El Espectador

La UE y su influencia frente a potencias no occidental­es

- DOUGLAS QUIROGA LÓPEZ

UNIÓN EUROPEA SE ERIGE como un poderoso instrument­o geoeconómi­co para Occidente, gracias a sus abundantes recursos económicos que le permiten incentivar o sancionar las acciones de otros actores a escala global. Ejerce una gran influencia para promover comportami­entos acordes con sus intereses, como la occidental­ización de países, fomentando su liberaliza­ción o aislándolo­s si no se adaptan estructura­lmente al mercado global.

Es evidente el interés de este bloque por impedir el progreso económico y cultural de potencias no occidental­es como Rusia, China e Irán, a las cuales combate con sus recursos económicos. Aunque está pagando un alto precio por lograr objetivos políticos, solo el tiempo revelará el éxito de estas medidas, ya que la Unión Europea tiene proyectos a largo plazo en el escenario internacio­nal. Cabe preguntars­e si podría solucionar con mayor facilidad los problemas internos de sus miembros, dado que sus recursos, aunque abundantes, son limitados e implican sacrificar y priorizar otros asuntos políticos.

En el caso de Rusia, se libra una guerra proxy, donde ambos bandos se enfrentan a través de Ucrania por el control de un territorio con gasoductos que suministra­n a Europa un valioso recurso energé

tico. Como en toda guerra, hay una dimensión mediática que busca justificar a un bando y demonizar al otro, cambiando la perspectiv­a de los demás. Por ello, intentan cerrar los medios de sus antagonist­as, alegando que el otro se vale de la desinforma­ción mediante sus canales de comunicaci­ón. Una vez más, Europa se encuentra dividida en bloques que no buscan la reconcilia­ción, sino el dominio.

Es notable cómo organizaci­ones y naciones tienen el poder de determinar el progreso de otros dentro de la lógica capitalist­a mundial. Por ejemplo, la Unión Europea busca competir con China en materia de microchips, invirtiend­o €43.000 millones en proyectos tecnológic­os. Esta medida es bastante diplomátic­a en comparació­n con las tomadas contra otros actores, ya que China es uno de los mayores socios comerciale­s de la Unión Europea, lo que genera una interdepen­dencia que imposibili­ta o haría irracional toda confrontac­ión abierta.

No se puede decir lo mismo en el caso de Irán, donde la Unión Europea no duda en sancionar directamen­te a este actor por sus actividade­s comerciale­s, como la venta de drones y misiles a Rusia, algo que consideran inaceptabl­e. Por ello, propone sancionar al país y a las empresas que allí fabrican estos productos, para que la producción enfrente más obstáculos, como altos precios o la escasez de recursos necesarios.

El poder de la Unión Europea es tan importante que puede provocar conductas de acuerdo con sus intencione­s. En la actualidad, sus ideales explícitos siguen siendo promover la democracia y los derechos humanos en el mundo. Sin embargo, un actor tan poderoso debe ser vigilado no solo por sus actores internos sino también por actores externos que puedan hacer críticas constructi­vas a la organizaci­ón, para evitar que se desvíe de sus ideales y se convierta en un peligro no solo para Occidente sino para el mundo en general. Y es que, con tantos actores con incentivos para su desarrollo económico y tan pocos dispuestos a satisfacer­los, un actor tan poderoso como la Unión Europea podría quedar impune gracias a su capacidad de generar dependenci­a económica, siendo muy pocos los que se atreverían a confrontar­la. Esos son los peligros de lo que denominaré “monopolios internacio­nales”, que concentran la mayor parte de la riqueza y el capital del mundo, sin un contrapeso efectivo hasta el momento.

La Unión Europea se erige como un poderoso instrument­o geoeconómi­co para Occidente, gracias a sus abundantes recursos económicos que le permiten incentivar o sancionar las acciones de otros actores a escala global”.

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