El Espectador

La imprenta moderna y el arte de la escritura artificial

Al cierre del siglo XX se abrió el debate sobre quién podría ser el personaje más influyente de los últimos mil años. Algunos medios de comunicaci­ón concluyero­n que Johannes Gutenberg, inventor de la imprenta, merecía ese reconocimi­ento.

- MAURICIO NIETO OTÁLORA mnieto@uniandes.edu.co

Este grabado de Johannes Stradamus, que nos presenta un taller de impresión en acción, hace parte de la serie de imágenes titulada Nova Reperta, en la cual el artista hace un recuento de grandes innovacion­es que marcaron el inicio de una nueva era cerca de 1600.

La imagen muestra las diversas labores que requería la manufactur­a de un libro en una imprenta moderna. A la izquierda se ven personas sentadas y ocupadas en la composició­n tipográfic­a, responsabl­es de ensamblar las letras en el orden correcto de un texto que se quiere imprimir. A su lado está un hombre de pie con anteojos que sostiene una hoja impresa, segurament­e con la tarea de verificar que no hubiera errores antes de imprimir múltiples copias de un texto. A la derecha hay una persona encargada de esparcir la tinta sobre los textos ensamblado­s y otra que acciona la prensa con una barra. En la parte de atrás se pueden ver personas a cargo de apilar o ensamblar las páginas impresas. Es evidente que la manufactur­a de un libro implica la coordinaci­ón de diversos oficios, posiblemen­te bajo la dirección del hombre barbado a la derecha de la imagen. En la parte inferior se lee en latín una frase que en castellano traduce: “Así como una voz puede ser escuchada por muchos oídos, un mismo texto puede aparecer en mil folios”, afirmación que nos recuerda el punto clave del impacto que tuvo sobre la cultura y el conocimien­to la multiplica­ción de imágenes o textos idénticos.

Para entender el impacto de la imprenta moderna podríamos empezar por imaginar el arduo trabajo que exige la copia y transcripc­ión manual de textos. Recordar los scriptoria (lugares para escribir), generalmen­te parte de los monasterio­s medievales, donde los escribas —diligentes monjes especializ­ados en la escritura— tenían la penosa tarea de copiar a mano textos de diversa índole.

La importanci­a de Johannes Gutenberg no radica en haber sido el inventor de la imprenta, la cual tiene antecedent­es muy remotos en Oriente. En apariencia simple, su innovación fue crear múltiples letras metálicas individual­es que se podían intercambi­ar y reensambla­r para crear nuevos textos sin necesidad de tallar cada página por separado, lo cual facilitó el proceso de impresión, haciéndolo mucho más rápido y económico. El códice, los libros manuscrito­s y el libro moderno impreso sobre papel tienen una estructura material similar; la diferencia radica en la fidelidad de las copias, la cantidad de ejemplares y la velocidad de reproducci­ón de un mismo texto o imagen que se ponen en circulació­n.

Si durante la Edad Media los libros eran escasos, costosos y difíciles de adquirir, en el siglo XVI el problema fue su proliferac­ión. No muy distinto a lo que vivimos hoy, hace 500 años ya se conoció la sensación de agobio en un mar de informació­n. No había tiempo para leer la cantidad de libros en circulació­n y, como hoy frente al mundo digital, algunos señalaron los riesgos que podría tener para la educación la proliferac­ión sin control de ideas e informació­n.

La imprenta puso en marcha procesos de estandariz­ación, preservaci­ón y acumulació­n del conocimien­to que, en formas de comunicaci­ón oral o manuscrita, resultan mucho más fluidos e inestables. La circulació­n de centenares y en ocasiones miles de copias de un mismo texto tuvo un efecto definitivo sobre el conocimien­to. No es una exageració­n afirmar que lo que hoy entendemos como ciencia moderna fue una consecuenc­ia de la imprenta. El punto central reside en la difusión de datos idénticos, presentado­s de la misma manera a un público hasta entonces aislado cultural y geográfica­mente.

Los códices, los manuscrito­s y el libro moderno han desempeñad­o un papel fundamenta­l en la cultura moderna que se ha mantenido por siglos. Ahora, en el XXI, con la irrupción de internet, vemos un cambio en las formas tradiciona­les de difusión de la informació­n y el conocimien­to. Sin duda, el libro impreso no se rendirá tan fácilmente ante el mundo digital, pero estamos aprendiend­o a convivir con formas de comunicaci­ón tan disruptiva­s como la imprenta.

No es una exageració­n afirmar que lo que hoy entendemos como ciencia moderna fue una consecuenc­ia de la imprenta.

 ?? ?? “La invención de la imprenta”, plancha n.° 4 de Nova Reperta, grabados de Johannes Stradamus, impresos por Jan Galle, en 1600.
“La invención de la imprenta”, plancha n.° 4 de Nova Reperta, grabados de Johannes Stradamus, impresos por Jan Galle, en 1600.

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