El Espectador

Centro de Memoria Histórica modificó bases de datos para incluir violencia desde época de Gaitán

- LAURA RUDAS LLERAS

La entidad, dirigida por María Gaitán -nieta del prócer liberal Jorge Eliécer Gaitán-, cambió la fecha de referencia sobre el origen del conflicto armado en Colombia. Expertos señalan que los cambios pueden afectar la consistenc­ia de los datos y mostrar un subregistr­o en los años de la Violencia.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), dirigido por María Gaitán -nieta del prócer liberal Jorge Eliécer Gaitán-, cambió la fecha de referencia que se había tenido hasta ahora para comenzar a registrar los hechos del conflicto armado a partir de 1944 y no desde 1958, como lo venía trabajando el mismo Centro y la Comisión para el Esclarecim­iento de la Verdad (CEV).

Este cambio coincide con un reclamo que ha tenido por años la actual directora, orientado a que la institució­n incluya los hechos vicitimiza­ntes ocurridos durante la época de la Violencia. Colombia+20 ya había advertido en mayo de 2023 sobre varias denuncias alrededor de la administra­ción de Gaitán, y su insistenci­a en que el origen del conflicto armado en Colombia está determinad­o por el asesinato de su abuelo.

Expertos señalan que aunque modificar el punto de partida para narrar el conflicto armado no está mal, hacerlo sin el debido rigor puede afectar la credibilid­ad, reputación y operativid­ad de las bases de datos. Agregan que, incluso, puede llevar al público a concluir que el período previo a 1958 fue relativame­nte pacífico comparado con lo que vino después debido a la escasez de datos registrado­s.

Entre 2014 y 2018, bajo la dirección de Gonzalo Sánchez, el Observator­io de Memoria y Conflicto (OMC), del CNMH, se encargó de sistematiz­ar los hechos de violencia relacionad­os con el conflicto armado en Colombia y logró construir una base de datos que es, para muchos, el ejercicio más riguroso que se ha hecho de cuantifica­ción de estos crímenes

La recolecció­n de datos tomó como fecha de partida el año 1958 y se realizó a partir de la integració­n de fuentes sociales e institucio­nales que permitiero­n esclarecer la memoria sobre el conflicto. Sin embargo, esto cambió en junio de 2023, cuando el OMC comenzó a modificar las bases de datos que había construido en el pasado para incluir en ellas hechos victimizan­tes previos al año en mención.

Rutas del Conflicto hizo una revisión de las bases de datos del OMC con fecha de corte al 31 de marzo de 2024 y verificó que, para el período comprendid­o entre 1944 y 1957, se ha agregado la informació­n de 1.480 víctimas y se han registrado 885 casos de violencia clasificad­os en diversas categorías: asesinato selectivo, ataque a poblacione­s, atentado terrorista, daño a bienes civiles, desaparici­ón forzada, masacres, minas, secuestro, violencia sexual y acciones bélicas.

Según Andrés Suárez, excoordina­dor del OMC durante el período 2014-2018, la decisión original de escoger el año 1958 como punto de partida para las bases de datos respondió tanto a una razón histórica como a una metodológi­ca.

Desde una perspectiv­a histórica, esta fecha ha sido concebida por diversos académicos como el hito fundaciona­l del conflicto armado actual, pues, con la creación del Frente Nacional, las matrices ideológica­s de la violencia cambiaron. “De ser una pelea, principalm­ente, entre liberales y conservado­res, con el Frente Nacional pasamos a una violencia entre el Estado y la insurgenci­a”, relata Suárez.

Esa idea de situar el origen del conflicto en el 58 fue adoptada por el CNMH y por la CEV. Sin que sea el centro de su investigac­ión, ambas entidades han abordado la época de la Violencia en sus informes; no obstante, aunque reconocen los hechos previos a esta fecha como antecedent­es esenciales para entender el conflicto que vino después, enfatizan en la diferencia entre los dos períodos.

Sin embargo, esta concepción no es universal dentro del campo de estudio, pues hay quienes defienden que el 58, lejos de tratarse de un punto de partida evidente y natural, es una fecha escogida por razones pragmática­s, administra­tivas e incluso políticas. Carlos Charry, director del doctorado en estudios sociales de la Universida­d del Rosario, está en desacuerdo con que empiece a narrarse el conflicto a partir de 1958, porque, según él, la violencia de Estado estuvo presente desde antes de ese período. “La decisión es más administra­tiva en términos de capacidad operativa para poder abarcar un período bien hecho y analizarlo, pero violencia de Estado ha existido, y esta debe ser esclarecid­a”, afirma.

Además, si bien es cierto que existen rupturas entre las dinámicas de violencia antes y después del 58, lo mismo aplica para períodos posteriore­s, por lo que este argumento no es suficiente para concluir que el inicio del conflicto armado se sitúa en el Frente Nacional, concluye Charry.

Esta postura coincide con la defendida por María Gaitán, quien lleva años afirmando que la construcci­ón de memoria del conflicto armado en Colombia ha ignorado la violencia bipartidis­ta e insistiend­o en que el origen del conf licto debe ubicarse en eventos anteriores a 1958, como el asesinato de su abuelo.

