‘Juventud’, ese divino y misterioso tesoro
La nueva producción de Sorrentino parece evaluar el concepto que da título a la obra.
¿En qué momento de la vida nos hacemos conscientes de que la juventud se ha ido y que estamos más cerca de la otra orilla? ¿Es acaso cierto que su paso es vertiginoso o es que en ese momento no tenemos la conciencia necesaria para concebir que lo que se construye día a día es nuestra propia historia?
La nueva producción del director italiano Paolo Sorrentino, una de las seleccionadas para la Palma de Oro en Cannes 2015, parece evaluar con dos excelentes protagonistas el concepto que da título a esta obra, que al igual que su previa producción, La grande belleza ( 2013), significa lo opuesto a lo que enuncia. Este juego con el título ya nos deja saborear cierto tono irónico que se apodera del argumento.
La película, primera incursión del director en idioma inglés, gira alrededor del encuentro entre dos viejos amigos en un elegante spa suizo. Fred (Michael Caine) es un famoso compositor y conductor de orquesta reti- rado, y Mick (Harvey Keitel) es un director de cine que se encuentra trabajando una película llamada ‘El último día de vida’; el equipo con que trabaja está desesperado por encontrarle un final a la cinta, metáfora elocuente que juega con el título. Lo que sí sabe de seguro es quién ha de representar el papel principal, que corresponde a la genial Jane Fonda, con una corta pero impresionante intervención.
Fred se encuentra acompañado de su hija ( Rachel Weisz), quien es también su asistente personal. Cuando aparece un emisario de la reina con la propuesta de conducir una presentación especial de sus composiciones más famosas, Fred se niega, confirmando que se encuentra retirado.
Mientras los dos amigos disfrutan de las inmediaciones del establecimiento, recuerdan el pasado e interactúan con otros asistentes, como un famoso actor de Hollywood (el excelente Paul Dano) que se prepara para su próximo rol, un célebre jugador de fútbol, Mara- dona, que juega con una pelota de tenis, una masajista y una reina de belleza. Ambos reflexionan sobre lo banal y lo trascendental en el arte, recuerdan que una vez tuvieron un amor en común y hablan de las enfermedades de la próstata y la inevitable pérdida de la memoria.
La película es una meditación sobre el correr del tiempo y el paso de l os años con un tratamiento más positivo que dramático, reiterando la importancia del amor como factor responsable de la vitalidad. El director demuestra gran madurez y conocimiento en lo relacionado al tratamiento de la vejez, comparable a lo que hace la joven Sarah Polley en Lejos de ella (2006).
La cinta, que estuvo nominada a un Óscar por la música, se destaca más que todo por la imagen o tal vez por la exageración de la misma para mostrar los conflictos inherentes al paso de los años.
Al igual que sucedió con La grande belleza, juventud es una película donde la parte visual y el montaje tienen más presencia que la historia misma, permitiendo confirmar que Sorrentino es un verdadero maestro de lo visual.