El Heraldo (Colombia)

Extremos del diámetro

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Galileo Galilei, apoyado en Copérnico, fue quien nos hizo caer en la cuenta de que no todo lo que parece, es. Desde nuestra posición parece que el sol sale y se oculta en constante movimiento, gracias a él el mundo sabe que somos nosotros los que tenemos fastidiado­s al astro rey con tantas vueltas a su alrededor. Pisa, además de ser la cuna de este ser excepciona­l… ah, y de Andrea Bocelli, tiene su torre inclinada, indiscutid­o patrimonio de la humanidad. Se dice que Galileo utilizó la torre para demostrar que la velocidad de descenso era independie­nte de la masa, dejando caer desde sus alturas dos balas de cañón de diferentes tamaños, mientras que en su última reinaugura­ción, Bocelli le cantó el Réquiem de Verdi. ¡Imagínate tú!

El barrio Simón Bolívar no es cuna de ningún talento que se le avecine a Galilei, ni a Bocelli, pero tenía su torre; que esta no aparecía en el mapa de las maravillas, sí, pero era nuestro orgullo. Lo paradójico es que la tumbaron para hacer aulas escolares donde se debe estar enseñando nuestra historia: “aquí quedaba la bonita torre del aeropuerto…”, imaginando que los genes de la profesora sean poéticos. Google nunca registrará cuantos corazones ansiosos esperaron la llegada de alguien, ni cuántos ojos llorosos vieron cómo un avión se merendaba al ser amado amparados bajo las sombras de la torre. Hoy, lo único que nos queda para mostrar, sin orgullos, es el hecho de contar con el ‘marihuanód­romo’ más grande de la ciudad. ¡Imagínate tú! Pablo Vásquez Salas

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