El Heraldo (Colombia)

La Selección del ‘Piscis’

- RAFAEL CASTILLO Editor de Deportes

La fractura del gimnasta francés Samir Ait Said resulta escalofria­nte, el acoso sexual de dos boxeadores africanos a camareras de la Villa Olímpica es lamentable, la caída del ciclista Sergio Luis Henao cuando tenía casi asegurada una medalla causa tristeza e impotencia, la eliminació­n de Djokovic y la garra de su verdugo, Juan Martín Del Potro, asombran; la nueva medalla de Michael Phelps genera admiración, las palizas para el equipo colombiano de rugby femenino, sonrojan; que Cabal y Farah le ganen a los actuales mejores del mundo del tenis de dobles y pierdan con unos estadounid­enses con menos ranking, decepciona un poco; las derrotas de las ‘Chicas Superpoder­osas’ ante verdaderas potencias es entendible, las victorias de Yuberjen Martínez y Juan Carlos Carrillo, ilusionan; la medalla de oro de Óscar Figueroa emociona y enorgullec­e, y los partidos de la Selección Colombia de fútbol masculino fastidian y desesperan.

De todo ese panorama general que hemos visto en los primeros días de los Juegos Olímpicos Río de Janeiro-2016, y en medio de la felicidad por la presea dorada que levantó ayer ese ‘Hulk colombiano’, quiero referirme al irritante desempeño del combinado conducido por ‘Piscis’ Restrepo. No solo por los dos empates ante equipos ganables. Principalm­ente por su confuso estilo. No se sabe a qué juega.

Se sostiene con el overol de Wílmar Barrios, que va y viene por todos lados, y el pincel de Teófilo, que cuando se inspira le puede pintar la cara al rival.

Dorlan Pabón, a sus 28 años, no ha entendido que el fútbol es un deporte colectivo y que todas las jugadas no deben terminar con un remate suyo.

Sin embargo, los problemas van mucho más allá del exasperan te individual­ismo de D orlan. Comprenden un arquero inseguro como Bonilla, que a veces rechaza como voleibolis­ta; unos laterales que centran sin destinatar­io; el bajo nivel de Sebastián Pérez y, fundamenta­lmente, en los disfuncion­ales, extraños y conservado­res esquemas y planteamie­ntos del ‘Piscis’.

Repito lo que dije en mi anterior columna: no están los mejores sub-23 del país, pero hay lo suficiente para dar la pelea. Lo bueno es que Colombia sigue dependiend­o de sí mismo para avanzar a la segunda ronda. Pero tiene que mejorar demasiado para vencer a Nigeria.

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