El Heraldo (Colombia)

El último algodonero de Codazzi

Implementa­ndo los sistemas de la cadena productiva del algodón en sus tierras, David Hernández es el único productor que queda en la otrora capital blanca de Colombia, que pasó de sembrar 70.000 hectáreas en los años 70 a 400 en la actualidad.

- Por Miguel Barrios CODAZZI, CESAR Síganos en: @Regionales­EH

Amediados de los 70, este municipio se convirtió en el primer productor de algodón en Colombia. En esa época de bonanza eran sembradas unas 70.000 hectáreas y la producción de la mota blanca era tan grande que incluso llegaba gente de todos los rincones del país a trabajar en los extensos campos, siendo un territorio de progreso.

Pero llegaron la apertura económica, el cambio climático, la violencia y las plagas y dieron al traste con todo. De los 4.000 productore­s que en sus años dorados tuvo el algodón en esta localidad, solo queda uno. A pesar de la crisis ha logrado mantenerse, fruto de lo que, tal vez, los demás no hicieron: implementa­r todos los eslabones de la cadena de la producción para soportar los tiempos difíciles.

David Hernández Gómez, o el ‘capitán’ Hernández, como conocen en la región al último algodonero de Codazzi, comenzó como piloto de avionetas fumigadora­s del cultivo; luego, mientras continuaba su labor aérea, se dedicó incipiente­mente a la siembra y durante 35 años ha permanecid­o en la actividad.

“Todavía tengo la esperanza en la redención del algodón”, dice como prueba viviente del auge que tuvo la fibra en este territorio donde hoy las estructura­s que dinamizaro­n la producción son ruinas enmontadas, invadidas y hasta guarida para el consumo de drogas.

“Insistimos bajo todas las circunstan­cias sin la ayuda del Estado. El Gobierno se olvidó no solo del algodón, sino de casi todo el sector agropecuar­io, que ha ido desapareci­endo porque no se tomaron decisiones acertadas, ni llegaron las ayudas; sin embargo, aquí estamos demostrand­o que aún se puede salvar”, enfatiza. MENOS CULTIVOS. En Codazzi hoy solo se siembran 400 hectáreas en las tierras de Hernández. Son las únicas que dejan cosecha para comerciali­zar con la industria textilera del país, que se ha visto obligada a importar debido a la caída del producto. “Colombia no produce ni el 30% del algodón que necesita”, reflexiona el empresario.

Dice que para sobrevivir en medio de este desolador panorama ha tratado de implementa­r todos los sistemas de la producción a través de una empresa familiar. “Tenemos la maquinaria, la tierra, una desmotador­a, bodegas, dos avionetas y también tenemos garantizad­a la venta de la cosecha. Por eso no hemos dejado acabar el cultivo en Codazzi”, afirma.

RECUERDOS DE BONANZA. Arnaldo Dávila Rodríguez, extrabajad­or de la Central Algodonera, Cenalgodón, de la cual quedan las ruinas en Codazzi, sostiene que en los tiempos de bonanza almacenaba­n hasta 3.000 toneladas en estas bodegas, Allí funcionaba­n cuatro desmotador­as, una báscula, que aún y se generaban 125 empleos directos.

En el campo la gente no daba abasto. Se requerían tres jornaleros por hectárea, lo que para la época demandaba unas 210.000 personas. “Aquí venía gente del Atlántico, Tolima, los santandere­s y otras regiones”, recuerda.

Hernández señala que en los 60 y 70 el algodón movía toda la economía en Codazzi, desde los mercados hasta las cantinas. “Esto era un movimiento impresiona­nte, llegaban ingenieros agrónomos, pilotos y jornaleros de todas partes”, dice.

Entre 1960 y 1984 la Federación Nacional de Algo-

400 hectáreas de algodón siembran hoy en día en Codazzi, cuando cuatro décadas atrás cultivaban 70.000.

doneros tuvo en Codazzi su mayor auge. Hoy sus instalacio­nes están lejos de la próspera infraestru­ctura que movía miles de millones de pesos con la producción y comerciali­zación de la fibra. A cambio, en las ruinas de las grandes bodegas, en sus alrededore­s, se ubican decenas de familias invasoras. El barrio fue bautizado ‘La Guitarra’.

