¿Escritores o esclavos fantasmas?
HAY UNA PELÍCULA DE ROMAN Polanski que no me canso de ver. Se llama The
Ghost Writer (El escritor fantasma, 2010) y su elenco lo encabeza una cuarteta de magníficos actores: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Olivia Williams y Kim Cattrall. Narra la historia de un escritor contratado para escribir, mejor dicho, reescribir las memorias de un polémico ex primer ministro británico, trasunto* del pobre Tony Blair, que empezó muy bien y terminó en los arenales de las guerras de Irak. Al avanzar en su trabajo, el escritor fantasma descubre una oscura y larga trama de la CIA para manipular al exgobernante y alinearlo con los interesas bélicos de Estados Unidos. No cuento el final porque los spoilers* me desesperan.
“El escritor fantasma es como un albañil, es el que construye la casa y pega los ladrillos, pero no es el dueño de los ladrillos”, según la definición de Luis Fernando Afanador en su más reciente obra: Los fantasmas sí existen (Ariel, marzo de 2024), una joya sin par, exquisita, aguda, inteligente. En ocho capítulos, Afanador describe las vicisitudes de este oficio tan peculiar. Es un recorrido casi escueto, que uno quiere que se extienda ad
infinitum* para gozar al máximo con la puntillosidad y erudición del texto.
Arranca con las casi inverosímiles peripecias de Gulielmus Shakspere o Shaxper o Shagspere, burgués de Stratford-upon-Avon que entraría a la inmortalidad con el legendario nombre de William Shakespeare. Se sabe tan poco de su vida que algunos llegan a dudar de su existencia real, confiriéndole la jerarquía de criatura de ficción como la de Romeo, el rey Lear o Hamlet. Afanador se deleita en hablarnos de sus probables o improbables fantasmas: Francis Bacon, Christopher Marlowe o Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford.
Está también la crónica de la factoría de Camilo José Cela, fanfarrón franquista que aprovechó el éxito de sus primeras novelas para transfigurarse en acumulador de tocinos, digo, de pesetas o euros. Y la ejemplar semblanza de Dalton Trumbo, guionista de
Spartacus, 1960, perseguido y encarcelado en 1947 por órdenes del Comité de Actividades Antiestadounidenses (House Un-American
Activities Committee, HUAC), es de mi querer con su imprescindible novela Johnny Got His
Gun (Johnny cogió su fusil, 1939). Y también los enredos de la fábrica de escritores de Alejandro Dumas y La increíble y triste historia de
la cándida Colette y su marido desalmado. Y el relato de amistad y pugnacidad de Raymond Carver con su editor. Y la todavía inconclusa hazaña de la escritora italiana Elena Ferrante, feminista anónima, escritoraza con coraza. Y las confesiones de J. R. Moehringer, el escritor fantasma de Spare (En la sombra), memorias del príncipe Harry, duque de Sussex e hijo menor de la princesa Diana Spencer. En fin,
Los fantasmas sí existen es una preciosidad. Gracias plenas, Luis Fernando...
Vademécum:
*Trasunto: imitación exacta, imagen o representación de algo.
*Spoiler: anglicismo con el sentido de revelación de detalles de la trama de una obra de ficción.
*Ad infinitum: indefinidamente o sin límite. Rabito: “Los premios son lo más próximo a la prostitución y quien los acepta o se presenta es porque está prostituido”, Camilo José Cela. Premio Nacional de Narrativa (España), 1984; Premio Príncipe de Asturias de las Letras, 1987; Premio Nobel de Literatura, 1989; Premio Planeta, 1994, y Premio Cervantes, 1995.
@EstebanCarlosM
El escritor fantasma es como un albañil, es el que construye la casa y pega los ladrillos, pero no es el dueño de los ladrillos, según la definición de Luis Fernando Afanador en su más reciente obra: ‘Los fantasmas sí existen’, una joya sin par, exquisita”.