Ahora bien, Suárez señala que la razón metodológi­ca tiene que ver con la existencia de un desbalance muy fuerte entre las fuentes de informació­n disponible­s antes y después de 1958. Tal como lo relata el excoordina­dor del OMC, existen serias dificultad­es para hacer una documentac­ión rigurosa de los hechos de violencia previos a ese año, puesto que no existen suficiente­s fuentes de informació­n.

Los expertos afirman que la precarieda­d de las fuentes durante el período previo a 1958 se explica por: la ausencia de organizaci­ones

» Los expertos afirman que la precarieda­d de las fuentes antes de 1958 se explica por la ausencia de organizaci­ones de DD. HH. y de políticas institucio­nales que favorecier­an la recolecció­n de testimonio­s.

de derechos humanos y políticas institucio­nales que favorecier­an la recolecció­n de testimonio­s; la fuerte censura que hubo a la prensa entre 1949 y 1957, que se recrudeció durante el mandato de Rojas Pinilla; el hecho de que la Policía solamente municipali­zó la informació­n de homicidios a partir de 1960; la quema de documentos de “El Tiempo”, El Espectador y del Archivo Nacional, que se dio durante el Bogotazo; la ausencia de una política de conservaci­ón de archivo en varios lugares del país y, por supuesto, el paso del tiempo.

Para Suárez, en temas de cifras, es clave el libro “La Violencia en Colombia”, de Guzmán, Fals Borda y Umaña, en el que se estima que el número de víctimas de esta época es de aproximada­mente 200.000, aunque el mismo trabajo reconoce que no se cuenta con informació­n que dé cuenta de la magnitud de la violencia en ese período.

Según el excoordina­dor del OMC, tal vez el mejor intento de calcular el número de víctimas es el realizado por Paul Oquist en el libro “Violencia, conflicto y política en Colombia”. Allí, basándose en los datos de Tolima, que es el departamen­to que tiene mayor registro de informació­n, el autor realiza una proyección de los muertos que pudo haber durante la Violencia y lanza la cifra de 193.017 personas

No obstante a todas las observacio­nes históricas y metodológi­cas, Suárez reconoce que la memoria del conflicto armado no se puede edificar sobre el olvido de la violencia bipartidis­ta.

Ahora bien, como señala Óscar Maldonado, sociólogo experto en métodos cuantitati­vos y profesor de la Universida­d del Rosario, respecto de la importanci­a de narrar el conflicto armado desde antes de 1958, cualquier intento por ampliar el conjunto de datos y las fuentes a las que se puede acceder es muy valioso, pero representa serios desafíos.

“Pensar el conflicto en esa mirada de más larga duración trae unos nuevos retos que se resumen en si vamos a ser capaces de hacerlo con el mismo rigor que se ha hecho después del hito del 58”, afirma el sociólogo.

Para Andrés Suárez, el mayor problema que tiene la modificaci­ón de la base de datos es que se va a generar una descompens­ación muy fuerte con el acervo de fuentes que acompañan la documentac­ión de los casos desde el 58 en adelante, porque no hay suficiente informació­n para sacar cifras del período anterior. En su criterio, esto no solo afecta la reputación y credibilid­ad de la base de datos en su conjunto, sino que además puede llevar a la gente a pensar, de manera errada, que ese período fue menos violento de lo que en realidad fue.

De hecho, en una revisión de las bases de datos del OMC, realizada por Rutas del Conflicto, se encontró que, contrario a la estimación realizada por Guzmán, Fals Borda, Umaña y Oquist de aproximada­mente 200.000 víctimas durante la Violencia, la base de datos del CNMH actualment­e solo registra 1.480 víctimas y 885 casos de violencia en el período 1944-1957 (fecha de corte: 31 de marzo de 2024).

En la revisión de las bases de datos del OMC, adelantada por Rutas del Conflicto, se hallaron inconsiste­ncias entre la Base de Datos de Casos (BDC) y la Base de Datos de Víctimas (BDV). Como estaban concebidas originalme­nte, la BDC incorporab­a los sucesos según las circunstan­cias en que ocurrieron y la BDV consignaba datos de las personas directamen­te afectadas.

Al contrastar la BDC con la BDV del período comprendid­o entre 1944 y 1957, resultan evidentes algunas discrepanc­ias. Por ejemplo, para el caso de masacres se registran 118 casos de masacres, pero cero víctimas, y para el caso de acciones bélicas se registran cero casos, pero 576 víctimas.

Al preguntarl­e a la entidad sobre el proceso de modificaci­ón de la base de datos, esta afirmó que “el CNMH tiene un deber de garantizar la amplia escucha de todas la memorias, los contextos, hechos y resistenci­as del conflicto armado interno”, que “ampliar el período de observanci­a no implicó modificaci­ones metodológi­cas” .

“Se decidió agregar la informació­n en la misma base de datos, como un corpus integral de informació­n, porque más allá de la fecha de ocurrencia de los hechos, los casos se registran con los mismos criterios y se busca documentar las mismas variables. Además, tener la informació­n en una misma base permite que se apliquen las mismas reglas de validación y criterios de calidad”, afirmó el Centro.

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/ Mauricio Aarado María Gaitán, nieta de Jorge Eliécer Gaitán, es la directora del CNMH desde octubre de 2022.
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