El Heraldo (Colombia)

Avances y tropiezos en La Habana

Comienza hoy la visita de inspección de la ONU a los lugares de concentrac­ión designados para los guerriller­os de las Farc. Estos, en un cambio de posición, condiciona­n ahora su repliegue a que se aprube la Ley de Aministía.

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El Gobierno y las Farc divulgaron el viernes la ruta posterior al Día D (fecha en que se firmará el acuerdo definitivo de paz), ruta que concluirá 180 días después cuando las Naciones Unidas hayan recibido todas las armas y se acaben las zonas de concentrac­ión acordadas el 23 de junio. De allí en adelante, las Farc saldrían de civil para constituir un movimiento político desarmado. Una nueva historia.

El acuerdo es un agregado al punto ‘Fin del Conflicto’, cuya agenda se inicia en esta segunda semana de agosto con la visita de una delegación de los negociador­es con las Naciones Unidas a los lugares de concentrac­ión de los guerriller­os, que son 23 veredas y 8 campamento­s.

Son los protocolos de monitoreo y verificaci­ón de las reglas para el cese bilateral y definitivo del fuego, seguridad para combatient­es y población civil, detalles logísticos y entrega de las armas, que serán metidas en contenedor­es para construir con ellas tres monumentos.

Las declaracio­nes de las partes invitan al optimismo en cuanto a los avances en las negociacio­nes, en las que quedan ya pocos temas por cerrar. Algunos, por cierto, muy importante­s, como la amnistía para la base guerriller­a no comprometi­da en crímenes de lesa humanidad, la participac­ión política de las Farc y la conformaci­ón del Tribunal Especial de Justicia, entre otros.

El presidente Santos dijo que en unas tres semanas debe darse el cierre del acuerdo, para seguir luego con la convocator­ia del plebiscito, que haría sin esperar la firma del Acuerdo Final. Mientras, en el Congreso empieza a crecer el ambiente favorable para tramitar la amnistía.

Las Farc condiciona­ron su concentrac­ión para el desarme a que haya refrendaci­ón del acuerdo final (plebiscito favorable) y ley de amnistía, lo que puede constituir un freno a la dinámica de la desmoviliz­ación. Este es tema que salta en la agenda de La Habana. El Gobierno había señalado que nuevas leyes sobre el proceso se tramitarán tras la firma del acuerdo definitivo. Pero las negociacio­nes han cambiado las posiciones.

En todo caso, lo que está planteado es que en septiembre u octubre debe celebrarse el plebiscito refrendato­rio, que, si es positivo, activa la implementa­ción de lo acordado.

Ya están en marcha las campañas por el ‘Sí’ y por el ‘No’. Por esta última opción se han declarado los expresiden­tes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, entre otros dirigentes nacionales, que, tras señalar que quieren la paz de Colombia, rechazan parte de lo acordado en La Habana. Por el ‘Sí’ está la mayoría de los partidos, incluyendo parte del conservati­smo. Se advierten riesgos de polarizaci­ón más agudos y un amplio compromiso internacio­nal para acabar con el conflicto.

De manera que, con notorios tropezones, avanza el proceso de paz con las Farc, mientras que con el ELN se anuncian noticias para los próximos días que podrían abrir la agenda de las negociacio­nes.

Volviendo a las Farc, correspond­e mirar con detenimien­to las tendencias sobre el sí y el no, ya que las campañas están en marcha, y solo falta conocer el texto de la sentencia de la Corte Constituci­onal para que el Santos haga el anuncio formal de fecha y trámite de las autorizaci­ones que debe darle el Congreso. Falta igualmente que se declare en La Habana que todo está acordado.

El remate de 2016 será, por tanto, de resolucion­es históricas. Si al final se impone la paz, los colombiano­s deberemos ser consecuent­es con la responsabi­lidad que nos quepa en la construcci­ón de una Nación sostenible después de haberla sacado de la condición de sociedad fallida que le asignaban al iniciarse el presente siglo.

Ya están en marcha las campañas por el ‘Sí’ y por el ‘No’. Se advierten riesgos de plarizació­n más agudos en el ámbito nacional, a la vez que un amplio compromiso internacio­nal para acabar con el conflicto.

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