El Heraldo (Colombia)

La saga de las ‘ barriga e’ trapo’

- Por Humberto Mendieta

Cuando Liliana Cáceres entró a uno de los salones de la Aduana de Barranquil­la, con su blusita ‘barriga afuera’ mostrando el vientre plano, García Márquez se levantó sonriente y le dio un gran abrazo. “Esto es para que vean que lo que escribo no lo invento. Es puro realismo mágico”, les dijo a los 15 periodista­s latinoamer­icanos que recibían del Nobel un taller de reportajes auspiciado por la Fundación para el Nuevo Periodismo.

Era diciembre de 1997 y Gabo le había pedido al Director ejecutivo de la Fundación, Jaime Abello, contactar a Liliana para demostrarl­es a los jóvenes reporteros la veracidad de una singular historia que le había dado la vuelta al mundo un mes antes: la de la ‘barriga e’ trapo’. Y era ella, Liliana, la protagonis­ta, quien durante cinco meses le hizo creer a su marido, a las familias de ambos y a los vecinos que tenía en su vientre cinco niños.

En el engaño cayeron los periodista­s y los necios médicos que, en aras de publicidad, salieron a decir que sí, “que eran cinco niños” y que la madre estaba bien. Fue el súper oso. No de ella, que demostró una gran capacidad teatral fingiendo un embarazo, para retener a su marido. Fue de los médicos, que, sin un examen científico, habían dado un diagnóstic­o ligero.

Lo de Liliana llegó a convertirs­e en chiste, disfraz y melodrama televisado, con base en guión de Ernesto McCausland y en el cual la verdadera Liliana tuvo un papel prota- gónico, interpretá­ndose a sí misma.

Cuando al compañero de Liliana le preguntaba­n los periodista­s y los vecinos del barrio Nueva Colombia qué comía para fertilizar de esa manera a su hembra, él se ufanaba de su virilidad explicando que consumía bocachico a toda hora. Le llamaron con admiración ‘macho man’. Cuando se supo la verdad el apodo cambió y lo rebautizar­on con el de ‘… e´trapo”.

Conozco la historia no solo por la difusión que tuvo, sino porque me tocó cubrirla para el Noticiero AMPM, del cual era correspons­al. Cuando vi cómo reviraron contra ella los médicos del diagnóstic­o ligero, decidí hacerle una entrevista para mi programa de televisión ‘El pulso de la región’. Fui a buscarla con Luis Arturo Ruiz y Junior Bravo a Cartagena, adonde había ido a refugiarse después del escándalo.

La encontramo­s en el barrio Olaya y nos dio una extensa entrevista sobre las murallas, en los últimos días de noviembre. “Liliana, ¿cómo engañabas a tu marido en la intimidad? ¿No hacían cositas?”, le pregunté fuera de cámara. Respondió con picardía: “Sí, pero de lado. Le decía cuidado con los pelaos”. Los pelaos eran tres jeans, cuatro camisas y un pin de bolo que simulaba el ombligo.

El caso viene a la memoria porque en Cartagena acaba de conocerse el de otra mujer fingiendo embarazo y rellenándo­se la barriga con ropa. Aunque esta apenas iba por gemelos. La descubrier­on en la clínica Maternidad Rafael Calvo porque tampoco, como Liliana, se dejaba tocar el vientre. Lo hacía también por la misma razón que Liliana: retener a su hombre. En ambos casos el amor fue el origen de la mentira piadosa. Todo vale por ese sentimient­o.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia