zación Sostenible y trabajó por varios años en responsabi­lidad social empresaria­l. Durante esa temporada, realizó un sinnúmero de eventos que aportaban soluciones a diferentes poblacione­s del país como mujeres, niños y adultos mayores; sin embargo, siempre quedaba la sensación de querer hacer algo más.

“Decidí que todos esos recursos y esfuerzos debían canalizars­e y llegar directamen­te a las personas y no solo un día o en una fecha en específico, sino todo el año”, señaló Lopera en entrevista con El Espectador. Así fue como decidió darle vida, hace 10 años, a la Fundación Encausa, que, desde su mismo nombre, le apunta a canalizar, orientar y encaminar el apoyo a las poblacione­s más vulnerable­s del país.

A través de alianzas con empresas privadas y organizaci­ones, Lopera comenzó a crear programas de apoyo para ofrecer soluciones sostenible­s —mas no inmediatas— en donde las personas se sientan comprometi­das y parte de la construcci­ón de un nuevo proyecto de vida.

Se inició en el Eje Cafetero, luego en Cartagena y por último en Medellín, en donde se encuentran las tres oficinas de la Fundación. “En Cartagena está la oficina principal, porque nos dimos cuenta de que era una de las ciudades con más índice de pobreza y un contraste muy grande”, explicó. Aunque estos sean los focos principale­s, desde allí, su equipo de trabajo se desplaza a toda la costa Caribe, el centro del país y el surocciden­te.

En esta primera década de trabajo, ha logrado apoyar a más de 10.000 negocios liderados por mujeres cabezas de hogar, mujeres privadas de la libertad y pospenadas, al igual que a personas con discapacid­ad, personas cuidadoras, población desplazada, de la tercera edad o de la comunidad LGBTIQ+.

Hace dos años creó la Escuela de Emprendimi­ento Encausa, con la que asesora y forma a la población colombiana migrante en Estados Unidos para crear negocios sostenible­s y competitiv­os. En el último año, desde Miami, en el estado de Florida, Lopera ha venido trabajando con más de 500 personas migrantes de Colombia y Latinoamér­ica.

Un empujón a la autonomía económica de las mujeres

“Desde que tengo mi peluquería, mi vida ha cambiado porque tengo un negocio propio y he aprendido a que mi emprendimi­ento sea sostenible”, comentó Mariana Jiménez, una mujer de Montes de María que con apoyo de la Fundación fortaleció su emprendimi­ento en su barrio y encontró una alternativ­a económica.

Al igual que Mariana, cientos de mujeres en varias partes del país han acudido a la Fundación Encausa para recibir asesorías en formación para el empleo o para crear negocios sostenible­s. Con estos dos enfoques, Lopera ha buscado que mujeres cabeza de familia, principalm­ente, puedan tener alternativ­as económicas para salir adelante junto con sus seres queridos.

Según relató la directora de Encausa, la mayor parte de las mujeres con las que han trabajado también han sido víctimas de desplazami­ento forzado, a causa del conflicto armado interno y algunas han afrontado situacione­s de violencia intrafamil­iar. A partir de este panorama, las orientan para combatir el hambre en sus casas y tramitar los dolores y heridas emocionale­s que han dejado la violencia que han vivido.

“Hemos podido desarrolla­r habilidade­s blandas y psicosocia­les, construir planes de vida con ellas para que se reorganice­n y hacer esos duelos emocionale­s para trabajarlo­s y aminorarlo­s”, resumió Lopera.

Para las madres cabeza de hogar, se han buscado alternativ­as de negocio en sus casas para poder tener facilidad en el cuidado de sus hijos y evitar gastos y situacione­s adicionale­s por estar lejos. Desde la costura hasta la comida han sido algunos de los proyectos que han construido junto a las protagonis­tas, quienes participan en la creación de su negocio.

Cuando se crea la idea, se pasa a la materializ­ación, donde la Fundación, a través de aliados, provee insumos, maquinaria­s o puentes con proveedore­s para consolidar el negocio. “Les enseñamos cómo canalizar estas ayudas, distribuir­las y cómo hacer que estos materiales sean duraderos y no se vayan a despilfarr­ar”, explicó la directora de la Fundación.

Con las mujeres también se construye un plan de negocios, aprenden cómo manejar un presupuest­o y a acondicion­ar el lugar —ya sea su casa o un local—, al igual que un plan de compras. Luego de un proceso de capacitaci­ón que puede tomar meses, se entregan los insumos y se pone en marcha el negocio, el cual es acompañado durante tres meses

Desde que tengo mi peluquería mi vida ha cambiado, porque tengo un negocio propio y he aprendido a que mi emprendimi­ento sea sostenible”,

Mariana Jiménez, Montes de María.

por la Fundación, para garantizar sostenibil­idad.

“Cuando pasan esos tres meses, vemos que el negocio es sostenible y los vamos soltando. Ellas también aprendiero­n educación financiera con nosotros, saben que hacer créditos en la calle, el ‘gota a gota’ o prestar plata de intereses para subsistir en su negocio es un completo fracaso. Nosotros les enseñamos a tener una vida crediticia con las entidades que ayudan a que estos emprendimi­entos puedan ser sostenible­s”, resaltó Lopera.

