El Espectador

La consagraci­ón del islamowoki­smo

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

DE ACUERDO CON LA ACERTADA definición del columnista de El Mundo Iñaki Ellakuría, hoy estamos viviendo la consagraci­ón del islamowoki­smo, que es la emergente coalición de intereses entre la nueva izquierda y el islamismo de siempre, para acabar con la democracia occidental: “Los nietos y biznietos de los judíos que huyeron de Europa a América para evitar los habituales pogromos o la cámara de gas están sufriendo en los campus universita­rios el mismo odio antisemita que justificó viejas masacres… revolucion­arios de iPhone, ninguno de ellos utiliza el término –acuñado en 1944 para definir las atrocidade­s nazis– para referirse a la indiscrimi­nada matanza de civiles ucranianos, pero sí lo hacen para golpear a Israel. Un intenciona­do distingo que se explica por su infecto antisemiti­smo”. El islamowoki­smo en esencia afirma que los judíos, al tener presumible­mente el control absoluto de todo, son y siempre serán vistos como opresores. Para David Bernstein, autor del ensayo “Antisemiti­smo woke”, la cuestión es que cuando en la identidad de un bando pones la caracterís­tica de opresor, y en la identidad del otro la caracterís­tica de oprimido, Israel siempre será y actuará como opresor, mientras que Hamás y los palestinos siempre serán vistos como oprimidos, víctimas de los opresores. Este discurso maniqueo -al reducir la realidad solo a dos categorías, los opresores y los oprimidose­s el lenguaje ideal de los manipulado­res que prometen soluciones fáciles para ganar adeptos. El contemplar que la eliminació­n de Israel y el pueblo judío redunda en el sosiego y la armonía de los palestinos y de los musulmanes es de una sandez inconcebib­le. Es el ejemplo de la estupidez colectiva de que hablaba el alemán Bonhoeffer y el italiano Cipolla (citados por Alfredo Rangel en reciente artículo).

El escritor Enrique Rubio, autor del libro “Religión woke: el despertar de supremacis­mo identitari­o” (Marcos Ondara desde The Objective), arguye que “cuando una religión laica desarrolla todo su potencial destructiv­o nacen monstruos como el nazismo, el comunismo o el wokismo… es, grosso modo, como si “el nazismo y el comunismo hubieran tenido un hijo en una parroquia protestant­e y lo hubieran llevado a un colegio posmoderni­sta”. El islamowoki­smo por supuesto hace abstracció­n del asesinato de más de 1.200 personas y la toma de 253 rehenes por parte del grupo terrorista Hamás. Este acto de lesa humanidad no es tenido en cuenta por los estudiante­s y gobiernos islamowoki­stas, que poco entienden que su miserable lema “del río al mar”, lo que implica es el genocidio del valiente pueblo judío.

Apostilla 1: El eufemismo -malabarism­o idiomático- es tan vil como cobarde. Llamar al secuestro “retención económica”, como lo hace el ELN, define tanto el carácter ruin de los terrorista­s, como su pusilanimi­dad.

Apostilla 2: Hay que ser un redomado imbécil para creer que Olmedo López y Sneyder Pinilla no eran instrument­os, sino que actuaban por su propia iniciativa. La Ungrd, con casi $1 billón de presupuest­o y libertad de contratar a su antojo, se ha convertido para este Gobierno en lo que PDVSA era para los chavistas. El hedor de esta trama de corrupción ya se está expandiend­o por las estrellas del universo.

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