Suicidio a la colombiana
La semana anterior fue dado a conocer por Carlos Eduardo Valdés Moreno, director del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el Informe Forensis 2015, excelente consolidación documental que, entre sus varios capítulos, incluye uno que debe generar especial análisis por parte de las autoridades responsables del diseño, ejecución y seguimiento de las políticas de salud pública en este país; este capítulo es el que registra lo que pasó con respecto al suicidio en Colombia en 2015 y que permite analizar lo que pasa en este 2016.
Allí se expone, entre otros aspectos, cómo esta forma de violencia autoinflingida está presentándose en cualquiera de los ciclos vitales de los habitantes de este país, mostrándose un preocupante comportamiento suicida tanto en la población adolescente como los adultos mayores o ancianos.
Las primeras cifras que se exponen en el informe indican que durante el año 2015 se registraron en Colombia 2.068 suicidios, 10% más con respecto a los ocurridos en 2014. La tendencia observada evidencia que durante el decenio 2006-2015 hubo un total de 18.618 casos de suicidios, es decir 1.862 en promedio por año, casi cinco por día. Así mismo, el informe establece además que el año pasado, el 80,03% de las víctimas de suicidio eran hombres, mostrándose que mientras que en Colombia una mujer decide y consuma el suicidio, cuatro hombres optan por la misma manera de muerte.
Y aunque a partir del análisis realizado por el Instituto se concluye que la mayoría de los suicidios ocurridos en 2015 (48,74%) se dieron en personas de edades comprendidas entre los 15 y 34 años, con especial participación de jóvenes entre 20 y 24 años (14,60%), la tasa de víctimas de 80 años o más es aproximadamente 61% superior a la tasa de la población en general, a tal punto que un hombre colombiano mayor de 80 años posee 251 veces más probabilidades de suicidarse que el resto de la población. En este grupo poblacional, las principales razones para el suicidio resultaron ser las de tipo económico y de salud.
Y si resulta lamentable lo que está pasando con los ancianos, igual de preocupante es lo que viene ocurriendo en los menores. Mientras que en el 2014 se quitaron la vida 181, en el 2015 fueron 195 los suicidios que se presentaron en menores de edad, 14 más que el año anterior. Bogotá y Antioquia aportan desafortunadamente 46 de esas víctimas de suicidio, siendo las zonas del país donde más frecuentemente se toma esta decisión fatal en la población de menores de edad. Lo peor es que, de acuerdo con las cifras oficiales del Instituto, entre enero y mayo del presente año ya se documentaron 83 casos de suicidios en menores de edad, lo que hace presumir que la cifra total de suicidios en este grupo poblacional será mayor incluso a la del 2015.
Ante este claro fracaso de los planes y programas de protección y atención de la salud mental de los colombianos, urge una revisión profunda que permita redefinir esta política pública y de manera específica la que debe evitar esta tendencia en el país. Así pues, los suicidios y las muertes evitables por falta de atención médica son razones más que suficientes para exigir una inmediata intervención estatal que evite o por lo menos disminuya lo que viene ocurriendo con la vida de los colombianos.