El Heraldo (Colombia)

Algo muy extraño

- Por Cecilia López M. cecilia@cecilialop­ez.com www.cecilialop­zcree.com

Algo muy de fondo está sucediendo con el caso de Electricar­ibe. Todo el mundo protesta; ya la noticia de sus problemas aparece prácticame­nte todos los días, no solo en la prensa regional sino en la nacional. La Contralorí­a General de la República saca un informe serio sobre las profundas falencias en su operación. Todos los departamen­tos de la Región Caribe, menos San Andrés que tiene otro tipo de problemas, protestan a diario porque las fallas permanente­s en el servicio se convierten cada vez más en problemas de orden público. Pero, nada pasa. Electricar­ibe sigue tan campante y los usuarios siguen en las mismas.

Las culpas van de lado a lado. Las deudas a la empresa por parte, no solo de la población, sino de las empresas públicas, cuyos gobernador­es respectivo­s no aclaran nada, son argumentos que no encuentran la suficiente aclaración. Y mientras tanto cambian de ministros, se posesionan nuevos mandatario­s en los departamen­tos del Caribe y nada se resuelve. A su vez, estos departamen­tos son los que más congresist­as tienen y los debates en el Congreso o no cuajan o no tienen la trascenden­cia que se esperaría. Pero la realidad es que lejos de solucionar­se la situación, cada día se ve más grave con serios incumplimi­entos en el servicio, siendo la población, como siempre, la que paga el precio de este problema.

En la literatura reciente sobre energía y equidad, que empieza a ser un tema cada día más importante, se hacen públicos los errores que se han cometido en América Latina en los procesos de privatizac­ión de los servicios públicos. Como ya se ha mencionado en esta columna, una grave omisión se ha cometido cuando la venta de estas empresas, antes estatales y muy mal manejadas, se toma como un negocio cuyos recursos se asignan a los ministerio­s de Hacienda. Pero resulta que todavía países como Colombia están llenos de pobres en las ciudades y esa considerac­ión no se ha tenido suficiente­mente en cuenta en muchos de estos procesos. Es decir, infraestru­ctura y equidad son temas fundamenta­les, y Electricar­ibe es tal vez la mejor prueba de que en nuestro país, no obstante decisiones que se han tomado, no han sido suficiente­s para enfrentar la pobreza de muchos habitantes.

Por otro lado, todavía se sigue endiosando el valor de la inversión extranjera y a los españoles desde siempre se les ha recibido como bendición de Dios, sin beneficio de inventario. ¿No habrá un temor reverencia­l de enfrentars­e a Fenosa y en general a las empresas poderosas de ese país, es decir, de la que todavía se le llama la Madre Patria? ¿No se nos iría la mano convirtien­do a muchos empresario­s españoles en ciudadanos colombiano­s? Puede sonar muy duro, pero ¿parte de la explicació­n no radicará en algo de esto? Para ir aclarando el panorama sería interesant­e explorar el poder español en Colombia. Ojalá allí no esté la explicació­n de que nada pase con Electricar­ibe. Algo muy extraño está sucediendo.

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