El Espectador

Otro futuro para Buenaventu­ra

- MARÍA TERESA RONDEROS

UNA REACCIÓN DE ÚLTIMO MINUTO del comisionad­o de paz, Otty Patiño, y la paciente persistenc­ia de la diócesis local en la reconcilia­ción posible consiguier­on alargar por 90 días más el frágil acuerdo de no agresión entre los Shottas y los Espartanos en Buenaventu­ra. Son dos bandas delincuenc­iales, integradas por unos 1.700 jóvenes, cuyas actividade­s extorsivas y enfrentami­entos violentos por el control de la droga en la ciudad han causado gran sufrimient­o a buena parte de sus 320.000 habitantes.

No obstante, ni siquiera esta endeble paz, que a cada rato entra en crisis por la falta de atención y el incumplimi­ento de compromiso­s del Gobierno nacional, ha logrado sacar al puerto de la lista de las ciudades más violentas del país. Sí se respira más tranquilid­ad, pero cerró el 2023 con una escandalos­a tasa de homicidios de 42,3 por cada 100.000 habitantes.

El negocio de drogas juega de acicate de la violencia en ese puerto exportador. No obstante, hay más de fondo.

Como en varios lugares atribulado­s de Colombia, allí abunda la riqueza. Las empresas portuarias movilizan 19 millones de tonelaQUIS­IERA das de productos al año (alrededor de la mitad del comercio exterior de Colombia).

El 90 % del área de Buenaventu­ra es rural y, a pesar de su deterioro reciente, tiene una gran diversidad de ecosistema­s, entre ellos bosques de niebla, humedales, manglares y bosques húmedos.

En 2023, la Nación le giró a la ciudad, mediante el Sistema General de Participac­iones, poco más de $346.000 millones; en números simples, esto equivale a unos $3,5 millones por vivienda, sobre todo para educación y salud. Y por todo concepto, la ciudad proyecta, según cifras de la Alcaldía, que recibirá $800.000 millones en 2024, esto equivale a casi $8 millones por hogar al año.

A la mayoría de los bonaverens­es no les toca casi nada del baile de los millones, ni se aprovecha la biodiversi­dad para crear riqueza para ellos. Alrededor del 60 % de sus habitantes viven en la pobreza y el 9 %, en la miseria. Las arcas municipale­s están quebradas. La alcaldesa, que empezó en enero pasado, encontró que 88 de las 172 cuentas bancarias del municipio están embargadas por deudas y el déficit fiscal acumulado es monumental. Por malas decisiones, hasta la Sociedad Portuaria, otrora boyante, da pérdidas y no volvió a repartir dividendos, afectando más a sus 500 socios minoritari­os.

Una investigac­ión de Andrés Medina, de la Universida­d Javeriana, da en el clavo de por qué la riqueza no le llega a la gente. Concluye que ha habido un “desarrollo ausentista”, eso quiere decir que no creó vínculos para fomentar el desarrollo industrial en la zona, como sucede en puertos grandes del mundo. Los empresario­s pertenecen a élites políticame­nte influyente­s y “están ausentes y desarraiga­dos”, según dijo un entrevista­do a Medina. Además, la institucio­nalidad pública es débil y ni los entes privados ni los públicos vigilan bien los recursos. Los titulares de adjudicaci­ones irregulare­s de convenios, contrataci­ones fraudulent­as y cámaras de comercio con malas mañas durante las elecciones de alcaldes alternan con los de la violencia.

Es decir, Buenaventu­ra retrata de manera dramática lo que estamos haciendo mal como país.

Ante este panorama y con los grandes carteles de la cocaína acechando el convenient­e puerto, a los jóvenes pobres solo les queda volverse shottas o espartanos útiles al crimen organizado, pero no es contradict­orio que, a la vez, pidan a gritos paz, para ver si alguien les construye otro futuro.

Buenaventu­ra retrata de manera dramática lo que estamos haciendo mal como país”.

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