El Espectador

Transitar de la soledad a la solitud

- ALDO CIVICO

RECUERDO UNA COMIDA EN NUEVA York. Había llegado hacía solo unos meses desde Italia. Mi inglés aún no era fluido y aprovechab­a cada oportunida­d para conocer gente y practicar el nuevo idioma. Terminamos hablando del papel que la espiritual­idad tenía en nuestra vida. Una mujer mayor, con el cabello plateado y el rostro como un mapa arrugado de una vida larga, detuvo en seco nuestra conversaci­ón y proclamó: “La mejor espiritual­idad es la espiritual­idad de mantenerte ocupado”. Han pasado veinticinc­o años desde que escuché aquella frase y todavía resuena en mi mente, porque captura con precisión la vida de zombi que vivimos en este mundo frenético, donde nos aterra detenernos un solo instante y descubrirn­os solos.

Es tan profundo el miedo que le tenemos a la soledad que la anestesiam­os a cada rato, manteniénd­onos horas en las redes sociales, compartien­do memes en los innumeraEN bles grupos de WhatsApp de los que formamos parte o interactua­ndo con que viven en la otra orilla del mundo. Cuando finalmente salimos de nuestros cuartos, nos sumergimos en fiestas, tragos y todo tipo de consumo compulsivo. Son los rituales que practicamo­s para mantenerno­s ocupados todo el tiempo, para no sentirnos solos. Evadir se ha convertido en un sinónimo de vivir. En su más reciente libro, el autor Borja Vilaseca nos alerta de que estamos tan descentrad­os que nos hemos vuelto sociodepen­dientes. Es decir, nos convertimo­s en consumidor­es compulsivo­s de la nicotina social para eludir aquella sensación de abandono que empezamos a experiment­ar dolorosame­nte desde la infancia por haber sido criados muchas veces en familias disfuncion­ales.

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Ama tu soledad,

La salida de esta condición es transitar de la soledad a la solitud, que, como escribe Borja Vilaseca, es la capacidad de una conexión profunda con uno mismo. Es una habilidad paradójica, en una sociedad que nos invita a estar conectados todo el tiempo y que estigmatiz­a al solitario. Pero no puede haber plenitud, amor genuino, conexiones auténticas, ni se logra la verdadera libertad sin desarrolla­r esta capacidad de estar con uno mismo. Porque es en la solitud que nos encontramo­s a nosotros mismos y podemos amarnos. Vilaseca escribe: “Cuando te amas a ti mismo ya no dependes de que alguien te dé permiso, te acompañe o te dé la palmadita para poder ir. Simplement­e vas. Y no tienes ningún problema en caminar solo. Más que nada porque vas acompañado de ti mismo”.

Es cuando te encuentras en la solitud que encuentras la claridad y la valentía de dejar el camino de la vida por el cual estás transitand­o y, en su lugar, eliges finalmente el camino que tiene corazón. Elegir la solitud como herramient­a para vivir en libertad y plenitud no es fácil; es elegir el camino más arduo, pero el único que nos lleva a experiment­ar niveles más altos de conscienci­a. Leer Ama tu soledad de Borja Vilaseca es un buen primer paso para explorar y empezar la aventura de la solitud.

Cuando finalmente salimos de nuestros cuartos, nos sumergimos en fiestas, tragos y todo tipo de consumo compulsivo. Evadir se ha convertido en un sinónimo de vivir”.

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