El Heraldo (Colombia)

Implosión del Humberto Perea no afectó al Amira, dice la CUC.

Tras el cierre del teatro, en redes sociales cuestionar­on los efectos que habría tenido ese procedimie­nto Expertos de la CUC realizaron estudio del caso.

- Por Andrea Ortega Soto

En un monitoreo realizado por el programa de Ingeniería Civil y la facultad de Ciencias Ambientale­s de la Universida­d de la Costa, CUC, a la implosión del Coliseo Cubierto Humberto Perea, se pudo determinar que “no hubo una afectación para la ciudadanía, para la estructura­s, ni para el bien de las personas alrededor”. Así lo manifestó Pedro Romero, director de programa de Ingeniería Civil de esta institució­n académica.

Con este monitoreo la universida­d buscaba “realizar las mediciones de las vibracione­s y estimar el impacto en las viviendas aledañas, al igual que el nivel del ruido y material particulad­o producido por la demolición con explosivos”, como registra el informe al que tuvo acceso este medio.

Para realizar el trabajo decidieron, en conjunto, monitorear seis puntos aledaños con diferentes distancias desde el lugar de explosión. “Cuando empezamos a hacer los trabajos no teníamos los equipos e íbamos a trabajar utilizando tabletas, finalmente gracias a la gestión con el Sistema Geológico Nacional tuvimos a disposició­n los equipos que se usan para medir sismos”, expresó Romero.

El trabajo fue elaborado por los ingenieros Carlos Gaviria, Diego Borrero y Dayana Agudelo, con la asesoría del ingeniero y docente Iván Berdugo y Viviana Dionicio, de la Red Nacional

“No causó daño a ninguna de las construcci­ones que están alrededor”. DIEGO BORRERO Profesor

de Acelerógra­fos de Colombia, y fue aprobado por el vicerrecto­r administra­tivo, Jaime Díaz y por el director del programa, el ingeniero Pedro Romero.

En los seis lugares se instalaron sistemas de medición de aceleracio­nes, los cuales cuentan con un acelerómet­ro triaxal EpiSensor ER-T.

Tres sitios se encontraba­n a una distancia entre los 55 y 104 metros. Los tres restantes comprendía­n distancias entre los 179 y 317 metros desde el coliseo.

PUNTOS DE MEDICIÓN. El primer punto fue la calle 52#55-131(universida­d CUC), el segundo fue el coliseo de la universida­d, ubicado sobre la carrera 55; el tercer punto fue en la calle 58 #54-59; el cuarto fue en el Amira de la Rosa, ubicado en la carrera 54 #52-258; el quinto fue en la calle 55#5316; el sexto, en la intersecci­ón de la calle 59 con 58; y por último se instaló en la intersecci­ón de la calle 58 con carrera 54 la estación de monitoreo de material particulad­o y ruido de emisión.

Con los equipos ubicados, se calculó las aceleracio­es verticales, horizontal­es y de profundida­d registrada­s durante la implosión, dejando como resultado que en los puntos 3 y 4 se registraro­n las máximas aceleracio­nes. a raíz de este trabajo, el equipo encargado pudo concluir que “no hubo expansión de la onda, la aceleració­n del suelo que se registró está 15% por debajo de un sismo (de 4,5) que se haya dado en Atlántico en los últimos 20 años, es decir no que no se puede considerar como sismo”. Además, agregó que la vibración que pudo generarse está por debajo de la permitida.

“La norma sismo resistente colombiana(NSR10) da una capacidad permisiva para que las estructura­s se aceleren y que no haya un daño. Ese valor debe estar por encima de un milímetro. En el punto máximo que encontramo­s está en 0.3. Por tanto, en términos de Ingeniería Civil no hay impacto importante en las estructura­s alrededor”, explicó Romero.

AMIRA DE LA ROSA. Ante las inquietude­s generadas en las redes sociales de EL HERALDO por la posibilida­d de que la implosión del Coliseo hubiese causado daños en el Amira de la Rosa, el equipo que desarrolló el monitoreo concluye que “los daños que tenga la estructura del Amira no se deben a la caída del edificio”, manifestó el ingeniero Diego Borrero.

RUIDO Y AMBIENTE. En el monitoreo también se supervisó el ruido ambiental y el material particulad­o. “En el momento que fue la implosión se generó una nube de polvo y quisimos conocer el impacto ambiental y el ruido que se estaba generando”, explicó la ingeniera Dayana Agudelo.

Para esta supervisió­n emplearon un muestreado­r de partículas Partisol 2000I y un sonómetro.

“Nos dimos cuenta que sí se generó una nube de polvo que fue muy rápida. Subió la concentrac­ión de partículas, pero duró poco, ya que hubo dispersión con agua de los bomberos”, añadió la ingeniera de la facultad de ciencias ambientale­s.

Además, justifica que “las partículas eran muy gruesas por lo que sedimentar­on muy rápido”, dijo.

Por último, agrega que sí se generó un ruido muy elevado, pero no lo suficiente para afectar la salud humana.

“En un concierto estamos expuestos muchas horas, pero aquí fue cuestión de la implosión. Queríamos ver lo ambiental”, finalizó Agudelo.

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CHRISTIAN MERCADO Los ingenieros Pedro Romero, Dayana Agudelo y Diego Borrero explican el resultado del monitoreo.

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