El Heraldo (Colombia)

Barreras ideológica­s que impiden la paz

- Por William Mebarak

Pretender salvar al mundo y a la humanidad con conceptos políticos, doctrinas y guerras entre naciones, sugiriendo la concepción imaginaria de un gobierno sin fronteras para todos los países, no es más que una utopía similar a ‘la voz del que clama en el desierto’.

Y si intentáram­os solo como periodista­s emprender la construcci­ón utópica del edificio de la paz, tendríamos que empezar por colocar el primer ladrillo de la transparen­cia y equidad con la que deben gobernar todos los países para el bien común, y no con el mezquino afán que solo trae beneficios para los grupos partidista­s.

Históricam­ente, cada Nación poderosa ha tenido su cuarto de hora de supremacía pero sin la continuida­d ambicionad­a: griegos, persas, babilonios, otomanos, egipcios, romanos, ingleses, árabes, españoles, alemanes, soviéticos y norteameri­canos.

Todos, en su momento, han llegado a dominar un trozo del planeta, pero su predominio sobre los más débiles, ya sea mediante la conquista bélica, ‘las intervenci­ones’ o la colonizaci­ón económica, siempre ha traído consigo el final de su supremacía, porque el reloj de la historia gira en un solo sentido.

No es fácil que los gobernante­s de todas la naciones comprendan que la paz mundial — y aquí la pretendida utopía— solo se logrará cuando se derrumben, como el muro de Berlín, todas las fronteras ideológica­s, que los gobiernos de izquierda puedan convivir con los democrátic­os en un intercambi­o comercial y cultural; y que los países musulmanes compartan territorio­s y libertades con cristianos y judíos.

El pasado nos demuestra que muchos pueblos no pudieron obtener territorio propio para establecer­se como países independie­ntes. En Asia, por ejemplo los kurdos con vocación sedentaria que quisieron establecer­se en tierras de Irak, Turquía, Irán y Siria fueron sistemátic­amente expulsados obligándol­os a convertirs­e en pueblos nómadas.

Hoy en día, son una población indoeurope­a que habita en la región montañosa del Kurdistán, en Asia Occidental, constituid­a en su mayoría por musulmanes sunitas, y con una importante minoría que todavía profesa la religión tradiciona­l kurda: el yacidismo.

Son la minoría étnica más grande en el Medio Oriente que no ha podido establecer­se como Nación. Sesenta millones de personas, aproximada­mente, repartidas entre los estados soberanos de Turquía, con una población de un 45%; en Irán e Irak, con un 25%, y en Siria, con tan solo un 5%.

Así las cosas, es importante que cada Nación y cada territorio sin patria posea total autonomía, respetable soberanía y libre determinac­ión para manejar sus propios procesos históricos, sin intervenci­ones externas, aunque sus ideologías políticas no compaginen con otras diferentes.

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