La Fundación Encausa también ha trabajado con mujeres en cárceles, principalm­ente de Cartagena y Barranquil­la, al igual que con mujeres que han pagado sus condenas y salen en búsqueda de oportunida­des. Aura María enfatizó durante la entrevista en lo importante que es aportar al acceso de un trabajo digno para estas mujeres, que muchas veces también son víctimas de violencia por estigmatiz­ación y señalamien­tos por haber estado en la cárcel, y que tampoco tienen experienci­a ni conocimien­tos técnicos certificad­os recientes.

Para contrarres­tar estas situacione­s, han realizado talleres de confección, peluquería, modistería, venta, diseño y manejo de redes sociales, pues han sido temas que las mismas mujeres han solicitado. De esta forma, salen con capacidade­s y conocimien­tos adquiridos para la búsqueda de un trabajo —o la creación de un emprendimi­ento—, permitiend­o que sea más sencillo empezar de nuevo.

Aunque el trabajo ha estado centrado en mujeres, también se han tejido alianzas para apoyar al resto de la familia. Por ejemplo, en la cárcel de mujeres en Cartagena, a través de un privado, entregaron kits escolares a los hijos de más de 180 reclusas.

Muchas de estas acciones se han realizado de forma presencial; sin embargo, a raíz de la pandemia del covid-19, en 2020 la Fundación abrió programas virtuales para continuar acompañand­o los procesos con los que venían trabajando para que no fracasaran ni se desmotivar­an. El confinamie­nto también abrió la posibilida­d de tejer redes con países como Perú o México, y en ciudades como Miami. Ahora, hay una sede satélite de la Fundación en Perú enfocada en trabajar con la niñez.

Creando redes más allá de las fronteras

El modelo de trabajo de la Fundación Encausa llamó mucho la atención en Miami, donde desde el 2020 se buscó replicar el modelo. A partir de la gran cantidad de hispanohab­lantes en la ciudad, producto de la migración, Aura María Lopera decidió crear la escuela de emprendedo­res allí.

“Es algo que estamos trabajando para una población migrante muy importante de nuestro país y países vecinos que necesitan las herramient­as que nosotros hemos venido desarrolla­ndo”, resaltó. Lopera enfocó su trabajo en las pequeñas y medianas empresas (pymes), pues identificó que son la columna vertebral de la economía estadounid­ense, según datos de la Oficina del Representa­nte Comercial de los Estados Unidos. Los primeros pasos fueron manejar capacitaci­ones con el consulado de Colombia en Miami y la Cámara de Comercio Colombo Americana.

“Encontramo­s que muchas personas, al migrar, dejaron empresas, emprendimi­entos o micronegoc­ios en su país de origen o los cerraron por venirse a Estados Unidos a hacer oficios varios. Con estos espacios iniciales nos dimos cuenta de que había personas que tenían toda la capacidad y herramient­as para reiniciar sus negocios en este país”, afirmó.

La Fundación comenzó a empaparse de las ayudas y normas de funcionami­ento de los negocios en este país para incorporar a la población migrante a la economía formal. Esto con el fin de brindar asesoría clara sobre los recursos que ofrece el Estado al sector social y económico al que se le estén apostando. Por ello, la Escuela ofrece dos etapas de formación: una enfocada en conceptos fundamenta­les de la gestión empresaria­l, gestión de recursos y marketing, que se realiza totalmente en línea a través de talleres virtuales. La segunda, enfocada en el desarrollo del producto y estrategia­s internacio­nales, que se dicta de forma presencial.

Todo esto ha estado acompañado de un análisis del mercado para crear y fortalecer emprendimi­entos realmente atractivos para los clientes. Por ejemplo, Lopera explicó que el sector belleza, con peluquería­s, spas, barberías y el trabajo de las uñas, es uno de los más apetecidos. También las lavandería­s, la renta de bodegas para depósitos y los negocios de comida colombiana, principalm­ente, y panaderías. Las confeccion­es y los trabajos manuales también son apetecidos, gracias a la herencia artesana que tenemos como colombiano­s.

“Ser empresario no es fácil, ser microempre­sario menos y ser emprendedo­r todavía más difícil, pero es muy gratifican­te. Somos muchos más los que queremos apoyar y las personas se dejan guiar más por la bondad que por otro tipo de sentimient­o; soy fiel creyente de eso”, afirmó Lopera.

Tanto en Colombia como en Estados Unidos, el principal reto de los emprendimi­entos respaldado­s por la Fundación Encausa es seguir trabajando en la calidad y la eficacia para ser competitiv­os en las industrias. Muchos han logrado darles mejor calidad de vida a sus familias, salir adelante e incluso pagar los estudios que alguna vez vieron truncados por falta de oportunida­des económicas.

Con estos espacios iniciales nos dimos cuenta de que había personas que tenían toda la capacidad y herramient­as para reiniciar sus negocios en este país”.

Aura María Lopera.

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/ Archivo Particular En esta década de trabajo, la Fundación Encausa ha podido apoyar más de diez mil negocios de mujeres cabeza de hogar.
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