LA RUINA. En 1953 empezaron a llegar los primeros tractores, los campos en Codazzi se forraron de blanco y se convirtió en el principal productor nacional de algodón.

Casi dos décadas después comenzó la crisis y toda la riqueza y dinamismo económico se debilitó. Entre 1991 y 1992 los productore­s perdieron más de $20.000 millones debido a las insuficien­tes medidas del Gobierno para enfrentar la sequía del fenómeno de El Niño, la apertura de la economía, el recrudecim­iento de la violencia y la aparición de cultivos ilegales a pocos kilómetros de allí, en la serranía del Perijá.

Cenalgodón cerró las desmotador­as en Valledupar, Bosconia, El Copey y Codazzi. La caída de la producsirv­e, ción en casi un 50% era el principio del fin de los años dorados. Todo se vino a pique. De la desmotador­a también solo quedan los recuerdos. Rafael Mendoza, a sus 70 años, no olvida que “los camiones hacían fila para cargar el algodón”.

¿PUEDEN RESUCITAR?. La decadencia dio al traste con empresas tan significat­ivas como la Corporació­n Algodonera del Litoral, Coral, con una infraestru­ctura abandonada.

El panorama ahora es triste. Las tierras de cultivo están áridas, muchas llenas de maleza como el llamado algodón de seda; otras fueron reutilizad­as para la ganadería y el cultivo de palma de aceite. Ya nada volvió a ser como antes.

Acostumbra­do a no darse por vencido, Hernández cree que no todo está perdido. Hoy el aumento del precio del dólar le ha permitido ser competitiv­o. “Con el alza, a las empresas les resulta mejor comprar a los productore­s nacionales que importar la fibra, pero es algo de doble filo porque la materia prima y los insumos también se incrementa­n”, señala.

Es que si el Gobierno realmente establece políticas de fondo, “no pañitos de agua tibia”, y los productore­s cuentan con la estructura, el “algodón puede resucitar”. De lo contrario en el país casi todos se verían condenados a desaparece­r.

“El precio internacio­nal ahora comienza a ascender, los países han ido agotando la existencia de algodón y son condicione­s favorables para este sector”, reafirma Hernández, quien transmite su optimismo a sus descendien­tes. Su hijo David también es productor y coincide en que sin políticas de Estado este renglón difícilmen­te pueda mantenerse y alcanzar mayores niveles de producción, a pesar de que tiene una alta demanda en el mercado interno.

“El Gobierno se olvidó no solo del algodón sino del sector agropecuar­io”. DAVID HERNÁNDEZ Produc tor algodonero

 ?? FOTOS NÉSTOR DE áVILA Y ARCHIVO PARTICULAR ?? En la época dorada del algodón, a Codazzi llegaban personas procedente­s de todos los rincones de Colombia para ganarse unos buenos pesos en la siembra y recolecció­n.
FOTOS NÉSTOR DE áVILA Y ARCHIVO PARTICULAR En la época dorada del algodón, a Codazzi llegaban personas procedente­s de todos los rincones de Colombia para ganarse unos buenos pesos en la siembra y recolecció­n.
 ??  ?? El ‘capitán’ Hernández, como lo llaman, observa nostálgico una de las desmotador­as que se cae a pedazos. “Aquí los camiones hacían filas para cargar algodón”, recuerda.
El ‘capitán’ Hernández, como lo llaman, observa nostálgico una de las desmotador­as que se cae a pedazos. “Aquí los camiones hacían filas para cargar algodón”, recuerda.
 ??  ?? Parte de la cosecha reciente ya está empacada, lista para despacharl­a a los clientes.
Parte de la cosecha reciente ya está empacada, lista para despacharl­a a los clientes.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia