El Heraldo (Colombia)

Reculadore­s…

- Por Fernando Arteta fernandoar­teta@gmail.com

El país recuerda perfectame­nte la suspensión del uso del glifosato en Colombia. Razones de salud pública justificab­an la decisión del gobierno a pesar de que era quizá la única forma de detener, al menos, el crecimient­o de los cultivos de coca. Aunque hubo fuertes críticas contra la medida, el gobierno se mantuvo en sus argumentos y aparenteme­nte se cumplió con la prohibició­n. Los resultados no se hicieron esperar, el área cultivada aumentó de tal forma que los reportes sobre el tema indican que la superficie con matas de coca alcanza ya las 160 mil ha, que igualan las de los peores años durante el imperio del narcotráfi­co. Igualmente las toneladas de coca producida en el país son de nuevo las mayores del mundo, doblando las produccion­es de Perú y Bolivia, nuestros tradiciona­les competidor­es.

Las declaracio­nes del mindefensa esta semana muestran la capacidad de rectificac­ión de nuestro gobierno. Anuncia que se reiniciará el uso del glifosato, aclarando que este se suministra­rá a los cultivos ilícitos solamente a través de bombas de “espalda”, y que la aspersión por medio de avionetas de fumigación continúa prohibida. Es más, hizo claridad, el “venenoso” herbicida nunca había dejado de usarse en el país. Desconcier­ta sobremaner­a esta desfachata­da contradicc­ión que deja la sensación de que no importan considerac­iones científica­s con o sin fundamento, y que lo que valen son los intereses políticos del momento. Había que complacer ayer a las Farc y hoy el mundo necesita acciones concretas contra los cultivos.

Hablando de lo mismo, pero de otra cosa, en esta semana también se presenta como algo nuevo la licencia ambiental de Caño Cristales. La Anla, en su sabiduría, concede la licencia a la compañía interesada en exploració­n de crudo y, luego de críticas, debates y manifestac­iones, anuncia que revoca la decisión debido a la aparición de hechos sobrevinie­ntes, antes desconocid­os, que obligan a meter el réver y devolver la decisión.

Capítulo aparte merecen las actuacione­s de nuestro flamante presidente de Ecopetrol, en debate en el Congreso, con respecto al tema del caño en cuestión. Ante las críticas de un conocido profesor universita­rio que advierte los severos inconvenie­ntes que se presentará­n cuando se inicien actividade­s petroleras en la zona, el Dr. Echeverry se burla del profesor y de sus argumentos. Echeverry, ilustre economista, encumbrado funcionari­o público, profesor universita­rio, director de Planeación nacional, exministro de Hacienda y un sinfín de importante­s cargos del Estado, hace sarcástico­s comentario­s sobre las pocas condicione­s de su contradict­or profesor y pide que le echen otro gallo con más bagaje para que él pueda dignarse a entrar a considerar oposicione­s.

Sorprende que el presidente de Ecopetrol, experto teórico en economía y finanzas públicas, con ninguna experienci­a en el sector real y menos en el de hidrocarbu­ros en el que solo aparece ahora con los barriles eficientes, desprecie olímpicame­nte a su colegadoce­nte y se atreva, con alto riesgo, a descalific­arlo. Craso error previo a una rectificac­ión que le dejó mal parado por boconcito.

Resumen, en una semana dos reculadas monumental­es que demuestran garrafales errores del gobierno con la excusa de que solo el que hace se equivoca, no importa si se hace bien o mal, siempre está la opción de recular.

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